Opinión

Del 20-D al 26-J: el PSOE ante su prueba de fuego

La mayoría de los analistas consultados coinciden en que la llave de un pacto de investidura la tuvo el PSOE, y volverá a tenerla ahora tras el 26-J.

Encuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias el 5 de febrero de 2016. PODEMOS

BARCELONA// Las matemáticas del 20-D fueron, además de inéditas en España, endiabladas para unos partidos tradicionales que han visto cómo su masa de votantes se ha desplazado hacia nuevas opciones, Podemos a la izquierda y Ciudadanos a la derecha. Las dos formaciones que han sostenido el régimen bipartidista durante décadas han perdido, en pocos años, la hegemonía en el discurso pero también su posición hasta ahora indiscutible dentro de los dos campos del eje ideológico. Sin embargo, pese a todo, la mayoría de los analistas coincide en que la llave de un pacto de investidura la tuvo el PSOE, y vuelve a tenerla ahora tras el 26-J. Pero, ¿por qué ha sido tan difícil llegar a acuerdos? ¿Falta en España, como dicen algunos, cultura de pactos?

El principal escollo ha sido precisamente el cambio del mapa electoral que se vive en España. Así lo cree el politólogo especializado en comportamiento electoral Lluis Orriols, quien explica que en estos momentos “no tenemos un sistema de partidos cristalizado, estable, por lo que éstos están a la expectativa, viendo hacia dónde van las cosas”. No en vano, el PSOE pasó de un desplome hasta los 110 diputados en las elecciones generales de 2011 a un nuevo paso en sentido descendente en la cita electoral del 20-D, en la que logró 90 escaños. No se trata por tanto, como sostienen algunos, de una falta de cultura de pactos en el país, ya que, tal y como recuerda este investigador, a nivel autonómico y local hay experiencias de todo tipo. “Esa es una respuesta muy perezosa, con una visión muy centralista, muy de Madrid, y algo injusta con los políticos”, opina. De este modo, el inmovilismo tras el 20-D tuvo más que ver con la prudencia ante la falta aún de cristalización de ese nuevo sistema. “Hace falta que cada uno sepa cuáles son sus bases y acepte la existencia de los otros”, ahonda, aunque hace una advertencia: “No faltan voces que teorizan que es posible que nos estemos encaminando hacia un único partido de izquierdas, que estemos en una época de tránsito. Por eso hay reticencias, sobre todo en el PSOE, porque su posición en la izquierda está en peligro”, apostilla. Cualquiera de las dos opciones daña gravemente a los socialistas, que resisten mucho peor que su adversario dentro del sistema bipartidista, el PP.

Pero no sólo la inestabilidad y la debilidad del PSOE han sido las causas de la legislatura fallida. La profesora de políticas de la Universitat Pompeu Fabra Berta Barbet subraya algunas más. “En España tenemos la moción de censura constructiva, de manera que una vez que eliges a un presidente de Gobierno cuesta mucho echarlo”, señala. De este modo, cualquier movimiento tiene un peso muy grande. El otro factor crucial serían las mismas matemáticas, la correlación de fuerzas que produjo el 20-D, que “obligó a coaliciones y equilibrios envenenados, ya que no había dos partidos que pudieran sumar, y las diferencias entre unos y otros para un pacto a tres eran bastante cruzadas”. Por tanto, ninguno de los pactos era visto como “natural”, según Barbet.

En las matemáticas imposibles ha tenido, igualmente, un peso fundamental el viraje estratégico e ideológico de los partidos catalanistas, que han abandonado la vía autonomista y ahora condicionan cualquier pacto a la apertura de posibles vías de ruptura con el Estado. Para el profesor de ciencias políticas de la UNED Jaime Pastor éste obstáculo choca directamente con otro frente abierto, la división en el seno del PSOE.

“Determinadas baronías, como la andaluza, no perciben o no reconocen que a la sociedad no le preocupa ya tanto la cuestión catalana como la social o la corrupción”, opina. Orriol considera también que “el mandato de ruptura” de los independentistas, “que antes cambiaban apoyo por prebendas, es un ingrediente letal para los pactos. Si no está va a ser todo mucho más fácil”. La cuestión del referéndum volverá a ponerse, inevitablemente, encima de la mesa tras el 26-J. En este contexto, la presión sobre Unidos Podemos será enorme, ya que dentro de la confluencia se encuentra la candidatura En Comú Podem, de la que la coalición estatal obtiene un gran número de votos, y que tendría más difícil renunciar a una consulta que unas siglas pilotadas exclusivamente desde Madrid. Pastor se fija en la división interna dentro de la candidatura progresista: “Ahora va en bloque pero en el futuro nos vamos a encontrar o bien con grupos propios o con un gran grupo federal, por lo que Iglesias se va a tener que mantener firme con algún tipo de compromiso que satisfaga a En Comú Podem”.

Llegados a este punto de bloqueo es donde parece tomar cada vez más fuerza la hipótesis de la gran coalición, considerada un suicidio para el PSOE pero que podría tener una base más sólida ahora, tras el 26-J. “Es más viable porque unas terceras elecciones pueden ser muy costosas”, apunta Orriol, quien añade que, además, “aún no se ha explorado el grado de flexibilidad del PP, ya que no entraron en las negociaciones y no están siendo claros con hasta dónde estarían dispuestos a renunciar”. En opinión de Pastor, el PSOE tendrá dificultades a la hora de pactar con Podemos no sólo por la oposición interna con la que se encontraría Pedro Sánchez en ese caso sino también con la presión que ejercería el “establishment”. “La mayoría de medios hará una gran presión, por lo que aunque las sumas puedan dar, sigo pensando que el gobierno progresista es la opción menos probable, van a hacer lo imposible para que Pablo Iglesias no llegue a la Moncloa”, reflexiona. En consecuencia, cada vez más, se oye la idea de la búsqueda de un independiente, tal y como ha propuesto en varias ocasiones Albert Rivera, que haga posible el consenso, ya sea en forma de apoyo explícito o de abstención, en torno a un proyecto de gobierno entre PP, PSOE y Ciudadanos. Algo que Berta Barbet no tiene nada claro: “Se comenta mucho esa idea, se dice que si Rajoy no estuviera todo sería más sencillo, pero yo soy bastante escéptica con eso. Al final los líderes representan al partido, y el partido es mucho más potente”, reflexiona.

En cualquier caso, la llave la tendría, de nuevo, el PSOE. Tanto para la formación de un gobierno progresista con Podemos como otro de gran coalición -bajo diferentes fórmulas posibles-. El partido socialista puede ver cómo la formación de Iglesias le arrebata su posición en la izquierda, pacta con él pero también puede acabar en el mismo punto si mira a su derecha. El suelo es de fango. La volatilidad, cada vez mayor. “El gran error de esta legislatura ha sido para el PSOE el apoyarse en un pacto inicial con Ciudadanos, que ha demostrado que la hipótesis de Pedro Sánchez era inverosímil”, recapitula Pastor, que cree que lo mejor que podían haber hecho los socialistas era pedir un gobierno sin compartirlo con Podemos, pero con su apoyo. “Habrían forzado un debate en la formación de Iglesias y habría sido un escenario más sencillo”, asegura.

Pero los socialistas no jugarán la batalla solamente en el plano externo. Lo harán también de puertas adentro, como recuerda Berta Barbet: “Para mí la clave del pacto será saber qué va a pasar dentro del PSOE. Dentro no está muy claro quién ganará la batalla interna, y en esa clave también se va a analizar la conveniencia de dejar que gobierne el PP o llegar a un pacto con Podemos”. De lo que tampoco duda Barbet es de que el referéndum tendría “evidentemente, que caerse de un pacto de gobierno”.

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