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Islandia, segunda oportunidad: las elecciones entre la nueva y la vieja política

Los comicios del próximo sábado serán cruciales para que los movimientos y las líneas ideológicas surgidas de la Revolución de las Cacerolas puedan poner las bases para la creación de una Islandia renovada.

Austurvollur, la plaza del Parlamento. ÈRIC LLUENT

Los islandeses votarán el próximo sábado para formar el tercer parlamento nacional desde el colapso económico de octubre 2008. Después de haberle dado en 2009 el gobierno a una coalición de partidos del centroizquierda tradicional (Alianza Socialdemócrata y Movimiento de Izquierda Verde) y de haber impulsado a los dos partidos del centroderecha de toda la vida al gobierno otra vez en 2013 (Partido de la Independencia y Partido Progresista), estas elecciones se presentan como un auténtico plebiscito para determinar quién debe liderar el país ahora que la economía parece (subrayo, parece) que se ha recuperado: si la vieja o la nueva política.

Son las elecciones más interesantes que recuerdo, confiesa Klemens Olafur Thrastarson, periodista y exredactor de Fréttablaðið, que se añade a una tertulia política improvisada que se da en la zona de fumadores del céntrico Kaffibarinn. En toda la isla y especialmente en el área de Reykjavík, donde habitan dos tercios de la población del país, se tiene la sensación de que la votación del 29 de octubre puede impulsar un cambio radical en las instituciones públicas que devuelva la moral perdida a los islandeses en los últimos años. No obstante, este escenario preelectoral, que en su vertiente más propagandística tiene tintes revolucionarios, no es más que un déjà vu de las elecciones de 2009, en las que por primera vez desde la fundación de la República (1944) se formó una coalición con dos partidos de centroizquierda.

Nadie niega que esta es una segunda oportunidad para que los movimientos y las líneas ideológicas surgidas de la Revolución de las Cacerolas puedan poner las bases para la creación de una Islandia renovada, que deje atrás la antigua constitución de 1944. De hecho, la reforma constitucional es uno de los grandes temas del debate electoral y uno de los ejes que divide de forma muy clara la vieja y la nueva política. Liderando este último sector está el Partido Pirata, que desde hace meses es primero o segundo en las encuestas. Actualmente, el Partido Pirata tiene tres escaños en el Parlamento, pero, según el último sondeo de Háskóli Íslands, esta cifra se multiplicaría por cinco, hasta los quince diputados (de un total de 63), con un 22,6% de la intención de voto.

Sin duda, el Partido Pirata es el partido más mediático de esta contienda electoral, tanto dentro de la isla como en la prensa extranjera. No obstante, su posición en las encuestas ha caído lenta pero constantemente desde el pasado abril, cuando llegó a sumar un 43% de la intención de voto. Esa cifra se dio en medio del escándalo del anterior primer ministro, Sigmundur Davíð Gunnlaugsson, que tuvo que dimitir debido a la aparición de su nombre en los documentos conocidos como los Papeles de Panamá. Desde esa fecha, la popularidad de los piratas ha ido descendiendo, favoreciendo el renacer del Movimiento de Izquierda Verde, que en este mismo periodo ha pasado de un 11,2% a un 18,6% de intención de voto.

El hecho de que el Partido Pirata se niegue a etiquetarse como un partido de izquierdas o de derechas, aludiendo que dentro de su militancia hay personas de diferentes sensibilidades políticas y que lo que quieren es simplemente reformar el sistema, puede entenderse como una de las razones por las cuales el Movimiento de Izquierda Verde suma cada vez más apoyos. Además, la líder de los ecologistas, Katrín Jakobsdóttir, es la cabeza de lista mejor valorada por los islandeses, siendo la competencia directa de la líder de los piratas, Birgitta Jónsdóttir. A pesar de la rivalidad de estos días, estas dos mujeres representan la imagen de un cambio en el que creen, según la citada encuesta, el 41,2% de los islandeses.

En el bando de la vieja política, los partidos que conforman la actual coalición de gobierno viven situaciones radicalmente distintas. Por una parte, el Partido de la Independencia (conocido como el partido que representa los intereses del todopoderoso sector pesquero nacional) lidera algunas de las encuestas en su pugna particular con el Partido Pirata para ver qué partido gana finalmente las elecciones y con qué margen, lo cual será clave para determinar a quién va encargar el presidente de la República el primer intento para formar un gobierno. Por otra parte, el Partido Progresista, con su imagen manchada por el escándalo de Gunnlaugsson, obtiene en esta última encuesta una intención de voto del 9,1%.

Hacer una previsión de resultados es complicado. Islandia, un país con tan poca población -332.000 habitantes-, puede cambiar de opinión en los últimos días de forma muy significativa, así que tendremos que estar atentos a las propuestas que se hagan en este próxima semana antes de la votación. El Ayuntamiento de Reykjavík nos puede dar algunas pistas sobre lo que puede suceder después del 29 de octubre. Desde junio de 2014, el gobierno municipal está formado por una coalición de cuatro partidos: Partido Pirata, Movimiento de Izquierda Verde, Alianza Socialdemócrata y Futuro Brillante. La suma de estos partidos en la encuesta analizada da 36 escaños, cuatro más de los necesarios para gobernar con mayoría absoluta.

De todas formas, una primera posición clara del Partido de la Independencia y un resultado óptimo del Partido Progresista podría abrir la puerta a que estas dos organizaciones tantearan la posibilidad de formar una coalición de gobierno con algunas de las nuevas formaciones, incluido el recién formado Partido Reformista, situado en el centroderecha liberal y que en las encuestas oscila entre la quinta y la tercera posición. Con siete formaciones con opciones reales de conseguir escaños en el parlamento (así lo confirman todas las encuestas), siendo el número de votantes que ejerció su derecho en las últimas elecciones de tan sólo 237.957 y con la facilidad con la que los islandeses cambian de opción política (yo soy de derechas y voy a votar al partido de izquierda radical, aquí no hay muchas diferencias, dice un librero local), la incertidumbre reina a día de hoy en todos los cuarteles generales de los distintos partidos políticos de la isla. El próximo sábado por la noche, saldremos de dudas.

Èric Lluent es director de ‘El Faro de Reykiajvík‘.

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