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Alalá, el arte de ser persona en las Tres Mil
La cinta, dirigida por Remedios Malvárez, narra el día a día del barrio sevillano a través de una escuela de flamenco para niños. Es candidata como mejor largometraje documental en la próxima edición de los Goya.
Agua de coco, agua de coco,
si no me quieres yo a ti tampoco.
Agua de fresa, agua de fresa,
si no me quieres pa qué me besas.
-De cante y de baile estamos pasaos. Somos la revuelo. Lo que pasa es que tengo luto y no quiero…
-Que pegabas unas patás y partías los ladrillos
-Y te canto por antiguo que eso es pa rabiar.
-Ni Raimundo se compara conmigo.
Risas
-¿Tú sabes leer?
-Sí.
-¿¿Tú sabes leer??
-Sí.
-¿De verdad?
–Argo.
-Ah, ¿tú sabes leer? Yo no.
-Porque tú no has ido al colegio. Yo no sé leer muy bien, pero bueno…
-Mis hijos se saben defender tós. Pero a mí mi madre de mi corazón no me esto porque yo era la mayor de diez hermanos. Y yo siempre estaba trabajando. Luego ya me casé y crié a mis hijos. Otros diez.
-Mi yerno, Caracafé, va al Esqueleto, ¿sabes? Y allí se lleva a to los niños, se lleva sus guitarras y allí toca él pa que los chiquillos vayan aprendiendo.
-Y teniendo una educación.
-Eso es, eso es.
Eso que emerge de la conversación entre estas dos mujeres es Alalá, la historia de resistencia de un barrio, las Tres Mil Viviendas de Sevilla, un documental que recorre la esperanza de sus gentes a través de una escuela de flamenco para niños y niñas capitaneada por el guitarrista Emilio Caracafé. La cinta, dirigida por la onubense Remedios Malvárez -abogada de formación, fotógrafa de profesión-, es candidata como mejor largometraje documental en la próxima edición de los Goya. En ella han participado grandes del flamenco como Pastora Galván, Rosario La Tremendita, Arcángel, Raimundo Amador e Israel Galván. «Los premios son solo un regalo que sirven para tener ilusión y ganas de seguir creando. Para mí lo más importante es ver mi trabajo terminado y ver lo que provoca en la gente, ese sentimiento es el mejor de los Goyas», explica la directora, que repasa algunos lugares donde ya se ha presentado. «Me quedo con el teatro Alameda en pie con palmas por bulerías, me quedo con los abrazos y las lágrimas de los gitanos cuando lo vieron por primera vez en la calle en su barrio y me quedo con la emoción de los reclusos del Sevilla 1, que muchos reconocían a sus familiares y a sus niños en la peli. Por todo eso merece la pena. Ese Alalá (alegría) es con lo que me quedo».
¿Por qué has hecho Alalá?
Un documental te permite contar historias de otros, historias que importan, es la realidad de los demás desde la mirada de uno mismo. A mí me gusta contar esas historias que merecen la pena que sean oídas y vistas.
¿Qué es lo que más te ha impresionado de esos niños que aprenden flamenco?
Son niños para los que el flamenco es un lenguaje común, es una forma de expresarse que todos entienden, y para ellos el flamenco es parte de sus juegos, de su forma de relacionarse con los demás. Es algo que desde muy pequeños lo tienen aprendido. Allí se les educa con el flamenco, con la música, que es un lenguaje universal para todos pero el sentido musical lo tienen ya muy desarrollado.
¿Que te ha enseñado Caracafé?
Me ha enseñado mucho, me ha enseñado en primer lugar un barrio, me ha hecho quitarme de prejuicios y me ha abierto las puertas de su escuela y de su casa. Con él he descubierto la escuela de la Fundación Alalá, donde un grupo de profesores y profesionales están haciendo una labor magnífica con los niños de este barrio.
Dice Raimundo que ese flamenco sólo existe en las Tres Mil. ¿Es un género propio?
El maestro Raimundo es un ejemplo de artista que sale de este barrio, y sí es cierto que hay una forma distinta y casi una forma de interpretar diferente. Él, junto con su Hermano Rafalillo y con Pata Negra, fueron los pioneros de esa fusión flamenco-rock que ha hecho crear un estilo propio, como él dice, el rock gitano.
¿Es el flamenco una filosofía de vida?
Podría ser, suena un poco a tópico pero creo que es más una manera de entender la vida, un estado emocional diferente.
Hay una mujer en el documental que dice que le gustaría que sus hijos estudiasen y que se casasen… pero no con 15 años como ella. ¿Qué necesitan esos niños y niñas para triunfar en sus vidas?
No utilizaría nunca la palabra triunfo, algunos llegarán a ser artistas y otros no, pero serán personas. Estos niños, como todos los niños, necesitan educación y un contexto familiar favorable que le ayuden a crecer.
El objetivo no es que aprendan flamenco, sostiene Arcángel en la cinta, sino que aprendan valores a través de la música como el respeto, valorar las cosas, el esfuerzo y ser mejores seres humanos, que aprendan a relacionarse con el mundo que los rodea de una manera justa y honesta. ¿Sevilla le sigue dando la espalda al Polígono Sur?
Afortunadamente el barrio está cambiando y hay mucha implicación pública y privada (asociaciones, fundaciones…) que están trabajando, pero no es suficiente. Además, sirve de poco si las oportunidades laborales de sus vecinos son escasas y no les permiten tener una economía familiar digna.
¿Has encontrado en el barrio algo que no esperabas?
Que jamás se pierde la alegría. A pesar de las dificultades en las que se puede vivir, es un barrio con una alegría que contagia.
¿Lo conocías?
Solo de paso pero no había entrado nunca. Solo conocía lo que cualquier sevillano sabe de un barrio marcado y mostrado siempre por los medios de comunicación por sucesos relacionados con droga y delincuencia. Solo tenía una imagen televisiva, nada más.
¿Has tenido algún problema al rodar allí?
No. Yo no oculto nada en esta película, muestro la realidad que he visto, que los vecinos mismos me han enseñado. No he querido mostrar lo que se muestra siempre y contar las mismas cosas. Las imágenes que muestran el barrio te dan una idea muy clara del contexto y de cómo se vive allí. He querido detenerme en otros aspectos que siempre pasan desapercibidos, que no tienen interés televisivo o que simplemente no forman parte de exclusivas o páginas de sucesos. He querido detenerme en el día a día de personas que se buscan la vida y que creen en un futuro mejor para sus hijos.
Has dado un salto de la fotografía a lo audiovisual. ¿Por qué?
El audiovisual para mí es un paso más, un lenguaje añadido, pero sigo teniendo la misma mirada de fotógrafa. Ahora mis fotos se mueven, hablan y se convierten en planos y secuencias.