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El abismo se asoma a la Unión Europea por Austria
Austria celebra el domingo unas elecciones presidenciales con un electorado muy dividido entre el ultraderechista Norbert Hofer y el candidato del Partido Verde. El resultado puede ser crucial para el futuro de la UE, donde los partidos xenófobos y euroescépticos ganan terreno.
El próximo 4 de diciembre, Austria se enfrenta a una de las elecciones presidenciales más cruciales de los últimos años. Se enfrentan, por segunda vez en siete meses, el independiente Alexander Van der Bellen (apoyado por el Partido Verde) y Norbert Hofer, líder del ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). En las elecciones de mayo el resultado estuvo tan ajustado que Van der Bellen se impuso por tan sólo 31.000 papeletas tras el recuento del voto por correo. Sin embargo, el Tribunal Constitucional consideró que existieron irregularidades en el proceso y canceló los resultados. El domingo, el abismo de la ultraderecha se asoma a Austria por segunda vez.
Van der Bellen es el último obstáculo para que la extrema derecha se haga con la jefatura del Estado. A pesar de que concurre a las elecciones como independiente, Van der Bellen ha sido miembro del Partido Verde durante gran parte de su carrera. Procede de la Universidad de Viena, donde fue profesor de Economía hasta su jubilación en febrero de 2009. Su candidatura, basada en un discurso progresista y europeísta, es completamente opuesta al discurso xenófobo y euroescéptico de Hofer.
Algunos de los rivales políticos del FPÖ han anunciado que apoyarán a Van der Bellen el domingo. Christoph Wiederkehr, concejal en Viena por el partido liberal NEOS (que comparte grupo en el Parlamento Europeo con Ciudadanos y PDC), ya ha avanzado que votará por el político verde: «Aunque no sea oficial, la mayoría de los miembros de mi partido votarán a Van der Bellen. No creemos que sea el mejor candidato posible, pero es el mejor de los que hay. Especialmente porque es proeuropeo. Tememos que Hofer traiga el debate de dejar la UE, lo que debilitaría a Austria”.
Las últimas encuestas muestran un empate técnico entre los dos candidatos. Sin embargo, muchos austriacos temen que, una vez más, las predicciones estén infravalorando el potencial del ultraderechista. Wiederkehr no es optimista: «Las encuestas están igualadas, pero creo que Hofer puede movilizar a sus votantes mejor que los verdes. Me temo que el FPÖ puede ganar».
Efectos sobre Austria y Europa
En caso de que el FPÖ alcance la presidencia, Hofer se convertirá en el primer jefe de Estado abiertamente ultraderechista en Europa occidental. A pesar de que el candidato es la cara amable del partido, Wiederkehr se muestra preocupado por los efectos que pueda tener una victoria del FPÖ no sólo en su país, sino sobre todo el continente: «Será un paso muy importante para la derecha nacionalista y populista en otros países, como Francia y Alemania».
Benjamin Opratko, politólogo e investigador en la Universidad de Viena, cree que la presidencia en sí misma no repercutirá en las políticas austriacas de forma significativa. El presidente es una figura con un rol meramente protocolario y de representación. No obstante, la fortaleza en las encuestas hace pensar que el FPÖ liderará el Parlamento a partir de las próximas elecciones generales (que se celebrarán en primavera u otoño de 2017).
«Si se alinea un presidente del FPÖ con un canciller del mismo partido y un apoyo amplio parlamentario, las cosas en Austria van a cambiar», explica Opratko. En su opinión, el grupo de ultraderecha no tiene sólo un proyecto de gobierno: «Es un proyecto de Estado. Quieren cambiar las estructuras políticas y sociales para avanzar hacia un Estado autoritario del estilo de Hungría».
Para Marcel Andreu, secretario general de las juventudes del Partido Verde, el papel de presidente reviste peligro si se pone en manos del FPÖ. Según Andreu, esta figura ostenta un gran poder constitucional, que no obstante «no se ejerce por la aplicación de un consenso entre los partidos tradicionales». Andreu cree que Van der Bellen tratará de mantener el consenso, pero no está tan seguro en el caso de Hofer. «El presidente puede incluso disolver el Parlamento», advierte el joven militante.
Un oscuro pasado
Esta semana, un vídeo protagonizado por una superviviente del holocausto, se ha convertido en un fenómeno viral en Austria. En él, una anciana, tan sólo identificada como Gertrude, avisa de las similitudes entre el ascenso actual de la ultraderecha y el experimentado en los años 30 del siglo pasado.
Las conexiones no andan lejos de la realidad. El FPÖ fue fundado a mediados de la década de los 50 por Anton Reinthaller, un antiguo oficial de las SS. El partido representó a una fracción pangermánica y filonazi de la población hasta finales de los años 70, cuando adoptó un discurso más moderado que le sirvió para entrar por primera vez en una gobierno de coalición junto al Partido Socialdemócrata Austriaco (SPÖ). En 1986, Jorg Haider se hizo con el control del FPÖ, haciéndolo girar de nuevo hacia posiciones explícitas de extrema derecha.
El FPÖ volvería a compartir el gobierno, esta vez con los conservadores del OVT, desde el año 2000 al 2008. Las contradicciones internas y la corrupción diezmaron a los votantes. Ese año, Haider murió en un accidente de tráfico, y el partido quedó en manos del vienés Heinz-Christian Strache, que lo ha llevado hasta donde está hoy. El grupo de extrema derecha ha liderado las encuestas de intención de voto en Austria desde hace más de un año.
«La historia de la extrema derecha austriaca es muy larga, y su estrategia política ha sido muy inteligente», afirma el politólogo Benjamin Opratko, que explica que el partido de Strache ha conseguido utilizar su extremismo como un arma contra el establishment político: «Lo que decían era que no podían dejarlos fuera. Si los dejaban fuera, si se negaban a hablar con ellos, es porque los antidemocráticos eran los otros». Ahora, sostiene el académico, «tanto los conservadores como los socialdemócratas están tratando de establecer alianzas con la extrema derecha».
¿Dónde está la izquierda?
Hace 16 años, cuando el FPÖ llegó al gobierno de la mano de Jörg Haider, la sociedad civil se movilizó. Grandes manifestaciones bloquearon los edificios institucionales en los que los ministros debían tomar posesión de su cargo. Y las escenas se repitieron en Viena cada semana, durante meses. Sin embargo, la sociedad parece no rebelarse contra la situación de la misma forma ahora. «La situación entonces condujo a una gran frustración«, afirma Opratko. «A pesar de toda la lucha, de todos los esfuerzos, no hubo recompensa».
Dentro del Parlamento, la izquierda tampoco está presente. «No hay una verdadera oposición de izquierdas en Austria», explica el politólogo. «El Partido Socialdemócrata ha gobernado la mayor parte del tiempo durante los últimos 50 años, y el Partido Verde se dedica sobre todo a votantes urbanos de clase media-alta, lo que ayuda a la normalización de la extrema derecha, ya que no hay otra alternativa de oposición antisistema».
Marcel Andreu también reconoce la inteligencia de la estrategia a largo plazo del FPÖ: «La derecha lleva 25 años reconduciendo el discurso a la opinión pública». Y ahí es donde, en su opinión, falla la izquierda: «Una estrategia a largo plazo, una filosofía clara al acercarnos a la gente, una manera de que los mensajes sobre la justicia social, la tolerancia y la solidaridad estén en el centro del debate público». Para Andreu, esa es la razón más importante por la que Van der Bellen «debe ganar las elecciones» presidenciales.
«No es el final, pase lo que pase el domingo, no es el final», repite Andreu. «Es sólo el primer paso de una batalla que está empezando en toda Europa, y ganemos o perdamos el domingo, debemos seguir peleando en los próximos meses y años en Alemania, en Francia, en Hungría y en todos los demás países del mundo para dar una respuesta de solidaridad y justicia a la gente que hoy se siente abandonada y votará por el FPÖ. Tenemos mucho terreno que recuperar».