Sociedad
La izquierda catalana y los antidisturbios: disolución o mossos “de cercanía”
Este sector político se está viendo obligado a pensar en los cuerpos policiales, ya no tanto desde la perspectiva de la oposición, sino del gobierno
Los Mossos han vuelto a situarse en el centro de la polémica tras la absolución de los agentes acusados por destrozar un ojo a Ester Quintana, el acuerdo que libra de la prisión a los agentes que mataron a Juan Andrés Benítez o la actuación a la hora de enfrentar las protestas por el desalojo del Banc Expropiat, en el barrio de Gràcia, en Barcelona. Puntos negros en la actuación de un cuerpo policial y en la depuración de responsabilidades que la izquierda catalana, cada vez más, se ve obligada a analizar desde el punto de vista de su gestión.
En el caso de la CUP, cuya voz tiene un peso especial en el Govern debido a que su apoyo es clave para la estabilidad, es el grupo que tiene una posición más marcada con respecto a este tema. “Pedimos la disolución de la Brigada Mòbil”, afirma, contundente, la diputada Mireia Vehí. Lo hacen, añade, en base a las “prácticas muy desproporcionadas” de este cuerpo y porque “dentro hay una cantidad de gente de extrema derecha altísima”. Además, el hecho de que sean “unidades muy corporativas y opacas” hace que una mala praxis sea “muy difícil de identificar”.
Para Vehí, la mayoría de los conflictos que se dan en el marco del orden público no son policiales, sino políticos. “Cuando esta gente interviene es el fracaso de la política”, sostiene. En localidades como Barcelona y Sabadell -en esta última ciudad la CUP forma parte del gobierno municipal- las unidades locales de antidisturbios han sido disueltas. A nivel catalán la lógica a aplicar sería la misma. “Necesitamos herramientas de resolución de conflictos, de protección de derechos y de mediación, no policías entrenados exclusivamente en el uso de la fuerza”, defiende la diputada.
Un debate aún muy verde en la izquierda
En todo caso, lo cierto es que la CUP no ha emprendido un debate a fondo sobre este tema. “Hemos dedicado muchas horas a hablar de economía social, por ejemplo, pero no a esta cuestión”, reconoce Vehí, por lo que aún tienen que “darle vueltas”. Las agrupaciones de cada municipio están actuando por iniciativa propia. “Estamos construyendo práctica y discurso a la vez, lo cual implica muchas carencias pero también permite construir algo nuevo”, reflexiona.
En unas posiciones parecidas, pero sin plantear la disolución de los antidisturbios, se encuentra Catalunya Sí que es Pot. Joan Giner, diputado de la formación, tiene claro que “evitar disturbios no se logra con antidisturbios” y, por eso, considera que “las policías más seguras del mundo no son aquellas con más efectivos, sino que más de proximidad son”. Pone como ejemplo la de Londres, donde “muchos no llevan ni armas de fuego encima”. “Lo que genera o no genera sensación de seguridad no es la presencia policial sino la desigualdad, que hace que haya más problemas en barrios concretos”, analiza.
Papel «directo» de las asociaciones de vecinos
La izquierda se está viendo obligada a pensar en los cuerpos policiales, ya no tanto desde la perspectiva de la oposición, sino del gobierno. Giner echa mano de su experiencia trabajando dentro de las prisiones para explicar su concepto de policía: “Hay que abordarla desde la gestión pero también desde el ámbito laboral y desde el de los manifestantes”. Esta fórmula incluye “tender a no sobrearmar” al cuerpo y un modelo “más de cercanía que de policía militar”. En todo caso, los conflictos “no hay que esconderlos, hay que mediarlos”, sostiene, y en todo caso tratarlos desde una perspectiva política.
CSQP es partidario de la disolución de unidades antidisturbios a nivel local pero no de toda Cataluña. “Habría que modificar el concepto de antidisturbios, hay muchos tipos de intervención”, señala, y pone como ejemplo una celebración de una victoria futbolística en la que se produzcan destrozos: “Ahí se tiene que hacer una intervención”. Y en este punto marca distancia con la CUP: “Así como la CUP es antisecurización total, el PSC es lo contrario. Nosotros tendemos a un modelo de no securización pero sin olvidar que hacen falta fuerza de orden público”. Como ejemplo exitoso pone a Can Vies. “Lo hicieron bien, con la mediación de la asociación de vecinos, que son entidades que tendrían que tener un papel directo en estos casos”, concluye.