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Robert Biedron: “Podemos ganar siendo pro-democráticos, progresistas, abiertos, tolerantes y europeístas”
Entrevista al primer alcalde abiertamente homosexual de Polonia, un país profundamente católico gobernado por la derecha ultraconservadora del partido Ley y Justicia desde 2005.
Artículo incluido en el número 44 de La Marea, que incluye otras entrevistas a personajes diversos de la izquierda sobre el auge de movimientos de extrema derecha en el mundo. Puedes adquirirla aquí
MADRID// Robert Biedron es, desde hace dos años, el alcalde de Slupsk, una ciudad de unos 100.000 habitantes en la provincia de Pomerania, al norte de Polonia. Fue diputado por el partido progresista Twoj Ruch (Tu Movimiento) en el Sejm, la cámara baja del parlamento polaco, desde 2011 hasta 2014. Es el primer alcalde abiertamente homosexual de un país profundamente católico, gobernado por la derecha ultraconservadora del partido Ley y Justicia desde 2005.
Biedron conoce de primera mano la agresividad de la extrema derecha. Durante su mandato, tanto como diputado como al frente del ayuntamiento de Slupsk, Biedron se ha tenido que enfrentar a la homofobia en forma de amenazas y ataques físicos. Ahora, cuando la xenofobia y la intolerancia avanzan de manera inexorable hacia el oeste del continente, el alcalde tiene consejos, y un discurso optimista, para aquellos que han de enfrentarse a la ola aparentemente imparable de la nueva ultraderecha.
¿Describiría como fascistas o neofascistas alguno o todos los movimientos populistas de derechas que están creciendo en este momento, como el liderado por Donald Trump, el UKIP en el Reino Unido, Marine Le Pen en Francia, y el propio partido de gobierno de Polonia?
No. Es un término paralizante. Es tan estigmatizante que mucha gente pensará que es demasiado. Precisamente por llamarlos así, la gente va a pensar que no son fascistas. Van a pensar “¡venga ya! ¿otra vez los estáis llamando fascistas? No entendéis nada de lo que pasa. No creemos que sean neonazis, sino que están intentando solucionar los problemas que vosotros no pudisteis”.
En lugar de buscarles definición, yo buscaría alternativas. ¿Cómo hacer política para que la esencia de la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos, sean aún ofertas atractivas para nuestros ciudadanos? No es fácil, pero hay caminos. Podríamos buscar maneras de simplificar los procesos burocráticos, maneras de ser más participativos, de estar con la gente. Podríamos involucrar a nuevos grupos, no a partidos políticos tradicionales, que quieran participar en el proceso de toma de decisiones, y que hoy en día no tienen herramientas para hacerlo.
Es un activista LGBT de largo recorrido. ¿Cómo percibe el aumento de intolerancia y de homofobia en estos movimientos?
En occidente va a ser difícil, porque estamos más acostumbrados a la presencia de personas LGBT. No será fácil hacer cabezas de turco de nosotros. Lo que temo más es lo que va a ocurrir en los países que no han tenido este debate.
Pero aquí también se van a buscar cabezas de turco. Todos los regímenes autoritarios lo hacen.. Desafortunadamente, los cabezas de turco hoy son los refugiados. En el futuro, cuando no se pueda culpar a los refugiados, probablemente, perseguirán a otros grupos.
El problema, de nuevo, es resolver los problemas de los ciudadanos. Donald Trump ha prometido resolver el verdadero problema. Kaczynski, para muchos polacos, está resolviendo el verdadero problema. Y los políticos pro-democráticos, para muchos de mis ciudadanos, no lo hacen.
Polonia ha tenido un gobierno conservador y nacionalista durante muchos años. ¿Qué consejo le daría a movimientos progresistas en países que se están enfrentando a este ascenso, como Francia, el Reino Unido, los Estados Unidos? ¿Cómo han defendido los derechos civiles en Polonia estos años?
Somos una democracia muy nueva. Sólo tenemos 27 años como democracia, así que es muy frágil. Hemos estado invirtiendo mucho en nuestro país, construyendo infraestructura, estadios, viviendas, autopistas, aeropuertos… Pero me temo que no hemos invertido en la mentalidad de la gente. No hemos preparado a esta sociedad tan frágil para los desafíos que implica la democracia.
La democracia está en crisis en todo el mundo, pero especialmente estas nuevas sociedades democráticas, como la polaca. No hemos aprendido aún lo que es la democracia. En Francia, o en los Estados Unidos están cansados de la democracia. Aquí, en las nuevas democracias, no estamos preparados.
De uno y otro lado, en el Este y en el Oeste, no tenemos soluciones porque no hemos estado trabajando en ellas. Nuestros políticos tradicionales no se preocuparon de que un día, si no te preocupas por la democracia, la gente se verá decepcionada. Aquí tenemos los resultados.
Las fuerzas de izquierda parecen haber perdido contacto con los pobres. ¿Por qué?
Tenemos un mundo global en el que las compañías mueven su capital de un punto a otro en segundos. Un mundo en el que Wal-Mart es la 26ª economía del mundo, con un presupuesto mayor que el de Hungría. Estas compañías, y cada vez menos los políticos tradicionales, son las que dictan el ritmo del mundo. Por ejemplo, la gente puede pedir un Uber que viene en unos minutos o puede buscar algo en Google en cuestión de segundos, pero no pueden obtener un documento que necesitan del ayuntamiento cuando lo necesitan.
La gente se frustra en este mundo, en el que todo cambia tan rápido, excepto los políticos y las estructuras políticas tradicionales. Las Naciones Unidas, la Unión Europea, el Consejo de Europa, llevan muchos años, y no han cambiado tanto. No han adaptado su funcionamiento de la misma forma que las grandes compañías. ¿Por qué está la gente está decepcionada con la Unión Europea? Porque no funciona con la eficiencia que esperan de ella. Porque todos estos políticos globales, que en teoría los representan, pero no son capaces de lidiar con un problema como la crisis de los refugiados. La gente necesita soluciones. Necesita respuestas a sus preguntas. Y no quiere esperar.
¿Qué pueden ofrecer las instituciones y los gobiernos para recuperar esa credibilidad?
Tienen que ser más eficientes. Es un gigantesco desafío, porque tenemos que redefinir la manera en que tratamos a la gente. Debemos redefinir nuestro concepto tradicional de estado e instituciones políticas internacionales. Es una tarea difícil, pero es la única solución. Y tenemos que ponernos manos a la obra ya.
Tenemos que hacer un esfuerzo para hacer que nuestras instituciones sean más eficientes, más ajustadas al mundo moderno. Pongamos el ejemplo de los partidos políticos. La gente participa en el mundo, y lo influencia de muchas maneras. Sin embargo, los partidos no solo pierden votantes, sino que también están perdiendo miembros. ¡Nadie quiere ser, a día de hoy, miembro de un partido político!
Pensemos como componer nuestras instituciones de toma de decisiones de otra manera. Los partidos políticos no son la solución para eso. Tenemos movimientos sociales, tenemos redes sociales… de alguna forma, todo eso debe formar parte del proceso de toma de decisiones.
¿Va a presentarse a presidente en las próximas elecciones?
No tengo ese plan. Mi plan es demostrar que hay alternativas. Yo soy sólo un ejemplo, la forma en la que me trata la gente. Soy un político progresista. Podrías pensar que no hay espacio para los políticos progresistas en el mundo de hoy. Creo que yo soy un buen ejemplo de que aún hay esperanza para la democracia y que la gente no es tan mala. Que no sólo invierten en Donald Trump, Marine Le Pen, Kaczynski… También invierten en alguien que pensarías que no tiene ninguna oportunidad de ser apoyado, especialmente en una sociedad tan conservadora y tradicional como la polaca. Pero aquí estamos. Aquí estoy.
Por eso hago lo que hago. Quiero demostrar que hay esperanza y que podemos cambiar esto. No tenemos por qué depender de los populistas. Podemos ganar siendo pro-democráticos, progresistas, abiertos, tolerantes y europeístas.
No soy el único. Hay muchos políticos inspiradores, que tienen una oferta democrática y que son populares entre la gente. Contemos con ellos y busquemos soluciones, pero sobre todo, empecemos ya a cambiar las cosas. No esperemos, porque muy pronto será demasiado tarde.