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Las historias que no se pueden plagiar
Carlos Barros, uno de los autores plagiados por el rector de la URJC, defiende en unas jornadas sobre memoria histórica el valor de los testimonios de la víctimas y las bases trabajadoras a la hora de trabajar con fuentes históricas.
«El 60% era de un artículo mío sobre la peregrinación a Santiago y el resto de otros autores. Es como si usas bibliografía, pero en este caso plagiando, sin citar. Parece que se le da muy bien copiar. Hay que tener habilidad», contaba este lunes entre amigos el profesor de Historia Medieval de la Universidad de Santiago de Compostela Carlos Barros, justo antes de dar una conferencia sobre memoria histórica en la Universidad de Sevilla. Se refería al rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), Fernando Suárez, acusado de plagiar a varios autores, entre ellos el propio Barros.
Lo que sucedió a continuación en la sala Carriazo de la Facultad de Geografía e Historia difícilmente podría ser plagiado, en primer lugar, por la alergia que a muchos académicos todavía le produce la memoria histórica. Y, en segundo lugar, por la dificultad todavía hoy por llevar esta otra historia a las aulas, como sí hacen cada año profesores como Custodio Velasco y Miguel Vázquez Liñán, dos impulsores de las jornadas internacionales sobre memoria y comunicación en las que participó el profesor medievalista. Tras hacer una reflexión sobre la necesidad de contar la historia a través de los testimonios de la víctimas, de hacer historia para ayudar a los que no tienen voz -«la endogamia en la Universidad a veces dificulta estas investigaciones», dijo- Carlos Barros dio paso a un documental titulado Un trabajador del siglo XX. Ese trabajador se llamaba Manuel y se apellidaba como él. Era gallego. Trabajaba como gruista en Barreras, era comunista, tiraba octavillas desde lo alto y un día, mientras leía un folletín clandestino en la cabina, descubrió entre los nuevos integrantes del partido el nombre de su hijo. Su hijo, que fue torturado a finales del franquismo, es el mismo profesor que imparte la conferencia y que aboga por escuchar a los vencidos para «desmentir el axioma de que la historia la hacen los vencedores», por buscar la memoria activa. «Mi padre sobrevivió a la guerra, al hambre, quiso tener un trabajo digno, una familia bien -él era huérfano-, se casó con la mujer que quiso y quiso tener un solo hijo para darle todo lo que él no había tenido», cuenta el historiador emocionado, quien animó a su padre a dejar su testimonio por escrito.
874 folios, a lápiz, sin haber hecho nunca antes algo parecido. «Es poco habitual contar con un trabajador a la hora de investigar con fuentes históricas. Lo que tenemos son biografías de dirigentes políticos, sindicales, pero no de sus bases. Y ese testimonio del trabajador es una fuente excepcional porque cambia la manera de ver la historia, vista desde abajo», explica Barros. Él mismo, aun siendo educado en una familia comunista donde se hablaba de todo, ha descubierto detalles y hechos muchos años después, tras leer las memorias de su padre, donde dejó constancia, por ejemplo, de que había querido clavarle un cuchillo al policía que lo torturó.
«Yo no me siento víctima del franquismo, yo era luchador antifranquista. Pero ni siquiera en aquella época podíamos imaginar que la represión estaba siendo tan amplia y tan dura. Ha sido la década y media que llevamos de memoria histórica lo que ha permitido conocer todo eso y lo que ha obligado a desarrollar un nuevo derecho internacional», argumenta en las jornadas, que van por su segunda edición.
Ahora, por tanto, es el momento de que España siga también a otros países como Alemania -defiende- y persiga el exaltamiento del franquismo como un delito. «Si el PSOE, Podemos y los nacionalistas se unen se podría votar por mayoría la penalización de esa exaltación. Los números sí dan ahora», concluye con las esperanzas puestas en las nuevas generaciones, afectadas también por el caso de los plagios.
«Con lo que cuesta hacer currículum y que haya gente que hace su carrera plagiando es inadmisible. Está desanimando a muchos jóvenes, que me están diciendo que no creen en el sistema. Pero esto no es exclusivo de la Rey Juan Carlos, esto pasa en toda la Universidad y es un problema que hay que atajar porque es corrupción académica. Esto tiene que salir a la luz», zanjó tras asegurar que él y otros dos compañeros están pensando en denunciar a Suárez por la vía civil. Barros asegura que nadie de la URJC se ha puesto en contacto con él. El último plagio de todos los que ha ido documentando eldiario.es afecta al cónsul de Portugal en Málaga.