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“El rey de Marruecos amedrenta a la prensa y ahora quiere controlarla financieramente”
Tras tres revistas prohibidas, campañas de prensa en su contra, ataques contra su familia, ocho meses de cárcel y diez años de inhabilitación para ejercer el periodismo en su propio país, Ali Lmrabet funda ahora 'Demain online', medio invitado en 'La Marea 42'.
Tantear los estrechos márgenes de la libertad de prensa en Marruecos tiene un alto precio, y Ali Lmrabet lo sabe. Este polifacético periodista tuvo y tiene la osadía de informar sobre los temas prohibidos de aquel país: el Sáhara occidental y la familia real, encabezada por Mohamed VI, “comendador de los creyentes”. El resultado: tres revistas prohibidas, campañas de prensa en su contra, ataques contra su familia, ocho meses de cárcel, diez años de inhabilitación para ejercer el periodismo en su propio país y obstáculos interminables para tramitar documentos de identidad que le permitan viajar al extranjero, además de una amplia colección de galardones, entre ellos el Premio José Couso 2005.
Ali Lmrabet pertenece a una especie extinta en el mundo periodístico de Marruecos. No solo por la perspectiva crítica con que aborda sus investigaciones, sino también por la perseverancia con la que se enfrenta al monopolio informativo en su país natal, la misma que está empleando para fundar Demain online, medio invitado en el número 42 de La Marea.
¿Puede hablarnos de su experiencia con la censura en Marruecos? Hasta 2015 tenía prohibido ejercer de periodista en su propio país.
Tres revistas prohibidas, campañas de prensa contra mí, ataques contra mi familia, ocho meses de cárcel y el raro privilegio, único en el mundo, de haber sido condenado a diez años de inhabilitación para el ejercicio de periodista. Todo esto porque mis escritos incordiaban al dictador en babuchas y por haber declarado que los saharauis de los campos de refugiados de Tinduf son refugiados y no secuestrados por el Frente Polisario como lo pretende la propaganda marroquí. El año pasado, el ministro de Interior, Mohamed Hassad, y el jefe de nuestra Policía Nacional, Abdellatif Hammouchi, intentaron durante varios meses impedir que renovara mi DNI y mi pasaporte. Durante varios meses fui un indocumentado en mi proprio país. Hasta me impiden ejercer cualquier otra profesión en Marruecos. Un odio infantil, pero sigo intentado sacar mi revista.
¿Cuál es la situación actual de la libertad de prensa en Marruecos?
Si no te atreves a hablar de las cuentas suizas del monarca y de su familia, de las sociedades offshore de los mismos en Panamá, de lo poco tolerante y democrático que es Mohamed VI y de su apetito voraz por los negocios, si no quieres informar sobre la otra visión del conflicto del Sáhara, la de los independentistas saharauis, aquí hay bastante libertad de expresión. Obviamente siempre y cuando no escribas que el jefe de la policía y de los servicios secretos, Abdellatif Hammouchi, está buscado por la justicia francesa por “tortura”. En cuanto al mundo árabe, aparte Túnez y un poco Líbano, seguimos viviendo en el reino del apagón informativo, la censura y la autocensura.
Hay varios Estados, incluido Marruecos, en los que la religión y la política van de la mano. ¿Cómo afecta eso a la libertad de expresión y la pluralidad de los medios de comunicación?
Muy simple. Aquí, además del poder absoluto y personal, el jefe del Estado se erige en “comendador de los creyentes”, es decir, una suerte de sumo pontífice musulmán que nos obliga a creer que desciende directamente del profeta Mahoma, un santo hombre muerto hace 14 siglos. ¿Cómo puedes criticar a este dios vivo? Hace dos años un hacker reveló correos electrónicos muy comprometedores del jefe del contraespionaje marroquí, Mohamed Yassine Mansouri, en los cuales se negociaba la suma para la compra de periodistas franceses famosos y la creación de un grupo de prensa bajo la supervisión de un títere. Los Papeles de Panamá nos han permitido descubrir que el mismísimo rey financiaba personalmente algunos medios de comunicación marroquíes, es decir, que no solamente el rey ha amedrentado a la prensa marroquí sino que ahora quiere controlarla financieramente.
¿En qué consiste su nuevo proyecto? ¿Cómo evitarán caer en la autocensura sin tener problemas con las autoridades?
Demain online es una web que existe desde hace algunos años. No está domiciliada en Marruecos. Teníamos más de 150.000 visitas únicas al día, lo que nos ocasionó varios problemas con los servidores de Internet. Gestionamos mal este éxito. La web está en una fase de reconstrucción.
¿Por qué cree usted que el Gobierno español es tan permisivo con las autoridades marroquíes?
Para decirlo claramente, por el chantaje que ejerce Rabat sobre Madrid. A cada incidente importante entre los dos países, les autoridades marroquíes aflojan la seguridad en las fronteras e inmediatamente se disparan los asaltos a las vallas de seguridad de Ceuta y Melilla. Por casualidad crece entonces el flujo de lanchas neumáticas en dirección de la península. Desde que hay mejor entendimiento entre Rabat y Madrid han desaparecido todas esas “asociaciones” que bloqueaban las fronteras entre Marruecos y España y Rabat llegó a encarcelar durante varios meses a un responsable de una de ellas porque hizo caso omiso a la orden de parar con los disturbios en la frontera. Nacionalismo de fronteras y de instrucciones.
Hay que recordar también el caso Ikea de Casablanca de hace un año. Cuando Suecia declaró que iba a reconocer a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Rabat anunció la suspensión inmediata de la apertura de la primera tienda de esta multinacional en Casablanca por “motivos administrativos”, que, casualmente, desaparecieron cuando el gobierno sueco rectificó en su reconocimiento de la RASD. Y esto es solamente Suecia. Imagínese lo que pasaría con las empresas españolas instaladas aquí. España es el primer inversor en Marruecos.
En su opinión, ¿cuál es el nivel de islamofobia y racismo en España?
Seguramente menor que en Francia y en otras naciones europeas. Pero existe. Y muchas veces es obra de las fuerzas de seguridad. Le invito a pasar por la frontera de Ceuta con una cámara y descubrirá cómo la policía española trata a mis compatriotas. Golpes, insultos, humillaciones y retenciones injustificadas, etc. Y de esto nadie habla en la prensa española. No sé si tiene alguna relación, pero la mayoría de los yihadistas marroquíes en Siria e Irak provienen del triángulo que forman Fnideq (Castillejos, frontera con Ceuta), Tetuán y Tánger. Vivir bajo la media luna de una dictadura árabe y sufrir humillaciones cotidianas en la frontera puede ser causa de mucha cosa.
Usted conoce muy bien las relaciones hispano-marroquíes. ¿Por qué todavía existe en España cierto recelo contra los ciudadanos marroquíes?
Por la historia. “Que vienen los moros” de la Guerra Civil española, por el uso de tropas marroquíes por los franquistas durante el conflicto, por la famosa frase de Dolores Ibárruri, Pasionaria, sobre la “morisma salvaje”, por el conflicto del Sáhara occidental y por las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta, Melilla y el resto de rocas. También por la inmigración. Hay zonas en España en donde, a mi parecer, hay demasiado inmigrante musulmán y poca prisa del Gobierno central para intentar integrarlo. Hace un año hice un repaso de los programas electorales de los partidos políticos españoles y ninguno tenía una idea clara sobre la presencia de casi dos millones de musulmanes en España.
En los últimos años han crecido las voces que creen que los valores del Islam son incompatibles con los de Occidente, ¿qué opina usted al respecto?
No quiero hacer ninguna arenga para defender una religión que aprendí recibiendo patadas al culo, pero no tenemos que olvidar que ni la Santa Inquisición, ni el colonialismo, ni los pogromos antijudíos fueron obra de musulmanes. Las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki tampoco. Cada vez que el mundo fue sumergido en guerras mundiales fueron países industriales y civilizados quienes lo habían provocado. Y ni Hitler, ni Stalin, ni Mao, con su sangrienta Revolución Cultural, eran musulmanes. Dicho esto, es cierto que ante tanta pujanza y fuerza de esta religión hay que redefinir su papel en las sociedades musulmanas. Personalmente, yo estoy a favor de que la religión se quede en el ámbito personal de casa.