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La nueva ola de directoras del cine español
La presencia de mujeres al frente de proyectos cinematográficos crece en los últimos años pese al machismo que aún impera en parte de la industria.
Atentos a estos nombres, porque parte de lo mejor del nuevo cine español nace de sus miradas: Nely Reguera y su María (y los demás), espléndida comedia sobre la crisis de madurez protagonizada por Bárbara Lennie, que presenta en la sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián. Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius, Marta Verheyen dirigiendo a cuatro actrices noveles y estrenando hace unos meses la estupenda Las amigas de Ágata, trabajo de fin de carrera que se ha convertido en un hit indie de la temporada. Sigamos: los rodajes estivales de Carla Simón (Verano 1993) y Andrea Jaurrieta (Ana de día). La presencia de Elena López Riera en el prestigioso festival de Locarno con su corto Las vísceras, después de haber estado con Pueblo en Cannes 2015. Todas realizando sus óperas primas, y tomando como referencias a compañeras de oficio aparecidas en la última década como Elena Trapé, Mar Coll (en ficción), o Virginia García del Pino, Alba Sotorra, María Cañas o Carla Subirana (en documental o géneros híbridos), por nombrar sólo a algunas de la larga lista de renovación de nuestro cine.
Pero no estaríamos segmentando a estas nuevas directoras de los hombres si no existiera un problema de base, que las estadísticas nos dejan claro. Apenas un 19% de las películas estrenadas en 2015 fueron dirigidas por mujeres, según el último informe de CIMA, la asociación que reúne a mujeres que se dedican al audiovisual en España. Este mismo documento revela que el total de mujeres dedicadas al cine no supera el 26% del total de trabajadores del gremio. La presencia femenina en los empleos clasificados como directivos (dirección, guion y producción) y artísticos (dirección artística, de fotografía, composición musical, montaje) han aumentado del 15,1% al 20% y del 14,7% al 21% respectivamente entre 2006 y 2015. Los últimos años están arrojando más nuevas directoras y mujeres en puestos de responsabilidad, pero, como opinan las diversas fuentes consultadas, el camino es largo y difícil.
Todo empieza en la escuela, ya lo sabemos. Pero situémonos esta vez en una escuela de cine. ¿Levante la mano la que quiera ser directora? Según Natalia Piñuel, al frente de Playtime Audiovisuales, plataforma de distribución de cine y videoarte, y comisaria que prioriza el género en el audiovisual y la música, existe un problema estructural. «Si preguntas a las estudiantes cuántas se ven como directoras casi ninguna levanta la mano. La sociedad tradicional ha hecho que pensemos que no podemos ocupar esos puestos de poder en los que sí están los hombres. También la falta de referentes femeninos como directoras de cine o compositoras a las que admirar es un problema, no porque no haya, sino porque no se las ha visibilizado. El cine más independiente y la música electrónica, que son los dos campos en los que desarrollo mi trabajo, son reductos muy machistas», asume.
Para la productora María Zamora, al frente de Avalon, una de las productoras/distribuidoras que más apuesta por directoras de cine noveles, las cosas están cambiando precisamente ahí, donde se enseña el oficio. «Una nueva generación de mujeres directoras ha perdido el miedo en las escuelas a decir que quieren dirigir. Antes, muchas cuando tenían que elegir su especialización se iban hacia la producción o dirección de arte. Se nos había educado a no dar nuestra opinión, y eso está cambiando. Creo que es un asunto generacional y sí considero que podemos hablar de una nueva generación de directoras de cine español».
Apoyo decidido a las mujeres
Desde Avalon, Zamora está detrás de algunos de los estrenos o rodajes más esperados del año en el sector de la ficción del cine independiente. Apoyó la distribución de Las amigas de Ágata, y coproduce , además, Verano 1993, de Carla Simón y Ana (y los demás), de Nely Reguera. También ha respaldado en el pasado a Beatriz Sanchís o Leticia Dolera, entre otras. «Es una prioridad para mí apoyar a nuevas mujeres cineastas, porque de manera natural me interesan proyectos donde los roles de las mujeres en las películas sean verdaderos, y se huya de los estereotipos clásicos de representación de las mujeres en el cine. Por otra parte, creo en las cuotas y las medidas de rectificación. Hay que compensar tantos años de invisibilidad femenina», apunta Zamora.
La cosa no es de hoy, ni de ayer ni de anteayer. En las últimas décadas un número cada vez mayor de mujeres dirige cine, sea documental, ficción o géneros híbridos. Lo que ocurre es que ahora hay más visibilización. «De un tiempo a esta parte existe una mayor sensibilización con el tema por parte de los medios de comunicación y también de la propia industria e instituciones, así que seré positiva pese a que las estadísticas aún son bajas en la participación de mujeres directoras, por ejemplo en festivales internacionales», sostiene Natalia Piñuel.
Nely Reguera se sintió sola el día de la foto con los directores españoles seleccionados por Zinemaldia. Allí estaban Jonás Trueba, Rodrigo Sorogoyen, Alberto Rodríguez… y Nely Reguera. «Comparto la emoción de ver cada vez más mujeres directoras, si bien no suelo diferenciar entre cine hecho por mujeres y hombres. Lo que no me gusta es que se piense que hay un cine para hombres y otro para mujeres. Creo que mi película María (y los demás) es igualmente disfrutable independientemente del género de quien la vea», señala Reguera.
Alba Cros, una de las cuatro directoras de Las amigas de Ágata, lo dice alto y claro: «Como espectadora no me siento representada. No se trata de hablar de género o de un cine hecho por hombres o mujeres, sino de la responsabilidad de la representación. Se trata de ser consciente y querer revisarnos todos, seamos hombres o mujeres, para empezar a representar los roles de género de una manera diferente», asume. Natalia Piñuel matiza: «Claro está que no todo es el punto de vista de género al analizar una película, pero hay faltas de respeto y abusos totales de misoginia por parte de directores que se burlan en sus historias del test de Bechdel, por ejemplo [test que cuestiona el rol de una mujer en un film]», lamenta, refiriéndose al machismo que dice encontrar en parte del llamado otro cine español.
La pelota está en el tejado de todos y todas, pero también de quienes programan o prescriben: «Hay que investigar, ir más allá a la hora de programar, y en esto estamos a la hora de visibilizar el trabajo de las mujeres que están haciendo ruido en el cine, la música, la literatura, cómics… pero que no cuentan con las mismas oportunidades que sus coetáneos hombres», confirma Piñuel. «Si el negocio de las películas, la industria y el cine más comercial es de los hombres no nos queda más remedio que resistir desde el underground y desde ahí abrir campo», concluye.