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Uribe y las Colombias

"La duda ante un previsible 'sí' será de qué manera el ubérrimo expresidente pueda reconvertirse para seguir siendo pieza política fundamental del tablero colombiano".

Colombia es un país cuyas desigualdades sociales y políticas han marcado una estratificación social fácilmente identificable que quizás ha cambio mínimamente en la última década con el progresivo aumento y crecimiento de una clase media no directamente vinculada a las élites tradicionales. Políticamente, Colombia ha tenido también una división patente y evidenciada a la par que conflictiva, entre los Partidos Tradicionales Liberal y Conservador. Ambos partidos no tenían políticas muy diferentes más allá del papel que la Iglesia católica debía jugar en las tareas de gobierno, contando sin embargo con el factor histórico de estar compuestos ambos, por élites políticas aisladas de las clases populares aun tomando en cuenta los faccionalismos locales, regionales y de diverso tipo al interior de ambos partidos.

Álvaro Uribe Vélez, conocido y apreciado por buena parte de la población del país merced a una política de Seguridad Democrática y vilipendiado por muchos otros por los crímenes contra los Derechos Humanos cometidos en el ejercicio de la política anterior, es un político que más allá de los aprecios y odios ha derribado el tablero político del país y el pensamiento diferenciado de los diversos estratos alrededor de los ejes en que él enfoca su discurso. Pese a comenzar en un Partido Liberal en el que en poco más de una década militaron personajes tan dispares como él, el narcotraficante Pablo Escobar o la política de clara tendencia socialista Piedad Córdoba, acabó fundando un partido con la inicial de su apellido (partido de la U) demostrando que su prioridad y eje político fundamental es él mismo, llevándolo a la victoria electoral por vez primera y rompiendo la dicotomía antes referida respecto de los dos partidos tradicionales.

Para completar la ruptura del tablero político tradicional y fruto de su frontal controversia con el actual presidente, Juan Manuel Santos, ganador presidencial con el partido de la U, Álvaro Uribe creó otro partido sucesor del de la U y cuyo emblema es un dibujo donde claramente se distingue su figura. El objetivo fundamental de ese partido ha sido realizar una oposición radical al presidente Santos y en especial al intento de llegar a un acuerdo con las FARC en La Habana. Ante la imposibilidad de acabar con el proceso, la batalla final la enfocan en el plebiscito que el próximo día 2 de octubre dictaminará el apoyo o rechazo de la gente a este acuerdo publicitado el pasado 29 de agosto.

Más allá de cuál vaya a ser el resultado, el uribismo ha logrado acabar con el imaginario de estratificación ricos-pobres alrededor del conflicto, logrando con su discurso aunar contra el gobierno y contra el acuerdo con las FARC a sujetos de toda clase, social, religiosa, cultural o educativa, cuestión que hasta ese momento sólo había logrado aunar antes la selección Colombia, por fortuna en el asunto político con mucha menor participación. La duda ante un previsible ‘sí’ será de qué manera el ubérrimo expresidente pueda reconvertirse para seguir siendo pieza política fundamental del tablero colombiano.

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