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Verhoeven y Loach destacan en la cartelera de octubre
La nueva película de Paul Verhoeven y el film de Ken Loach destacan entre las ofertas para acudir a las salas.
Elle
Paul Verhoeven
30 de septiembre
La magnética y siempre desafiante presencia de Isabelle Huppert en un film se duplica este mes en los cines, en la forma de este film brutal de Paul Verhoeven, y en la muy diferente ‘El porvenir’, de la francesa Mia Hansen Love – ya estrenada hace una semana- . Ambos films suponen un desafío ético para el espectador, ambos no se acomodan a la hora de realizar un cine que cuestiona la sociedad burguesa y el espíritu biempensante. En el caso de ‘Elle’, complejo thriller del director de ‘Instinto básico’, nos acercamos a una mujer gélida y brutal, con un pasado violento, y un presente burgués que se ve sacudido por una agresión sexual en su casa. En lugar de denunciar, esta alta ejecutiva emprende un camino perturbador donde descarta la posición de víctima, y donde irá destapando sus oscuridades y la capacidad para la atrocidad y la monstruosidad de ella misma y su entorno. Provista de un fino humor negro, que se vuelca en especial en el concepto de familia burguesa, la película examina de manera provocadora los vericuetos del deseo, y los peligros de la represión, insinuada a través del telón de fondo del catolicismo y los videojuegos. Absolutamente cautivadora durante sus dos horas de metraje, el film acaba por transmitir un camino zurdo del empoderamiento femenino, que crece en una secuencia final que le daría quince cachetadas a ‘Thelma y Louise’. Conviene no mirarla con ojos que tiendan a pensar en que la posición de la protagonista es generalizable o extrapolable. Estamos ante un relato sofisticado que como Buñuel arremete contra la doble moral de la burguesía y de nosotros todos.
Fuego en el mar
Gianfranco Rossi
14 de octubre
Documental que se acerca a dos realidades que viven sin tocarse apenas en la isla de Lampedusa, el punto más meridional de Italia, que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. El director de documentales potentes como Sacro Gra o Sicario pasó un año y medio en la isla para construir este film de contrastes: por un lado conocemos la cotidianeidad de Samuel y su entorno, un niño de 12 años que la pasa haciendo tirachinas y tratando de esquivar ese mar omnipresente, por otro, la tragedia de una travesía marcada por la muerte y la esperanza. Sólo el único médico de la isla sirve de enlace entre esos dos mundos, un hombre que ha asistido a miles de personas y ha examinado a demasiados muertos. Más de 20.000 personas han muerto en las costas cercanas a Lampedusa en los últimos 20 años, un drama que asola el Mediterráneo y que Europa se empeña en ignorar. Sin hacer de la denuncia su bandera y provista de una narrativa sutil, la película resulta poderosa sin ser sensacionalista, poética sin caer en la complacencia.
Oleg y las raras artes
Andrés Duque
7 de octubre
Retrato de una criatura sentimental, como el propio Oleg Karavaichuk se define, este minúsculo film sensible hecho de gestos, paseos, palabras y música dotada de genialidad y autocomplacencia, es un pequeño artefacto que se pueden dar el gusto de contemplar sin prisa. El cineasta venezolano, afincado en Barcelona, Andrés Duque, autor de un cine de lo singular, fascinado por los comportamientos utópicos, la poesía rara, y la peculiaridad y extravagancia del alma humana, logró acompañar al extraordinario pianista ruso Oleg karavaichuk, único músico con acceso a tocar el piano del museo Hermitage de San Petersburgo, y personaje de cuerpo y voz de extrema teatralidad, que falleció hace unos meses a los 89 años. A través de la sensitiva cámara de Duque, nos acercamos a un hombre testigo y parte de otra época –ensimismado con el zarismo, salvado del gulag por Stalin gracias a su genio musical- que denuncia el fin de la poesía, la muerte de la sensibilidad hacia el arte, y que sabe con su discurso disperso pero sagaz, hablarnos de los misterios de la expresividad y las disonancias del espíritu en tiempos grises y aciagos.
Yo, Daniel Blake
Ken Loach
28 de octubre
Algo en común tiene este film con aquella joya del nuevo cine rumano firmado en 2005 por Cristi Puiu, ‘La muerte del señor Lazarescu’: ambas nos hablan de las consecuencias trágicas sobre las personas más desvalidas que tiene el absurdo burocrático y la despersonalización del sistema asistencial en tiempos de locura neoliberal. Drama de tintes kafkianos, el Daniel Blake del título –personaje netamente Loachiano, obrero, combativo, solidario y amante del fútbol- se ve luchando contra la maquinaria del sistema asistencial británico en tiempos de crisis, después de un infarto que lo ha apartado de su oficio de carpintero. La película acompaña al personaje en su lucha por conseguir una pensión que el sistema le escamotea, al tiempo que le sigue en el crecimiento de una mínima red de apoyo entre otros desterrados, que se antoja como la única manera de sobrevivir. Ganadora de la última Palma de Oro de Cannes –muy cuestionada por la crítica allí presente- , esta que escribe no encuentra salvedad a un filme que cuenta de manera eficaz las dimensiones de la trampa neoliberal, salvo un final que quizás hubiera sido mucho más contundente sin el epílogo lacrimógeno, por otra parte, tan marca Ken Loach.