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La Galicia que vuelve a las urnas (II): una economía castigada
El envejecimiento demográfico, la dispersión poblacional, la huida del ahorro hacia otras regiones y la desprotección del sector agrícola, ganadero y pesquero son algunos de los problemas que lastran la economía de Galicia.
La concentración de bancos que acabó con las cajas de ahorros gallegas dejó a la comunidad autónoma casi sin inversión. «En una economía ahorradora neta como es la gallega, con un modesto pulso inversor del tejido empresarial privado (y público), el resultado es la huida de ahorro hacia otros territorios. Urge una acción decidida del Gobierno gallego para crear nuevas entidades de crédito y banca pública que canalicen una parte de ese ahorro hacia la financiación de proyectos empresariales y públicos gallegos», sostiene Xavier Vence, catedrático de Economía Aplicada de la Universidade de Santiago de Compostela y exportavoz nacional del BNG.
Las políticas (o la ausencia de ellas en algunos casos) han dejado desprotegidas a la pesca, la agricultura y la ganadería gallegas. Vence destaca que habría que «aprovechar las condiciones históricas y naturales de Galicia para convertir la producción ecológica en una señal de identidad del país». En su opinión, es necesario frenar el «agudo proceso de deslocalización de producción y de la sede de las propias empresas» para que el presupuesto público gallego «no sea pasto del lobby de las grandes constructoras madrileñas y se convierta en la herramienta efectiva de dinamización del tejido productivo propio».
Respecto las cifras de desempleados, en el segundo trimestre de 2016, en Galicia había 222.900 personas en paro, 5.000 menos que en el trimestre anterior. La tasa de desempleo disminuyó cinco décimas, hasta situarse en un 17,7%. De este porcentaje, un 33,5% son parados de entre 16 y 29 años. El INE acreditó, en sus datos del padrón continuo, que Galicia perdió cerca de 30.000 jóvenes solo en 2014. El diario digital Praza Pública constató que «casi 160.000 jóvenes dejaron de vivir en Galicia desde que empezó la crisis en 2008».
Población envejecida y dispersa
Galicia tiene 2.732.347 habitantes (INE 2015) y una crisis demográfica –la edad media es de 46,2 años– acentuada desde el año 2011, con una pérdida de población notable y constante. En 2014, según el IGE, Galicia perdió un 0,4% de población. Este decrecimiento poblacional va acompañado de una continua disminución del peso relativo de lo que suponen los gallegos con respecto a la población total de España: en el año 2005 representaban un 6,3% de la población total en España mientras que el pasado año el porcentaje bajaba al 5,9%. Los mayores de 65 años pasaron de ser el 21,2% de la población gallega en 2005 al 24% en 2015, mientras que el porcentaje de menores de 20 años se redujo del 16,4% al 15,8%.
Otro de los factores a tener en cuenta es la dispersión. Galicia cuenta con 314 ayuntamientos, de los cuales 109 no superan los 2.000 habitantes, y otros 91 están entre los 2.001 y los 5.000 vecinos. Según los datos del IGE, solo tres ciudades gallegas acumulan más de 100.000 habitantes: Vigo, A Coruña y Ourense. Las condiciones de aislamiento del medio rural es uno de los principales problemas sociales, con una Galicia que avanza a dos velocidades. Las conexiones de ferrocarril pasan por los principales núcleos de población pero sigue siendo más fácil ir de Santiago a Madrid en transporte público que de Santiago a O Barco de Valdeorras, en Ourense.
Según la Oficina del Censo Electoral hay 446.235 gallegos residentes en el extranjero con derecho a voto en estas autonómicas. Sin embargo, la premura en la convocatoria electoral complica aún más el arduo proceso de voto rogado. Desde el colectivo Marea Granate han solicitado que se amplíen los plazos para el voto de estos emigrantes, una petición a la que se ha sumado el PSdeG con un escrito a la Junta Electoral pidiendo «favorecer el trámite de solicitud» para estos electores que suponen «casi el 17% del total».