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Auditoría de género: ¿hemos hecho los deberes?

El compromiso de 'La Marea' con la igualdad se hace patente al repasar las revistas publicadas en 2016. Aunque hay aspectos que mejorar.

'A mi bola', portada de la revista de julio-agosto 2016.

Esta auditoría está incluida en nuestro especial 8-M, que puedes descargarte gratuitamente.

La igualdad es uno de los principios editoriales que sostienen La Marea. Por ese motivo, hemos creído conveniente revisar las revistas publicadas durante el año 2016 con el objetivo de hacer un diagnóstico sobre el estado de la perspectiva de género en nuestro medio. De este modo, hemos querido responder a varias preguntas: ¿hay paridad entre quienes escriben los contenidos? ¿las mujeres tienen presencia y voz dentro de los mismos? El objetivo principal de este ejercicio es constatar si construimos un relato con visión de género, es decir, que tenga en cuenta las desiguales situaciones a las que se enfrentan hombres y mujeres y alimente la autonomía de estas, en toda su diversidad. Aunque este trabajo también es previo y se activa con la preparación de cada número, echar la vista atrás y analizar nuestras prácticas a posteriori nos permite detectar lo que queda por mejorar y encontrar las lagunas que tenemos que subsanar, además de valorar los cambios que ya se han producido.

La metodología ha sido, por tanto, cuantitativa y cualitativa. Sobre lo primero, cabe destacar que, aunque no existe un sesgo por género —tanto autoras como autores escriben indistintamente en todas las secciones de la revista—, sí existe una falta de paridad en este sentido. En nueve de las once revistas publicadas en 2016, la mayoría de autores son masculinos. En algunos casos esto no es un factor significativo ya que la diferencia es de una o dos personas, pero en otros la brecha aumenta. Así ocurre en las revistas correspondientes a abril, mayo y junio, en las que las firmas femeninas representan la mitad respecto a las masculinas, sin tener en cuenta las secciones fijas.

En este sentido, destacamos la columna de Gerardo Tecé, el apartado sobre el BOE de Eva Belmonte, el análisis de Eduardo Garzón, el relato de Isaac Rosa y las reseñas culturales de Bob Pop, Jesús Rocamora, Sara Brito y Elena Rosillo. Aunque esta última sección presenta un equilibrio entre autoras y autores, las mujeres tienen mucha menos presencia en calidad de columnistas. En un caso, correspondiente a la revista de febrero, la paridad es absoluta: seis autoras y seis autores. Además, en el número de julio/agosto, aumenta el número de firmas de mujeres, ya que la revista incluye un dossier sobre viajeras en solitario alrededor del mundo. Por último, sí se debe tener en cuenta que las firmas se repiten a lo largo de la revista en algunos casos y hay periodistas que escriben hasta tres piezas, por lo que sí hay paridad, aunque las firmas de mujeres, por lo ya expuesto, son menos que las de hombres.  No obstante, algunos números cuentan con la colaboración de expertas que escriben de manera puntual, como ocurre con Bibiana Medialdea, Isabel Elbal o Mónica González. Si nos fijamos en quienes han realizado las portadas, siete de ellas han sido ilustradas por hombres y cuatro están realizadas por mujeres (tres ilustradoras y una fotógrafa).

En los contenidos, por lo general, sí hay paridad. Incluir a expertas es una práctica generalizada y se da tanto en los dosieres como en el resto de reportajes, al igual que sucede con las voces testimoniales. No obstante, donde menos presencia tienen las voces femeninas es en economía y empresas. El dossier de marzo, dedicado a las pensiones, solamente incluye a una mujer como fuente, y representa el tema que visibiliza a menos expertas. Tampoco están presentes en los reportajes sobre propaganda web y Felipe González, correspondientes a los números de mayo y noviembre respectivamente. Sin embargo, hay que señalar que en el primero la mayoría de fuentes citadas hacen referencia a informes, y, en el segundo, se trata del perfil de un personaje cuyos vínculos y biografía están ligados estrechamente a otros hombres.

En otro de los temas de especial relevancia durante el pasado año, el de las personas refugiadas, no ha sabido visibilizarse la problemática específica de mujeres y niñas. El único reportaje al respecto, publicado en la revista de marzo, omite el relato de las refugiadas y otorga un mayor protagonismo a los hombres. Entre las entrevistas y perfiles que se encuentran fuera del dossier encontramos una paridad total: ocho mujeres y ocho hombres. Asimismo, también hay paridad entre las entrevistas que se destacan en portada.

Señalar la desigualdad

Una buena práctica para informar con perspectiva de género es señalar las desigualdades y las relaciones de poder que se establecen entre hombres y mujeres, además de los ejes de esta discriminación. No todos los temas requieren aplicar esta mirada, pero sí muchos de ellos. La Marea, durante 2016, lo ha hecho en la gran mayoría de las ocasiones, pero lo ha omitido en otras. Los casos más significativos son los anteriormente mencionados: el dossier sobre las pensiones, que no tiene en cuenta la brecha de género, y las especificidades de las mujeres refugiadas en la huida de sus países. Las malas prácticas son excepciones.

El dossier sobre cooperativas pone en evidencia que menos de la mitad de las direcciones de este tipo de empresas cuentan con mujeres; se recurre a ofrecer datos desagregados, por ejemplo, en un reportaje sobre trata de personas, con el fin de revelar que las principales víctimas son mujeres y niñas; se habla de profesiones feminizadas en un reportaje sobre Au Pair y se señala que el cambio climático tiene un mayor impacto sobre el sexo femenino, al dar voz a mujeres indígenas en la crónica sobre la Cumbre del Clima de Marrakech. Estos ejemplos concretos son algunas de las buenas prácticas que encontramos. Además, el dossier del número correspondiente a los meses de verano –sobre mujeres que viajan solas por el mundo– señala el machismo y la desigualdad como problemas en la autonomía de las mujeres y factores que amenazan su libertad, visibiliza a quienes lo han hecho, aporta referentes de mujeres viajeras e incluye una entrevista sobre el papel de los hombres en este sentido.

Visibilizar los aportes de las mujeres

Además de este dossier sobre mujeres viajeras que acabamos de mencionar, en La Marea se percibe un compromiso por hablar de temas protagonizados por mujeres. Así, encontramos al menos una pieza en cada revista dedicada a los feminismos o a la visibilización femenina. En el número de febrero se aborda el caso de mujeres líderes que renuevan la izquierda; en marzo se dedican varias páginas a aquellas que se arrepienten de su maternidad; la nueva ola de directoras del cine español abre la sección de Cultura de septiembre y una asociación de madres contra el cambio climático en Estados Unidos protagoniza las páginas de Medio Ambiente de mayo. También se trata la violencia contra las mujeres y la cultura de la violación en la revista de diciembre.

En el monográfico publicado en octubre sobre la población musulmana en Europa, se visibiliza el papel femenino en tanto que ellas son sujetos activos y líderes de luchas contra la islamofobia. Además, se destacan los aportes de las mujeres, entrevistadas en calidad de sociólogas, activistas o científicas. En esta línea, desde octubre, la revista ha cambiado su sección de Historia por Herstory, con el objetivo de visibilizar las diferentes aportaciones –muchas veces olvidadas y alejadas del foco oficial– que las mujeres han hecho a lo largo de la historia en distintos campos.

La conclusión principal es que en las revistas publicadas a lo largo del año pasado, se hace evidente el compromiso de La Marea con la igualdad y el feminismo. Se aplica una visión de género de manera general y son variados los temas que tienen a mujeres como protagonistas. Las voces femeninas que aparecen son diversas (en cuanto a etnias y clases sociales), son figuras autorizadas y participan en calidad de expertas. Además, son representadas como sujetos activos y empoderados.

Sin duda, este es el camino. Pero sí conviene admitir carencias sobre algunos temas específicos y asignaturas pendientes. Hay que contar con más autoras y más expertas en reportajes sobre economía y empresas; señalar las desigualdades en estos ámbitos; hablar de mujeres migrantes y, con algo más de urgencia, visibilizar cuestiones LGTBI, que han quedado sin tratar a lo largo de 2016. Otro de los retos pasa por aplicar un lenguaje no sexista en todos los contenidos. Existe una intención y se lleva a la práctica en la comunicación del medio, pero uniformizar las estrategias inclusivas de escritura a todos los niveles es una tarea que debe producirse a corto plazo.

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