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(Pen)último intento para salvar la tasa sobre transacciones financieras

Los ministros de Finanzas de los diez países europeos que habían acordado seguir adelante con el impuesto sobre las transacciones en los mercados se reúnen este lunes. Unos 250 economistas les instan a introducir esta versión de la Tasa Tobin ante la pérdida de empuje del proyecto. Alemania prefiere una solución global.

Los ministros de Finanzas de diez países europeos hablarán en Bruselas este lunes en un encuentro informal previo a la reunión de los titulares de esta cartera de todos los Estados miembros de la Unión Europea (Ecofin) de este octubre sobre el mil veces pospuesto plan de introducir el Impuesto sobre Transacciones Financieras (ITF). Según fuentes comunitarias, no se esperan resultados concretos, pero durante el encuentro se decidirá si el tema figurará en la agenda del Ecofin de noviembre. Recientemente, la iniciativa ha perdido impulso y aumentan las voces que quieren abordar los motivos.

La idea de introducir una tasa sobre los productos financieros a nivel europeo nació en 2011, pero poco después se descolgaron varios países, encabezados por el Reino Unido y Suecia. Sin embargo, Alemania, Austria, España, Francia, Portugal, Grecia, Bélgica, Eslovenia, Eslovaquia e Italia siguieron con el plan de acordar un ITF en estos diez países. Ha habido mucha presión por parte de ONGs y algunos partidos políticos a favor de esta iniciativa que se basa en el concepto de la famosa Tasa Tobin.

Ante la reunión del lunes, previa al Ecofin de octubre del martes, una carta firmada por más de 250 economistas de varios países presiona para que los dirigentes hagan posible este gravamen sobre la especulación financiera. La misiva recuerda que el ITF “en su versión más ambiciosa” preveía aplicar un impuesto del 0,1% sobre la compraventa de acciones y bonos, y de un 0,01% sobre derivados.

Aunque desde esta primera idea se han rebajado los tipos y se han excluido una serie de productos financieros, debido a la presión constante del sector, los firmantes de la carta consideran que la tasa todavía podría reportar unos 20.000 millones de euros anuales a las arcas públicas de estos diez países. Un dinero que, según los autores, debería dedicarse a “la creación de empleo y la protección de servicios públicos, además de financiar la lucha contra la pobreza y bienes públicos globales como la salud tanto fuera como dentro de Europa”.

A pesar de que en los últimos años ha habido una cantidad de manifestaciones y recogida de firmas a favor de la tasa financiera, el proyecto no ha llegado a cuajar y ahora corre serio peligro. El ministro de Hacienda de Alemania, Wolfgang Schäuble, quiere derivar el asunto a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). “No es posible solucionar este problema si no hay un acuerdo global”, afirmó Schäuble en julio.

Los partidarios del ITF creen que el proyecto está muerto si se eleva a la OECD, ya que podría ser bloqueado de nuevo por países como Reino Unido o EEUU. “La llamada desesperada de una solución global es el golpe mortal para la tasa sobre transacciones financieras”, comentó el eurodiputado de los Verdes alemanes, Sven Giegold: “La industria financiera se está muriendo de risa”.

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