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Eduardo Madina: “La socialdemocracia en España se ha desdibujado”
La entrevista al diputado socialista, tras la victoria de Donald Trump en EEUU y con el panorama político enturbiado por el ascenso de opciones neofascistas en Europa, está incluida en el dossier de #LaMarea44.
Esta entrevista está incluida en el dossier sobre neofascismos de #LaMarea44.
MADRID// Desde que perdió en las primarias a la Secretaría General del Partido Socialista Obrero Español frente a Pedro Sánchez en 2014, Eduardo Madina ha tenido un perfil bajo. Ahora, pretende contribuir a reconstruir el partido tras la revuelta interna que acabó con el liderazgo de Sánchez. La entrevista se produce justo después de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU para el dossier de La Marea del mes de diciembre. Dejamos a un lado las disputas internas del PSOE para centrarnos en los retos de la socialdemocracia a nivel global, en el ascenso de los neofascismo en Europa, la responsabilidad de las izquierdas en el abandono de las capas populares y cuáles son las soluciones de los partidos progresistas.
¿Cual cree que es le motivo principal del crecimiento de las opciones neofascistas, como las que acabamos de vivir en EEUU o Europa?
Son realidades aparentemente conectadas pero en mi opinión cada una obedece a formulaciones propios. Creo que EEUU no es lo mismo que lo que pueda pasar en Austria o en Francia o en la salida del Reino Unido de la UE, conectarlo todo es la primera trampa. Es la simplificación de una realidad compleja que es precisamente lo que denunciamos. Cuando decimos o pretendemos escribir qué es el mismo populismo de extrema derecha independientemente del lugar donde se produce cometemos un error, pero claramente hay unos hilos conductores. El primero, la conexión con una desafección profunda con el funcionamiento institucional y con el coste social que ha tenido, me refiero en términos sociales, laborales y en última instancia de condiciones de vida, que ha tenido una globalización descontrolada que ha impactado asimétricamente en capas sociales donde hay claramente vencedores y claramente perdedores.
Hablaba de los costes de la globalización. Owen Jones decía que los principales responsables del ascenso de la extrema derecha y los neofascismos en Europa era la izquierda por una especie de dejación de responsabilidades para dar soluciones a aquellos que soportaron en mayor medida esos costes. ¿Comparte ese punto de vista?
Yo, por darle la vuelta al viejo disco de Gramsci creo que en los 1990 apareció un enorme optimismo de la razón en el análisis de las consecuencias que podía tener una globalización plenamente desregulada en este salto o esta transformación de una economía industrial en el ámbito de los estados nación a una economía eminentemente financiera y transnacional, y un enorme pesimismo de la voluntad para ponerle coto, regulación, límite como lo quieras llamar a ese nuevo paisaje financiero global que estaba sin normas de tráfico funcionando a escala global con una intensidad mucho mayor que en ningún otro momento. Saber que lo que podía pasar es lo que ha pasado y no haber hecho nada por evitarlo creo que es una gran pena. Probablemente tiene razón Owen Jones en que el peso cae más en la izquierda, pero yo diría que no sólo, porque ha habido partidos democristianos con un cierto componente social en su discurso ideológico que no han querido tampoco hacer mucho más que mirar al tamaño de sus fronteras y renacionalizar una respuesta que se ha demostrado claramente insuficiente y probablemente torpe.
¿Cree que existe un pensamiento hegemónico económico y una aceptación de la desregulación económica?, cuando el ministro de Finanzas de Margaret Thatcher, Nigel Lawson, decía que el mayor éxito de su política era la creación de un personaje como Tony Blair ¿Es la tercera vía socialdemócrata responsable de esa homogeneización del pensamiento?
Hubo un momento de doce gobiernos con distintas tonalidades y una misma pertenencia a una tendencia socialdemócrata de 5 de los estados miembros, cuando la UE se formaba por 15 Estados en torno a mediados de los años 1990, donde creo que se podían haber colocado -ahora que está otra vez de moda el término- cordones sanitarios en términos de regulación financiera, no excesivamente amplia, no excesivamente compleja. Algo sencillo y práctioa, medidas con parámetros regulatorios para un mejor funcionamiento del sistema financiero global a escala euro que podrían haber dado pasos adelante. Pero no lo hicieron. Por eso te decía antes lo del optimismo de la razón, de no estar convencidos de analizar correctamente las consecuencias de la globalización y el pesimismo de la voluntad en términos de no haber sido capaces de hacer algo. Pero más allá de la tercera vía, que tampoco creo que tuviera un impacto tan notable en el resto de las socialdemocracias europeas como se tiende a analizar, fue más bien una responsabilidad del conjunto, que no supo desarrollar prácticas regulatorias que hubieran evitado este enorme caos financiero que ha terminado derivando en la crisis política que hemos visto ahora.
Una vez que estas opciones neofascistas se abren su hueco en la esfera política, ¿cree que asimilar medidas con tintes xenófobos, como Manuel Valls o Nicolas Sarkozy han hecho respecto a la inmigración, ayuda a combatir estas opciones o por el contrario validan su discurso?
Si pretenden imitar o pretenden ser la copia siempre habrá un original mejor. Yo diría todo lo contrario, esos caminos conducen a reforzar las tesis de quienes dicen tener razón en el discurso xenófobo y el rechazo al diferente. La culpabilización de todos los males de las sociedades occidentales son de quienes vienen de otros países. Pero no no nos engañemos, en el debate de la convivencia, de la composición social de nuestras sociedades europeas habitan multitud de miedos. El más fácil de utilizar al servicio de causas políticas oscuras es el del miedo al diferente. Tiene siglos de historia en Europa y últimamente han aparecido los nuevos monstruos que han decidido que con eso se puede construir un edificio ideológico y un edificio político al servicio de una causa exclusiva del poder propio.
Con los neofascismos ya instaurados gracias a la utilización de la merma de las condiciones materiales de las clases trabajadores dándoles un enemigo exterior como la inmigración. ¿Cómo se combate este discurso?
A corto plazo, en contra de lo que creen Trump o Le Pen, no hay soluciones mágicas para prácticamente nada en política. Decía Martínez Barañán, una profesora de la UAM, politóloga en un artículo en El PAÍS, que estas opciones están intentando relajar o romper la naturaleza dilemática de la política. Y creo que hay quien opina que hay soluciones mágicas a la vuelta de la esquina. El futuro de la UE y de las sociedades europeas pasa por tres tres sectores que son nucleares en el pensamiento socialdemócrata. Uno, qué políticas tomamos para dotarnos de mayores capacidades competitivas, qué estamos dispuestos a darle a cada uno de nuestro países y al conjunto de la UE. Dos, cómo describimos y qué inversiones sociales realizamos, que no gastos, sino inversiones para un correcto y eficiente funcionamiento de los servicios públicos en aras de la cohesión social para la redistribución de la riqueza existente en un espacio determinado, me da igual si es España, Francia o el conjunto de la Unión Europea. Y tres, qué lectura hacemos de la convivencia en el espacio publico a través de lo que es seguro que sí somos, ciudadanas y ciudadanos en el ámbito de los derechos y obligaciones. En resumen, a mayores capacidades competitivas, a mayores niveles de inversión social y mayor amplitud en el ámbito de los derechos y las obligaciones mayores posibilidades de paz y convivencia y menores garantías de éxito de estos discursos xenófobos, ultraderechistas, que están apareciendo en distintas esquinas de la UE.
Ha mencionado la cohesión social. Recuerdo que Felipe González mencionó en una entrevista con Juan Luis Cebrián que su etapa fue la más liberalizadora de la economía junto con la de Margaret Thatcher, con la única diferencia de establecer mecanismos de cohesión social. ¿es posible que el PSOE haya pecado de abandonar en España esos elementos de cohesión social en favor de la las grandes corporaciones y cuadrar las cuentas públicas?
Yo creo que la clave, si hay que elegir dos naturalezas irrefutables en el ámbito del socialismo español, ,más allá de los aciertos y los errores, que de todo ha habido, de todo hay y de todo va a seguir habiendo porque nadie es perfecto, creo que hay dos que son difícilmente discutibles. Uno, la redistribución de la riqueza colectiva en términos de solidaridad para la generación de un ámbito público de cohesión social a través de la función de los servicios públicos, legislativa y presupuestariamente. Y dos, el ámbito de los derechos y las obligaciones de ciudadanía. Dos regulaciones y orientaciones ideológicas más avanzadas en términos de cohesión social y de ciudadanía amplia en términos de derechos de ciudadanía creo que las ha hecho el partido popular. Yo creo que los pecados de la socialdemocracia también en España no nos llevan a esos ángulos y hay que encontrarlos quizás en el ámbito de la fiscalidad, de la regulación financiera, y en algunos momentos de las políticas económicas.
¿Pero no ha habido hechos puntuales como la reforma del artículo 135 o las medidas de Zapatero en mayo de 2010, o la reforma laboral impulsado del PSOE que han impulsado esa visión de la asimiliación del PSOE con las medidas económicas conservadoras? ¿No existe en la sociedad española la sensación de que el PP y el PSOE se han podido asimilar en materia económica?
Pero, por ejemplo, Manuela Carmena, a quien muchos critican, está reduciendo deuda que le dejó la administración municipal anterior en números completamente desorbitados, y a mí me parece bien. La reducción del endeudamiento público no es de derechas, en mi opinión pocas cosas hay más de izquierdas que un discurso eficiente en los recursos que son de todos y evitar que las generaciones futuras estén altamente endeudadas. Casi te diría que de las medidas que el Ayuntamiento de Madrid con Manuela Carmena a la cabeza más consenso ha generado de que son positivas son la reducción de una deuda descomunal que trajeron los gobiernos de Ana Botella, de José María Ruiz Gallardón, etc.. y nadie vería en Manuela Carmena una permeabilidad a discursos de la derecha o discursos de ultraderecha, ¿no? yo creo que una cosa es atravesar una crisis de enorme envergadura que te obliga a ajustar gasto por una vía del presupuesto o a incrementar ingreso por otra vía del presupuesto y otra cosa es hacerte caso del discurso más conservador en el que el PSOE no ha estado nunca.
Hay una discusión conceptual sobre el modo al que dirigirse a la clase trabajadora. Juan Moscoso (diputado del PSOE) declaró en una entrevista en 2014 que las clases, tal y como las conocíamos, ya no existen y que la izquierda debe olvidar el discurso de clases. ¿Compartes este posicionamiento?
El PSOE tiene que actualizar, en general la socialdemocracia en toda Europa, pero para no escaparme lejos me referiré a España. El PSOE tiene que actualizar cuales son en términos marxistas las fuerzas productivas generadoras de riquezas y si alguna de ellas nos es ajena, yo creo que no. Yo creo que el PSOE tiene que interpretar a los trabajadores en términos clásicos y me da igual si son del sector primario, secundario, terciario, agricultura, industria, sector servicios, y se tiene que preguntar también si son los funcionarios, y se tiene que preguntar también si son los emprendendores, las pequeñas y medianas empresas, si todo eso que son ámbitos productivos generadores de riqueza, las fuerzas productivas clásicas de las que toda la vida hablaba el movimiento obrero, y si hay alguna que nos resulta ajena a la hora de la interpretación y del papel que juegan dentro en las condiciones productivas de nuestro país. Yo creo que son todas ellas, no sólo una, y que a todos ellas hay que atender porque son espacios, lugares, claves de la producción de riqueza en una economía como la nuestra, y para las que nacimos precisamente, para interpretarlas, yo creo que se ha producido una mutación en el sentido dinámico del término histórico, del paso de una economía industrial a una economía posindustrial, con rasgos de preeminencia financiera, y el mayor problema de la socialdemocracia es que no sabe interpretar quiénes son las fuerzas productivas a las que debe referirse. Yo no diría que la clase obrera ya no existe, claro que existe, pero los focos productivos son varios y a todos ellos debe referirse el PSOE.
Bajando a la práxis, el 58% de la población española gana menos de 1.200 euros al mes ¿Cuáles son las medidas que los partidos progresistas tienen que poner en la agenda pública para que los sectores de las clases populares vuelvan a confiar en ellos?
Yo creo que hay tres claves. La primera, la fiscalidad, hay que gravar de forma más intensa, al estilo de los países nórdicos, que tanto citamos pero tan poco copiamos, la actividad financiera en el ámbito de las rentas del capital, no del ahorro, sino las plusvalías del capital. En segundo lugar, rebajar la intensidad fiscal de las clases trabajadoras y medias por debajo de 24.000 €. Tomar decisiones en el ámbito del impuesto de sociedades, alguna ha tomado el parlamento prácticamente por consenso. Y tercero, recomponer el diálogo social para que las condiciones de derechos laborales que la clase trabajadora ha perdido por la ruptura de la negociación colectiva de la última reforma laboral vuelva a estar encima de la mesa y las condiciones laborales vuelvan a estar pactadas entre trabajadores y empresarios. Y cuatro, no descuidar en discurso de la cohesión social, porque en el ámbito de los servicios públicos se señala una parte fundamental de las condiciones de vida de la sociedad española. Pero insisto en lo de antes, creo que a corto y como fórmula mágica no hay nada. Creo que este es un camino a medio y largo plazo donde la socialdemocracia y otras fuerzas políticas de izquierdas tenemos que estar de acuerdo en trabajar conjuntamente.
El establecimiento de la nueva correlación de fuerzas en el Congreso ha hecho que la derecha gane peso y la izquierda esté atomizada y peleada, ¿cree necesario abrir una etapa de entendimiento entre el PSOE y Podemos para que la clase trabajadora vea que hay una alternativa y les puede mejorar de manera efectiva las condiciones materiales?
Yo creo que podemos ponernos de acuerdo, en derogar la reforma educativa [Tras la entrevista se paralizó el calendario de implantación de la LOMCE en el Congreso], podemos ponernos de acuerdo todas las fuerzas con distintas tonalidades de izquierda en la aprobación de un pacto de estado contra la violencia de género, asunto del que hablamos mucho menos de lo que deberíamos dada la intensidad que tiene y los rasgos machistas y criminales que se despliegan en muchas ocasiones. Podemos ponernos de acuerdo en derogar la reforma laboral y recuperar la negociación colectiva, en hacer saltar por las aires la Ley de seguridad ciudadana, la Ley de enjuiciamiento criminal. Podemos ponernos de acuerdo en avances de derechos y obligaciones de ciudadanía, porque hoy el parlamento hace que un partido que viene acostumbrado a estar con mayoría absoluta tan sólo cuente con 137 diputados propios. Es verdad que se pueden producir mayorías legislativas de izquierdas que cambien la legislación, así que en mi opinión a tu pregunta; sí, creo que es necesario que las fuerzas de izquierdas no entendamos y seamos capaces de anteponer los intereses colectivos de la sociedad española.
Dijo Felipe González cuando gobernaba Aznar: «Vivimos en una regresión de las libertades y una anomía social, pero eso acabará y los ciudadanos despertarán ¿Despertaron o permanece la anomía?
La sociedad española ha ido poco a poco creciendo en cuanto a volumen de sociedad civil organizada y participando, y creo que dese el final de la dictadura y el final del recorrido de la democracia tomó conciencia de que los asuntos públicos son también son sus asuntos, y eso ha venido para quedarse. Me parece que ha habido fenomenologías políticas en los últimos 5 o 10 años desde el 15M a las elecciones del año 2008, al final del terrorismo, elementos aparentemente no relacionados que sí conforman conjuntamente una realidad de la sociedad española que muestra que es más participativa, hiperpolítica, y mucho más atenta a la realidad de su país que tiempo atrás. Creo que eso ha venido para quedarse y que de todos depende que eso sea en la buena dirección.
¿Por qué cree que el PSOE ha quedado fuera de ese despertar político de la ciudadanía?
Lo dije en alguna entrevista y un sector del partido se me ha enfadado, pero bueno, tampoco me importa ya estas alturas. Creo que en los últimos años la socialdemocracia en España se ha desdibujado y no está claro qué proyecto de país tiene. Los costes de las decisiones de Zapatero en la segunda legislatura produjeron siete millones de votos y una pérdida nítida de las elecciones porque el PP sacó mayoría absoluta. Pero creo que ha sido en los dos últimos años cuando se ha producido un desdibujamiento más notable, del perímetro de la socialdemocracia. Qué mide, a quién se refiere, qué proyecto de país tiene y cómo lo pretende hacer. Ha habido un sector mayoritariamente joven que ha encontrado vías alternativas ante el desdibujamiento del PSOE. El ámbito de la anterior ejecutiva estaba instalado un mantra que decía que el escenario ha cambiado y por eso el PSOE está tan mal, yo creo que es al revés, creo que el PSOE estaba tan mal que por eso el escenario cambió. Los actores políticos y sus dinámicas no son inocuas, los cambios en el escenario no vienen solos, no vienen de forma exógena a los partidos y a las instituciones, así que en nuestra mano está recomponer un proyecto de país y tomando decisiones valientes en el ámbito ideológico en el que siempre nos hemos movido, pero quizás con más intensidad, para volver a lograr mayorías amplias que permitan un gobierno de cambio en España.