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Ciocia Basia, el colectivo que ayuda a abortar a mujeres polacas en Berlín

"Las mujeres no siempre encuentran un ginecólogo que las atienda porque los médicos tienen mucho miedo", afirma la activista Sarah Diehl sobre las dificultades en un país donde la interrupción voluntaria del embarazo está permitida en tres supuestos.

El aborto es un tabú en Polonia. La ley sólo lo permite en caso de violación, de riesgo para la vida de la madre o cuando el embrión presenta daños irreversibles. E incluso en esos casos los médicos tienen miedo a realizar las intervenciones y se acogen a la cláusula de conciencia. Además, a través de una iniciativa popular, se están recogiendo firmas para que el Parlamento debata una prohibición total. Tanto el partido en el poder, el conservador PiS (Ley y Justicia), como la Iglesia católica, apoyan la medida. Muchas mujeres polacas buscan ayuda en el extranjero y, muchas de ellas, encuentran ayuda en un colectivo en Berlín. Allí encontramos a Sarah Diehl, activista y escritora que desde hace décadas se preocupa por los derechos reproductivos.

¿En qué consiste el colectivo Ciocia Basia?

El trabajo que llevamos a cabo en Berlín está inspirado por otras organizaciones que en todo el mundo se han autoorganizado en países muy diferentes, desde Kenia a Amsterdam, pasando por Argentina o Filipinas. Son grupos de mujeres que ayudan a facilitar el aborto en contextos en los que está prohibido. Nosotras ayudamos a mujeres polacas. Empezamos en 2015 y trabajamos de forma voluntaria. En total somos unas diez personas, mujeres, y ahora tenemos dos hombres también que hacen de traductores y nos ayudan a acompañar a las mujeres afectadas. Les ofrecemos un paquete completo: información, explicando lo que necesitan exactamente, el viaje, el alojamiento en Berlín si es preciso y además tenemos un acuerdo especial con ginecólogas que lo ofrecen por un precio más barato del normal. Tras la caída del telón de acero, algunos países donde el aborto era legal fue prohibido. Era una forma de volver a los valores conservadores católicos con una determinada imagen de la familia. Este es el caso de Polonia, y ahí es donde actuamos.

Sin embargo, el aborto es legal en Polonia en determinados supuestos…

Incluso aunque sea legal, ello no quiere decir que sea accesible. Esto es algo que siempre he querido remarcar, también con mis documentales, y los propios médicos aseguran que las mujeres no siempre encuentran un ginecólogo que las atienda, porque los médicos tienen mucho miedo. Piensan que van a tener problemas o que van a ser criminalizados. También hay muchas zonas grises porque en algunos casos no está claro si es una indicación médica no, y al final dejan a las mujeres simplemente solas. Además de toda la moralidad que rodea al proceso. Es muy dramático y horrible, en sentido emocional y corporal, para estas mujeres.

¿A cuántas personas atendéis?

No llevamos una estadística, pero son cada vez más porque nos vamos haciendo conocidas en Polonia, por eso estamos buscando más traductores. Cada semana nos escriben al menos dos mujeres, pero ello no significa que todas ellas vengan al final. A veces encuentran otras soluciones. A menudo encargan pastillas abortivas por Internet. La asociación Woman on web manda estas pastillas por correo postal a países donde es ilegal abortar. Pero no siempre llegan a su destino, porque a menudo son requisadas en las aduanas. Entonces las mujeres nos tienen a nosotros como último recurso. Si las pastillas no llegan, conciertan una cita con nosotros y así pueden abortar.

¿Cómo os dais a conocer?

Por ahora a través de Internet, pero también queremos hacer pegatinas con el dinero que recibimos como donaciones para que sepan de nuestra existencia en pueblos más apartados de la capital, que es donde nos conocen sobre todo. Queremos alcanzar a mujeres que viven en pueblos y no saben qué hacer ni tienen quién las pueda ayudar. Es mucho trabajo y sobre todo no es un trabajo pagado, pero recibimos mucha ayuda porque a muchas personas les conmueve este tema, comprenden lo que hacemos y por eso nos apoyan. Por ahora no tenemos oficina, solo una línea telefónica de información, en la que hacemos turnos de forma coordinada.

¿Es legal lo que hacéis?

Por supuesto. En Alemania no hay ningún problema, siempre que nos atengamos a la legalidad. Es decir, que se haga dentro de los plazos establecidos, hasta la semana doce, y que tomen parte de un asesoramiento con un psicólogo. Este es el único problema en realidad, porque esta cita tiene que tener lugar tres días antes del aborto y entonces tienen que quedarse más tiempo en Berlín o venir dos veces, por lo que el acceso se complica. También tenemos contacto con psicólogos que hacen este documento.

¿Qué relación tenéis con el grupo español de activistas Red Federica Montseny?

Hay dos mujeres de la Red que viven aquí en Berlín y forman parte de nuestro grupo. A nivel europeo estamos conectadas con otras redes de mujeres, como la Abortion Support Network, que ayudan a mujeres irlandesas a abortar en Londres . O también las asociaciones Woman help Woman o Woman on web, con sede en Amsterdam y que mandan las píldoras por correo. Nosotros no podemos hacer eso porque no somos médicos. Hace un par de meses llevamos a cabo una acción mediática con dron, con el cual llevamos pastillas abortivas a la frontera polaca. Ésta la organizamos en conjunto con ellas, que son muy conocidas y son la misma
gente de Woman on waves, que han llevado a cabo campañas muy exitosas, como cuando alquilaron un barco e iban realizando abortos a bordo en países donde el aborto es ilegal. Su base está en Amsterdam, pero ayudan por todo el mundo.

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