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La gran ruina de los ‘swaps’ de Gallardón
El economista concluye que el entonces alcalde gestionó una política financiera claramente lesiva para los intereses públicos y notablemente beneficiosa para las entidades financieras que vendieron los 'swaps'.
Una de las actuaciones del gobierno madrileño de Gallardón más ruinosas para los contribuyentes ha sido –y sigue siendo– la contratación de swaps que tuvo lugar entre los años 2005 y 2011. Los swaps son operaciones diseñadas para evitar elevados costes en determinadas inversiones financieras como los préstamos. Su naturaleza es muy parecida a la de un seguro convencional que cubre un coche o una casa: el que contrata un seguro de coche paga regularmente una cantidad de dinero para poder ser indemnizado en caso de que su vehículo sufra desperfectos. De igual forma, el que contrata un swap paga regularmente una cantidad de dinero para poder ser indemnizado en caso de que su inversión financiera sufra un perjuicio (debido a la evolución de los tipos de interés).
El caso más habitual de utilización de swaps es el siguiente: una empresa ha contraído un préstamo a tipo de interés variable, por lo que paga intereses en función de lo elevado o reducido que esté el tipo de interés, de forma que si éste sube a cotas muy altas el préstamo pasa a ser muy costoso, por lo que para evitar ese riesgo contrata un swap para protegerse de aumentos del tipo de interés, normalmente convirtiendo el tipo de interés variable en tipo fijo. En vez de pagar una cantidad variable, se comienza a pagar una cantidad fija. Así las cosas, los vaivenes del tipo de interés no afectarán al coste del préstamo, que pasa a ser totalmente fijo para la empresa que lo contrajo.
Esta conversión puede ser muy positiva para el que contrata el swap (y perjudicial para el que lo vende, el “asegurador”) si, en efecto, el tipo de interés se sitúa por encima del tipo fijo establecido. Puesto que el swap logra fijar un “suelo” al tipo de interés, los intereses que queden por encima de ese suelo no afectan al coste del préstamo. Estaríamos en el caso equivalente de que el coche asegurado hubiese sufrido desperfectos y por lo tanto la compañía aseguradora hubiese tenido que pagar. Pero puede ocurrir lo contrario: que el tipo de interés de mercado se sitúe por debajo del tipo fijo establecido, ya que el que ha contratado el swap está pagando más de lo que pagaría sin él, puesto que hay un suelo que impide beneficiarse de la caída del indicador. Acorde a nuestra analogía, sería como si el coche no hubiese sufrido desperfectos y el asegurado estuviese pagando por haber contratado el seguro.
Pues bien, el gobierno de Gallardón utilizó recurrentemente este tipo de swaps (que convierten en tipo fijo un tipo de interés variable) para algunos créditos que contrajo el Ayuntamiento. Y absolutamente todos los swaps han sido nocivos para el Ayuntamiento: se contrató un tipo fijo que ha quedado muy por encima del tipo de interés de mercado. Esto ha provocado que el Ayuntamiento esté pagando muchísimo más de lo que estaría pagando si nunca hubiese contratado esos swaps; concretamente el coste supone hasta la fecha 350 millones de euros, que es una cantidad equivalente a mucho más de la mitad del gasto social que ejecutó el consistorio en 2016. Y el coste final será muy superior porque el contrato de los swaps se mantiene hasta el vencimiento de los créditos cubiertos (establecidos entre 2018 y 2015); sin que la devolución del dinero antes de tiempo y la cancelación de los créditos sea una solución porque los contratos establecen que en ese caso el Ayuntamiento tendría que pagar una penalización que a día de hoy superaría en total los 410 millones de euros. En definitiva, estamos hablando de unos contratos blindados que le suponen al erario público un coste muy elevado e innecesario del que no se puede librar hasta que no pasen unos cuantos años, así como un beneficio fijo y muy importante para las empresas financieras que vendieron esos swaps.
¿Cómo es posible esto? ¿Se adoptaron decisiones mal evaluadas? ¿O aun siendo decisiones adecuadamente analizadas tuvo mala suerte el Ayuntamiento a la hora de prever la evolución de los tipos de interés? ¿O directamente hubo mala fe al contratar estos swaps? Probablemente nunca podamos saberlo a ciencia cierta, pero una forma de aproximarnos a esa respuesta es observar cuál era la evolución del tipo de interés de mercado en el momento en el que fueron contratados.
Hubo dos contratos que se firmaron en diciembre de 2005 y otros dos en septiembre de 2006 al calor de los créditos obtenidos para financiar la reforma de la M30. Tal y como se puede observar en el gráfico, en ese periodo el Euribor (referencia para el coste de los créditos en la Eurozona) experimenta una evolución claramente ascendente, por lo que contratar swaps que estableciesen un suelo en el tipo de interés parecería tener bastante sentido, con el objetivo de que el coste de los créditos no aumentase por mucho que ascendiese el indicador.
En cambio, en julio de 2009 –casi un año después de la crisis financiera más importante sufrida por occidente desde 1928– se contrató un swap no solo a un tipo fijo superior al del Euribor sino en un contexto de caída vertiginosa del mismo, lo que a todas luces indica una decisión absolutamente equivocada: ¿Para qué comprar un “suelo” que está por encima del tipo oficial y en un momento en el que éste no para de caer? No tiene ningún tipo de sentido. Y no sirve escudarse en que nadie podía prever que el Euribor fuese a caer tanto como lo ha hecho, puesto que las crisis financieras siempre vienen seguidas de importantes descensos del tipo de interés, por lo que ya por entonces era fácil predecir que tras el intenso crac de 2008 el Euribor iba a estar una larga temporada en niveles bajos. ¿Por qué tanta prisa en comprar un “suelo” absolutamente inútil y caro? Es como si alguien tuviese prisa para comprar un seguro que cubriese un coche que nunca utiliza y que sabe que no va a sufrir ningún desperfecto.
Pero esto no es todo, porque a pesar de que el Euribor continuó hundiéndose en los meses siguientes, ¡el ayuntamiento continuó contratando swaps con suelos muy por encima del tipo de mercado! Así ocurrió en octubre de 2009, en enero de 2010 y en febrero de 2010. Fíjese el lector en el gráfico, y cómo el Euribor todavía en la actualidad (abril de 2017) continúa cayendo. Esto ya no tiene ningún tipo de explicación plausible: ¡el Euribor no dejaba de caer y el gobierno de Gallardón seguía dilapidando y comprometiendo enormes cantidades de dinero público (y enriqueciendo a entidades financieras) para protegerse de un hipotético y absolutamente improbable ascenso del indicador!
En conclusión, a pesar de que los primeros swaps contratados por el gobierno de Gallardón parecen haber respondido a una gestión financiera sensata, no parece ocurrir lo mismo para el resto de swaps al no existir justificación posible para haber establecido suelos con tipos fijos en periodos en los que los tipos de interés de mercado caían con fuerza con motivo de una crisis financiera que a todas luces no iba a ser pasajera. Se trató de una gestión de la política financiera claramente lesiva para los intereses públicos y notablemente beneficiosa para las entidades financieras que vendieron los swaps.