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7,9 millones de cómplices

"Al final no hay nada más complejo que una sola persona", reflexiona el autor a propósito de los resultados electorales del 26-J

Mariano Rajoy, en una foto de archivo - PP

PEDRO P. BLANCAS // Tras los resultados de las elecciones generales del pasado 26-J, se demostró que, a pesar de los análisis serios, teorías infundadas, elucubraciones espontáneas, de las infografías proféticas y de las opiniones de expertas sociólogas, de politólogos profesionales, de todólogos de plató o sabios de bar… (todo tipo de tesis multicolor), al final no hay nada más complejo que una sola persona.

Tendríamos que preguntar votante por votante qué le ha pasado por la cabeza para decidir su voto o para no ir a ejercer dicho derecho. Éstos últimos pueden ser indolentes, defraudados, hastiados, egoístas, irresponsables… o coherentes anarquistas. A saber.

Las gentes que votaron opciones nacionalistas podríamos pensar que simplemente son nacionalistas (una frase que la podría firmar el mismo Rajoy). El bloque de izquierdas que escogió distintas opciones -sin profundizar en lo que se considera izquierda- fue crítico, como corresponde a la izquierda y, por tanto siempre dividida, votó en función de miedos, alegrías, convencimientos, desconfianzas…

También fueron críticos los que apoyaron a la opción de Ciudadanos, muy de agradecer siendo un voto de derechas, porque para mí en política el centro es como el de un donut, no hay nada.

Pero hay un voto conservador como la sal, como la manteca, que se va poniendo cada vez más rancia pero que se resiste a desaparecer, una película protectora que defiende su esencia ignota, tan vetusta que la convierte en tradición.

Aunque en esta ocasión, el voto oculto de la mantequilla rancia no sólo se enroca tras símbolos patrios tan vacíos como el centro del donut. Desde ayer, 7,9 millones de complejas personas se han convertido en cómplices del latrocinio, de la estructura mafiosa de un partido, del hedor a cloaca que mana de un ministro de Interior que rebusca entre la basura para acusar a los nacionalistas catalanes de no reciclar, en definitiva, son cómplices del “que se jodan”, y lo más triste es que no se dan cuenta de que su mantequilla la usarán con ellos también de vaselina porque también están jodidos. Son dinosaurios que han votado al meteorito.

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