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SoliMed o cómo mirar a los refugiados como nuestros vecinos mediterráneos

Más de 200 personas participan en Valencia en el encuentro euro-mediterráneo a favor de la solidaridad con las personas refugiadas.

zpidp Un grupo de refugiados sirios llega a la isla griega de Lesbos. ACNUR/A.McConnell

Más de 200 personas procedentes de 18 países se han dado cita en el Encuentro euro-mediterráneo de la solidaridad con las personas refugiadas SoliMed, celebrado en Valencia. De este tipo de foros
siempre surgen más dudas que respuestas, y SoliMed no ha sido la excepción. Pero sí ha habido una voluntad de intercambiar experiencias de acogida desde las ciudades, e iniciativas de activistas locales que han dado buena prueba de la capacidad de ofrecer alternativas a la inoperancia de los gobiernos para hacer cumplir la normativa internacional y gestionar la acogida de millones de personas al que les asiste el derecho de asilo por huir de la guerra y la miseria.

«A estas alturas a nadie se le escapa la importancia que tienen los medios de comunicación en la creación de opinión pública y, por tanto, en la creación de modelo social: el mundo que queremos construir para todos, para nosotros, nuestros hijos, y para tantos otros, e hijos de tantos otros, porque todos tenemos los mismos derechos aunque algunos quieran hacernos creer que no». La periodista Rosa María Calaf insistió hasta la misma clausura del encuentro en hacernos ver cómo los medios están determinando, hoy más que nunca, nuestras propias vidas. Cómo se han convertido en una de las más potentes herramientas para la toma de conciencia del mundo en el que vivimos y, a la vez, en una evidente arma de adoctrinamiento para mantener a la sociedad civil en estado de shock.

Y en estos tiempos en los que los derechos humanos desaparecen por momentos de las portadas de los mass media, todavía hay profesionales, —»y muy jóvenes», recordaba Calaf— que se niegan a formar parte de este gran circo mediático y se juntan para reflexionar colectivamente, sentir que no están solos, unir esfuerzos y buscar juntos nuevas propuestas al servicio de un periodismo de calidad y, por ende, de unas sociedades más democráticas. Como decía el periodista Nicolás Castellano, «nunca se ha informado tanto sobre migraciones y el resultado es la apatía».

¿Qué hacer? El taller dedicado a medios de comunicación Ante la crisis humanitaria y el derecho a la
movilidad fue toda una terapia de grupo, como afirmó su facilitadora, la periodista Ainara Bascuñana, pero también una puesta en escena del compromiso y la voluntad de muchos profesionales en cambiar las cosas, ejercer «nuestra responsabilidad colectiva, pero también individual», que logre superar la apatía de una sociedad que apenas sabe cómo reaccionar ante una actualidad tan sangrante.

En cualquier caso, los participantes de SoliMed querían llevarse de Valencia algo que fuera más allá de una catarsis colectiva. Y así, después de tres jornadas intensivas, hubo coincidencia: todos hablaron
de la necesidad de más trabajo en red, de crear plataformas que ayuden a una mejor coordinación entre gobiernos y colectivos, más voluntad política, más intercambio y participación de todos los actores —refugiados y locales—, y mejor información que, sobre todo, haga despertar a la gente, narcotizada frente a la pantalla de la televisión.

Puertas adentro y puertas afuera de SoliMed, también se manifestaron voces críticas con el encuentro. ¿Dónde estamos nosotros, los migrantes? ¿Podemos ser algo más que refugiados toda la vida? ¿Qué hay detrás de la pancarta Welcome Refugees colgada en las fachadas de los ayuntamientos del cambio o la denominación de ciudades-refugio? Es la voz a veces acallada de personas que, una vez asentadas en nuestras ciudades, reclaman su espacio político como sujetos de derecho, es decir, como ciudadanos que quieren seguir siendo tales, normalizar sus vidas, estudiar, trabajar y, también, por qué no, ejercer su activismo de igual a igual en los movimientos sociales locales.

Integrar el propio activismo de los refugiados a la hora de «trabajar para cambiar y educar la mirada», al que se refirió Calaf en el encuentro, se erigió en la esencia de SoliMed: unir esfuerzos y saber coordinarse para afrontar y dar respuestas a esta crisis de todo. «Hay una necesidad de cambiar el relato, buscar causas y responsables de esta crisis. Una crisis europea y global«. En esta tarea casi educativa, debemos estar todos, vino a decir el público de SoliMed: desde alcaldes y alcaldesas a personal de ONG, personas refugiadas y migrantes, activistas, académicos, periodistas… ciudadanía a favor de ejercer juntos el derechos a convivir y vivir dignamente, sin etiquetas ni estigmas. La próxima edición de este certamen solidario tendrá lugar en Barcelona.

 

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