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Cebrián a Pedro J. en el 23-F: “No es que no tengas medios, es que no tienes huevos”
'La Marea' extrae aspectos llamativos y reveladores de las memorias del presidente de Prisa, donde relata su particular visión sobre el periodismo y la política y la relación entre ambas.
MADRID// El presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, ha publicado la primera parte de sus memorias. “El mayor acto narcisisita” que se puede hacer, según sus propias palabras. El libro, titulado Primera página, vida de un periodista 1944-1988, abarca desde el año 1944, fecha de su nacimiento, hasta el año 1988, con el diario El País ya consolidado como referente del periodismo en España. En La Marea lo hemos leído para resaltar lo más llamativo y revelador de las memorias de Janli.
Publicar informaciones falsas a sabiendas
Cebrián recuerda la publicación en El País de un reportaje que se sabía falso cuando se publicó promovido por José María de Areilza contra Adolfo Suárez por la relevancia que podría tener para el periódico.
“En su activa campaña contra Suárez, Areilza se decidió a utilizar toda clase de armas. A través de Darío Valcárcel me hizo llegar un reportaje, por llamarlo de alguna manera, en el que decía abiertamente que en realidad el nombramiento del nuevo jefe de gobierno se debía a presiones de la banca, verdadero poder oculto detrás del tono. No se trataba de una acusación indiscriminada, y se apuntaba con toda claridad al Banco español de Crédito y a su presidente, Pablo Garnica, como el muñidor de la conspiración. Otros nombres del franquismo ligados a la misma institución, como Federico Silva, eran igualmente acusados. La tesis me pareció fascinante, aunque dudé mucho de su veracidad. Ya había sido expuesta alguna vez por De la Cierva, pero no con la crudeza y claridad con que lo hacía Areilza, Naturalmente este se negaba a firmarla y quería que apareciera como una información del periódico, entre otras cosas porque su redactor, o más bien su amanuense, era el subdirector Valcárcel. Yo estimaba que no se habían cumplido los mínimos requisitos profesionales de la elaboración del reportaje: no se habían chequeado las fuentes y carecía de todo rigor la comprobación de los hechos. Convoqué de nuevo un encuentro con Cabanillas y Polanco para discutirlo. Hicieron grandes elogios de su contenido. Jesús desconfiaba también de que fuera cierto, pero con el realismo que le caracterizaba comentó: si non é vero é ben trovato. Lo publicamos el 14 de julio de manera muy destacada y con la sola firma del diario. Fue el segundo gran éxito del periódico, después de la buena acogida que había tenido el editorial contra el gobierno Arias… poco tiempo después constaté que las extendidas sospechas sobre el rigor de la información eran fundadas… no obstante, gracias al artículo creció la popularidad e incluso la credibilidad del diario que comenzó así a consagrarse como contrapoder a base de cumplir una máxima bien conocida en nuestra profesión: no dejes que la realidad estropee un buen reportaje”.
No he encontrado el citado artículo en la hemeroteca de El País, pero sí uno de Ricardo de la Cierva publicado el 15 de julio de 1976 con el mismo tema.
La laxa ética periodística
El entonces director de El País narra cómo ofreció un puesto en el periódico a unos trabajadores de agencias a cambio de robar partes del sumario del 23-F.
“…entonces tuve la fortuna de que un par de redactores de una agencia cuyo director mantenía contactos con los golpistas se mostraran dispuestos a hurtar una copia y entregármela, lo que hicieron a cambio de una promesa, que cumplí, de incorporarlos a nuestra plantilla. Yo había participado en muchos foros sobre ética periodística en los que frecuentemente se planteaba la cuestión de si es lícito robar documentos como práctica del periodismo de investigación, en definitiva sobre si en honor a la libertad de informar el fin justifica los medios. En aquellas circunstancias no me asaltó ninguna duda al respecto y recorrimos la senda que ya había abierto Diario 16”.
La soberbia intelectual
Tras una comida de Cebrián con Felipe González y Alfonso Guerra en el año 1976 así definió el periodista al exvicepresidente del Gobierno:
“[Alfonso] Guerra me pareció un provinciano necesitado de impostar su figura para hacerse acreedor del reconocimiento de una autoridad que no poseía… quienes con o sin razón nos creemos fuertes solemos ser tímidos. Deseamos pasar desapercibidos en las reuniones sociales”.
Fraga, el liberal que fusila
Manuel Fraga fue, junto a José Ortega, el valedor de Juan Luis Cebrián para dirigir El País. El mandatario de Prisa reconocía admirar al exministro franquista a pesar de definir de esta manera al ilustre gallego:
“Amigos comunes me contaron que habían asistido a una cena en la que [Fraga] se definió a sí mismo como ‘un liberal que fusila’… defendió sin tapujos el asesinato del líder comunista Julián Grimau, detenido en España, a principios de los años setenta, juzgado en consejo de guerra y fusilado. También justificó la represión brutal de los mineros que protagonizaron las huelgas de Asturias de 1962, cuando corrieron historias probablemente ciertas sobre cortes de al rape del cabello de las mujeres de los revoltosos a las que la policía política habría administrado por la fuerza aceite de ricino, a fin de que convencieran a sus parejas para que depusieran el plante laboral”.
¿Periodismo de investigación?
Así narra la llamada de Adolfo Suárez en 1978 que facilitó a El País la exclusiva sobre la Operación Galaxia, intento de Golpe de Estado orquestado antes del 23F.
“En un largo monólogo que lamenté no haber grabado me explicó los pormenores de una conjura [Operación Galaxia]… Al día siguiente, domingo, publicamos en exclusiva las noticias sobre la Operación Galaxia y su desarticulación, con gran sorpresa de nuestros colegas y competidores, que no sabían nada al respecto. Para mí fue una vez más la demostración de que el periodismo de investigación era y es, en gran medida, un periodismo de filtración”.
Pedro Jota no tiene huevos
Sobre la publicación de la edición especial de El País en el golpe de Estado del 23-F, esta fue la conversación con Pedro J. Ramírez, que en aquel momento dirigía Diario 16.
“—Vamos a sacar una edición especial, Pedro, y me gustaría que lo hicierais vosotros también. Los militares pueden reaccionar muy negativamente y sería mejor no quedarnos en esto solos.
Pedro Jota se resistió alegando entre titubeos, un gesto habitual en él, que le resultaba imposible hacer una cosa así porque no tenía equipo suficiente.
—Vosotros sois un gran periódico y tenéis muchos más medios.
—Tú lo que tienes es miedo —le contesté—. Me parece lógico porque yo también lo tengo. Te llamo precisamente por eso, porque dos se defienden mejor que uno, pero ya veo que es inútil. No es que no tengas medios, es que no tienes huevos”.
–Primera Página, vida de un periodista 1944-1988, Juan Luis Cebrián, editado por Debate.