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Un siglo de demora para reivindicar a Gloria Fuertes
Una exposición en el Fernán Gómez - Centro Cultural de La Villa conmemora los 100 años del nacimiento de Gloria Fuertes mostrando el lado más cercano e íntimo de la poeta madrileña.
A la hora de plantarse ante la figura de Gloria Fuertes, cien años después de su nacimiento, vale la pena plantearse dos modos de abordar la situación. El primero: qué asco. Qué asco que hayamos tenido que esperar todo este tiempo para poder reivindicar a Gloria Fuertes en toda su magnificencia. Qué asco que deban ser las fechas señaladas las que nos lleven a este punto. El segundo: qué bien. Qué bien, qué maravilla poder reivindicar ahora a Gloria en toda su magnificencia. Poder airear el secreto a voces de su homosexualidad. Poder leer sus poemas prohibidos y censurados. Poder ver sus fotos acompañando a su amante, como la mujer libre que siempre fue. Poder liberarla, por fin, del sambenito de “la poeta de los niños” y rescatar su obra para adultos sin pudor alguno.
¿Qué hubiera sido de nosotros sin figuras como las de Gloria? Siempre criticamos (y con razón) la costumbre de nombrar a las figuras femeninas por su nombre de pila (algunos, incluso, con diminutivo) y por el apellido a los varones (Lorca, Machado, Picasso, en contraste con Gloria, Rosalía, “Isabelita”). Pero a Gloria no hay más forma de mentarla que por su nombre. Gloria. Como la que siguen destilando sus poemas. Un nombre del que ella misma presumía. Porque fue nuestra, nuestra Gloria, desde que los libros de texto para niños empezaron a incluir la palabra “poesía”. Y todo ello, sin que muchos de los esforzados censores y mutiladores de la historia supieran siquiera de su condición sexual o sentimental. ¿Qué hubiera sido de esta figura de saberse aquello?
Quizás una de las injusticias históricas más grandes de la de la literatura sea haber dejado callada a una figura como Gloria, abandonarla en el apartado de literatura infantil en un país que no da importancia a la infancia. Quizás el punto más importante de la exposición que tan cariñosa y emotivamente se desarrolla actualmente en el Fernán Gómez – Centro Cultural de la Villa (Madrid), hábilmente dirigida por la Fundación Gloria Fuertes; sea precisamente la de dejar hablar a la propia Gloria. Porque nadie conoce mejor a Gloria que ella misma. Y nadie mejor que ella habló de su vida. Así, el detallado recorrido cronológico por la biografía de esta poeta, se dirige gracias a someros apuntes en carteles metálicos en los que se nos relatan las circunstancias históricas que acompañaron y marcaron a la poeta: la Guerra (in) Civil, la Posguerra… acompañados en ocasiones por unas pocas fotografías documentales que nos permitan visualizar el salvajismo del que Gloria nos habla, con mejor humor que la realidad, en sus poemas.
“En Madrid llovía metralla
llovían muertos.
Me regalaron un cordero.
– Tienes para comer un mes -, me dijeron.
Los ojos del cordero me dijeron otra cosa.
Yo, por poco me muero de hambre.
El cordero se murió de viejo.
Nos cogimos cariño,
él y yo solos bajo los bombardeos.
Después iba a por hierba a los solares
para mi cordero.
Le enseñé a comer papel
con los partes de guerra
a mi cordero.”
(“Mujer de verso en pecho”).
El resto, material de la propia poeta – para los fetichistas resultará inspirador poder reconocer la letra de la propia Fuertes en su infinidad de cuadernos -, dibujos, fotografías y, por supuesto, poemas. Fragmentos con los que se irá narrando la vida de la poeta. E incluso un apartado final en el que poder leer todos los libros de la poeta. Llama la atención, pese a todo, lo poco que sabemos de una de las poetas más importantes de nuestra literatura. Ignorancia que esta exposición suple a conciencia, invitándonos y regalándonos a la verdadera Gloria, libre ya – libre siempre -, de cualquier habladuría o rechazo.
Esperamos que no tengan que pasar tantos años para seguir reivindicando a Gloria Fuertes.