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Rajoy devuelve la pelota a Pedro Sánchez
El líder del PSOE ha lanzado un llamamiento, en abstracto, a las “fuerzas del cambio”, en referencia a Ciudadanos y Podemos, para buscar una “solución al atasco político” tras el fracaso de la investidura de Rajoy.
El guión se ha cumplido sin sorpresas. Mariano Rajoy no ha sido elegido presidente en la sesión de investidura de esta semana y ahora toca explorar nuevas vías que eviten unas terceras elecciones. En estas semanas ha sido el líder del PSOE, Pedro Sánchez, quien ha sufrido una presión mayor, hasta el punto de haber sido señalado desde cabeceras como El País o The New York Times, que pedían la abstención de los progresistas para no poner en riesgo la estabilidad en el país. También se ha situado bajo la sombra de Bruselas, que amenaza a España con una sanción por incumplir el déficit y que se materializará si no hay nuevo Ejecutivo. Y ahora, tras la constatación de que Mariano Rajoy no será presidente, las miradas sobre Sánchez se identifican más si cabe: vuelve a tocarle a él mover ficha.
Parece que no está dispuesto a reeditar comicios sin un último intento. El dirigente del PSOE no mencionó ninguna propuesta alternativa a la repetición de elecciones durante la primera jornada del debate de investidura, aunque este viernes ha lanzado un llamamiento, en abstracto, a las “fuerzas del cambio”, en referencia a Ciudadanos y Podemos, para buscar una “solución al atasco político”. “Si actuamos todos encontraremos una solución, y no les quepa duda de que el grupo parlamentario socialista formará parte de la solución”, ha aventurado, eso sí, sin concretar ninguna propuesta.
Se abre por tanto la posibilidad de una nueva negociación con Podemos que pueda dar como resultado un número importante de escaños a favor de un gobierno de corte progresista, aunque aún quedaría por saber si Ciudadanos o los partidos independentistas -uno de los dos apoyos es imprescindible- respaldarían esta opción. “Ustedes tienen que elegir estratégicamente”, había emplazado Pablo Iglesias a Sánchez minutos antes de que éste hiciera el anuncio de un nuevo intento de negociación, “si su futuro pasa por apoyar al PP o por buscar acuerdos con nosotros”. “Aprovéchenlo, porque a lo mejor es la última vez que tienen la oportunidad de liderar”, añadía el líder de Podemos.
Sánchez se izquierdiza
Lo cierto es que durante sus discursos el pasado miércoles, Sánchez definió un marcado perfil progresista y quemó puentes con Rajoy, ante la incomodidad de parte de su partido. Atacó la corrupción, el deterioro de los servicios públicos y de los derechos laborales, la gestión del PP de la crisis territorial y “abuso de las instituciones”, entre otros elementos, tras lo que certificó la “absoluta desconfianza” que sentía por los conservadores. “España necesita un gobierno que recupere los derechos y libertades cercenados”, defendió, contundente.
Sánchez, que entiende que dejar gobernar a Rajoy supondría el suicidio del PSOE, necesitaba disputar el terreno que de un tiempo a esta parte le ha robado Podemos como oposición real al PP. Huir de la sombra de los eslóganes que denunciaban al PPSOE en las plazas. Después de todo, la repetición de elecciones no es una perspectiva descabellada. “Nadie puede pedirnos que apoyemos aquello que queremos cambiar”, ha resumido el líder progresista para justificar su ‘no’ a Rajoy, que respondía en tono chulesco.
Iglesias vuelve a tender la mano al PSOE
Por su parte, el candidato de Podemos, Pablo iglesias, dirigió su discurso del miércoles a la calle y a sus bases. Durante los últimos meses, la formación ha estado tratando de reactivar a sus círculos para lograr apoyos más allá de las instituciones, que se habían visto mermados tras los últimos periodos electorales. Por otro lado, la abstención golpeó duramente a Podemos en la repetición de elecciones y, si se da una tercera, la caída podría ser mayor. No en vano, los de Iglesias aún no tienen una bolsa de votos estabilizada.
El líder de Podemos se presentó en sus declamaciones como el “antagonista”, en un tono duro que fue en gran medida mitinero, apelando a “nuestra gente”. Criticó, por no acabar con la desigualdad, el acuerdo entre el PP y Ciudadanos, al que llamó “su filial naranja”, e hizo un guiño a Cataluña. “La fraternidad entre los pueblos de nuestro país se construye con mecanismos democráticos”, proclamó. Iglesias se presentó como el representante de un partido que “no cede” ante las élites. “Merecer el odio de esas élites significa para nosotros ser respetables”, añadió.
También se dirigió Iglesias a Sánchez, a quien le reconoció que “a veces ponemos sobre la mesa verdades incómodas” pero aseguró que “para enfrentar al PP y sus políticas sí somos de fiar”. “Lo ha visto en muchos ayuntamientos del cambio y en muchas autonomías”, agregó. Iglesias alabó al líder socialista por haber resistido las presiones tanto externas como internas en una posición muy incómoda. “Ha mantenido su palabra. Le doy las gracias por no facilitar un gobierno del PP”, suavizaba Iglesias, tras lo que le advertía: “Pero ya es hora de decidirse, señor Sánchez. A pesar de nuestras enormes diferencias, de los agravios y de los errores mutuos”.
Rivera fracasa por segunda vez
En cuanto al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, éste se ha presentado de nuevo como el pegamento de España, el que mediante el diálogo y su independencia, supuestamente, de cualquier bloque ideológico, puede hacer que rojos y azules se pongan de acuerdo. “Voy a intentar unir en este discurso a los que creen que son tan distintos”, comenzaba, eso sí, reivindicándose como “nueva política” ante la “vieja”. “De las 150 medidas pactadas con el PP hay 100 que también se pactaron con el PSOE”, argumentaba.
Como el resto de candidatos, Rivera también se movió en el terreno ambiguo entre el discurso parlamentario y el mitin. “Estoy orgulloso de que este partido de centro, el nuevo centro político de España, configure un espacio común”, aseguró. Pero contra quien sí cargó, y duramente, fue contra Podemos, a quienes acusó de querer “controlar a los jueces”. “Ustedes son más de CNI, nosotros somos más de dación en pago”, llegó a espetar Rivera, quien presentó su acuerdo de investidura con Rajoy como la vía para aplicar algunas medidas sociales. El broche al entendimiento entre Ciudadanos y PP lo puso el presidente en funciones: “Creo que nos vamos a llevar bien, señor Rivera. Porque no nos queda otra y porque no viene mal en la vida ir haciendo amigos de vez en cuando”, adelantó, ante un Rivera ruborizado.