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La Escalera: una iniciativa para potenciar las relaciones de apoyo entre vecinos
Entrevistamos a Rosa Jiménez, impulsora de una idea que nace con el objetivo de crear redes de apoyo entre los vecinos.
Rosa Jiménez es sevillana, pero hace tiempo que perdió por completo cualquier rastro de acento andaluz. «Cuando paso un poco de tiempo en un lugar, se me pega rápidamente la manera de hablar», bromea. Tiempo como el que pasa en su vivienda, un amplio bloque de pisos de Madrid en el que, del mismo modo que ocurre en tantas y tantas comunidades de vecinos de España, el trato entre los vecinos es escaso, a pesar de vivir a escasos metros unos de otros.
Esa circunstancia sirvió de inspiración para dar forma a una idea que, poco tiempo después de nacer, ya está dando mucho que hablar: el Proyecto la Escalera. Una iniciativa sencilla con un objetivo ambicioso: crear redes de apoyo mutuo entre vecinos, fomentar la solidaridad y crear comunidades más unidas y transversales. A través de un sencillo kit que se puede descargar e imprimir a través de su web, cualquier ciudadano puede colocar en su portal un cartel y cuatro sencillas pegatinas: ‘te riego las plantas’, ‘comparto wifi’, ‘te subo la compra’ y ‘te invito a un café’. Además, se facilitan plantillas en blanco para que cada cual escriba lo que quiera que esté dispuesto a ofrecer.
Tras quedarse en el paro, hace ahora seis meses, Rosa decidió retomar una idea surgida tiempo antes en un grupo de investigación de Medialab-Prado que exploraba los cuidados como forma de sostener la vida en común. «Contacté con la cooperativa de investigación social Indaga y trabajamos juntas en una propuesta que presentamos como proyecto de investigación y acción social», explica. Pero hay también cuestiones personales tras la iniciativa. «Me crié en una comunidad de vecinos en la que casi todos nos hacíamos cargo de la limpieza del edificio. Había dos hermanas muy mayores, Rosario y Luisa, que vivían juntas en el tercero. Ellas no limpiaban: me invitaban a merendar cuando les subía la compra. Así viví hasta que cumplí los 18 y me fui de Sevilla, pero en los 16 años que llevo en Madrid creo que no he conocido por el nombre propio a más de cinco vecinos», lamenta.
Tan cerca, tan lejos
Para la creadora del Proyecto La Escalera, la idea de que vivimos aislados de los demás encierra cierta trampa. «En el espacio de pared con pared oyes al hijo de tus vecinos llorar, escuchas la enésima discusión de esa pareja que vive a tu lado y te desvelas con la fiesta de inauguración de los que acaban de mudarse al piso de arriba. Quizá es precisamente la ficción de que podemos vivir solos, con absoluta autonomía, la que nos lleva a comprarnos un taladro que usaremos una vez al año o a pedírselo a un amigo que vive a una hora de nuestra casa en lugar de a quien está a tan sólo dos pasos», reflexiona.
Al mismo tiempo, Rosa hace hincapié en algo que considera importante: «El hecho de que haya más proximidad entre vecinos no implica que las relaciones sean de apoyo. Aunque el aislamiento genera también sus propios conflictos, es importante no caer en la idealización de los vecindarios: son contextos donde las diferencias entre las personas, sus estilos de vida y sus deseos chocan con fuerza y se produce una confrontación de intereses. Esto, por supuesto, no quiere decir que no sea posible propiciar formas de hacer orientadas hacia el apoyo mutuo y los cuidados».