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El ELN, conversaciones, diálogos y secuestros
"Urge resolver la cuestión de los secuestros para poder avanzar en el diálogo de paz entre el Gobierno colombiano y el ELN", reflexiona el autor tras el caso de la periodista Salud Hernández.
Salud Hernández, columnista del diario colombiano El Tiempo y colaboradora del periódico El Mundo, liberada este viernes, realizaba un reportaje en la región del Catatumbo en la frontera con Venezuela. A su desaparición había que sumar la de los periodistas Diego D’Pablos y Carlos Melo. El asunto deviene en confuso. Desde el primer momento algunas voces no dudaron en calificar el asunto como un secuestro con un responsable, el autoproclamado Ejército de Liberación Nacional (ELN), activo en la región junto a las autoproclamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el autoproclamado Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Frente Libardo Mora Toro, una escisión del EPL.
El presidente de Colombia aseguró haber dado instrucción a la fuerza pública: “A nuestros generales, comandantes de todas las fuerzas y al director de la Policía, que tienen que desplegar todos los esfuerzos necesarios para ubicarla y retornarla a la libertad, si es que está retenida”, dijo. Grupo Antisecuestro y Antiextorsión conocido como Gaula se desplegó sobre el terreno. Sin embargo, la cuestión no estaba del todo clara, su desaparición podía haberse dado de manera voluntaria en el curso de una investigación periodística. Retornarla a la libertad, “si es que está retenida”. Y de pronto, la duda.
El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, también aseguró durante un receso en la cumbre humanitaria de la ONU en Estambul que existían dudas: “Ahora no hay certeza de que se trate de un secuestro o que esté retenida contra su voluntad”. Ella había avisado a sus familiares y allegados de que iba a entrar en una zona sin cobertura. A ellos habría que sumar, según Margallo, el hecho de que no ha habido reivindicación de ningún secuestro, algo que, aseguró, “no es frecuente” en grupos armados. Sin duda, el ministro Margallo es una voz más que autorizada en relación con la dinámica de los secuestros de ciudadanos españoles en el extranjero. No obstante, la vida interna de los grupos armados responde a una lógica menos previsible y ordenada de lo que habría que prever.
La cuenta oficial de Twitter de la emisora Radio Nacional Patria Libre conocida como Ranpal, órgano de expresión del ELN, anunció que no podía pronunciarse sobre el secuestro al haberse dado en una zona de guerra, el Catatumbo, “objetivo de empresas multinacionales” de manera “que las guerrillas usan comunicación segura”. Este método seguro incluye la recepción semanal de los reportes de sus diferentes frentes “a lomo de mulas, lenta, personalizada, de mano a mano, pero segura y muy seria”.
El secuestro de Salud Hernández y sus compañeros podría haberse sumardo a los cuatro rehenes que cuenta en la actualidad el ELN según el Ministerio de Defensa colombiano. El ELN se niega a renunciar al secuestro, y es ese precisamente uno de los obstáculos para el inicio del diálogo de paz con el Gobierno. Ya Israel Pablo Beltrán Ramírez Pineda, comandante del ELN, admitió que el asunto de los secuestros es uno de los temas sobre la mesa. Esta negativa quizás se deba a que el secuestro se constituye como una de las bases de su financiación y al no haber acumulado las suficientes reservas con el fin de encarar la negociación. Además, el secuestro de ciudadanos extranjeros aumenta su capacidad negociadora al implicar la libertad y seguridad de ciudadanos no nacionales.
El secuestro fue rechazado por el ELN hasta hace unas décadas como una forma de financiación no revolucionaria. El narcotráfico también fue rechazado por esta misma razón durante décadas. No obstante, tanto el secuestro como el narcotráfico, al que hay que sumar la extorsión, son la principal fuente de financiación del ELN. Sin embargo, algunos analistas atribuyen el lento crecimiento del ELN en comparación con las FARC precisamente al desembarco tardío de la organización en el cultivo y tráfico de cocaína.
Las conversaciones sobre un posible diálogo entre el Gobierno y el ELN parecían avanzar por buen camino. Pero no debe olvidarse que el ELN, que cuenta con un número de combatientes en torno a los 2.000, según algunas estimaciones, difiere de las FARC en cuanto a su estructura de liderazgo y toma de decisiones. Hecho que redunda de manera negativa en cualquier intento de negociación. Su dirección nacional cuenta con 23 miembros, y siempre se ha caracterizado por el enfrentamiento entre sus miembros, liderazgos de tintes maniáticos, desorden y la cultura de la facción.
Por encima de la DG está el Comando Central, compuesto por Nicolás Rodríguez Bautista, Gabino, Israel Pablo Beltrán Ramírez Pineda, Eliécer Antonio García Chamorro, Gustavo Pablito Giraldo Quinchía, y Rafael Ramiro Vargas Sierra Granados, los cuales toman las decisiones mediante un proceso participativo consensuado. Los cinco han sido acusados por la Fiscalía de Colombia de crímenes de guerra y lesa humanidad en los que pueden incluirse 4.894 secuestros, 930 casos de reclutamiento forzado, 5.391 homicidios, 2.989 desplazamientos, 1.605 violaciones de los derechos humanos y 80 casos de violencia de género durante el periodo 1986-2016. Una macro imputación a modo de medida legal que ejercerá más presión sobre la guerrilla para que cumpla su promesa de someterse a un proceso de paz.
Que las estructuras colegiadas de liderazgo suponen un problema de cara a posibles negociaciones es un hecho ya constatado. El Comando Central del ELN podría no tener la suficiente capacidad para mantener la cohesión interna. A la espera de más información, todo parece indicar que las últimas operaciones del ELN en las que se han de incluir el sabotaje y el asesinato se han dado precisamente en el sector en el que había sido secuestrada Salud Hernández y está controlado por el comandante Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, alias Pablito. Algunas fuentes aseguran que Salud Hernández tenía intención de adentrarse cerca de la frontera con Venezuela en el transcurso de su investigación y no puede descartarse que los autores del secuestro se aprovechasen precisamente del hecho fronterizo.
El ELN se ha servido del territorio venezolano desde hace décadas pero es en los últimos 15 años cuando su presencia se ha hecho más significativa debido al cambio del gobierno en Venezuela, a la necesidad de replegarse ante los ataques de grupos paramilitares y fuerzas gubernamentales y para desarrollar actividades vinculadas al secuestro, la extorsión y al narcotráfico transfronterizo. Se cree que a lo largo de estos años el ELN podría haber estrechado lazos con el grupo venezolano Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL), aun cuando en algunas ocasiones se han visibilizado conatos de tensión por el control del territorio de Apure, zona en la que podrían vivir algunos líderes del ELN.
Pese a lo confuso de la situación en relación con el posible secuestro de Hernández, lo cierto es que el inicio de conversaciones entre el Gobierno colombiano y el ELN es siempre positivo, entre otras cosas porque reduce el atractivo que pudiera tener el ELN para aquellos combatientes de las FARC contrarios al abandono de la violencia. Sin embargo, teniendo en cuenta que el 70% de los cultivos de cocaína podrían estar controlados por las FARC, su desmovilización podría redundar en un mayor interés del ELN en hacerse con una mayor participación en el cultivo y tráfico de cocaína llenando el vacío que pudieran dejar las FARC tal y como pasó con Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Máxime cuando algunas fuentes apuntan precisamente al comandante Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, Pablito, miembro del comando central y jefe militar del ELN, contrario al proceso de paz y uno de los artífices de la decisión del ELN de dedicarse al cultivo y tráfico de cocaína.
El ELN y el Gobierno colombiano se acusan mutuamente de postergar el inicio de las conversaciones. Antes del inicio de las mismas, el Gobierno puso como condición que se detuvieran los secuestros. Israel Pablo Beltrán Ramírez Pineda, miembro de la delegación de negociadoras del autoproclamado Ejército de Liberación Nacional, aseguró: “Hay que actuar de acuerdo a lo que pactamos. Tenemos unas reglas de juego, trabajemos con eso y todos esos asuntos que preocupan más a una u otra parte, llevémoslo a la mesa”. El ELN denunció que el Gobierno colombiano estaba postergando la formalización de los diálogos de paz anunciados a finales de marzo con exigencias de última hora. Según Pablo Beltrán, el Gobierno realizó un cambio de método: “Antes venía colocando el tema de las retenciones como una exigencia y ahora ya lo coloca como un punto de negociación”.
Pese a lo denunciado por el ELN, Guillaume Long, canciller ecuatoriano, afirmó que el inicio del diálogo de paz entre el Gobierno y el ELN podría demorarse unas semanas más de lo esperado ante la falta de un acuerdo sobre el fin de los secuestros. Según Guillaume Long, “este problema del tema del secuestro es lo que está frenando en este momento el inicio del diálogo previsto para finales de mayo en Ecuador”. Urge resolver la cuestión de los secuestros para poder avanzar en el diálogo.
El secuestro ya resuelto de Salud Hernández podía tener como finalidad o bien presionar al Gobierno colombiano o bien el cobro de un rescate a fin de financiar sus actividades. Quizás la intención era sondear la respuesta del Gobierno, medir su posición negociadora o simplemente ser fruto de la improvisación o la decisión unilateral por parte de un frente o de una partida vinculada a un frente.
Un secuestro siempre supone un dilema moral. El posible pago de un rescate o el pliegue a las exigencias de los secuestradores siempre es una posibilidad cuando se anteponen razones de carácter humanitario y de cálculo político a la responsabilidad del estado o el apego a la legalidad. Colombia es uno de los países con mayores tasas de secuestro del mundo y su Gobierno no puede permitirse actuar con la misma flexibilidad con la que actúan otros gobiernos en estos casos. Algunos secuestrados han permanecido más de una década en manos de la guerrilla. Si de las negociaciones entre las FARC y el Gobierno de Colombia resulta el abandono de la violencia por parte del primero no existen motivos para pensar que algo así no pudiera pasar con el ELN tal y como ocurrió con el M19. A
raíz del secuestro de Salud, Rodrigo Londoño Echeverri representante de las FARC, alias Timoleón Jiménez o Timochenko, escribió en su cuenta de Twitter, entre la amnesia y el voluntarismo: “¿La #Paz no implica que cambiemos?”. La paz y el transcurso de una negociación de estas características deben implicar no solo la voluntad de cambiar si no la capacidad de ejercer esta voluntad en la totalidad de la organización a la que dicen representar los delegados del ELN en las negociaciones con el Gobierno. Sin duda una cuestión complicada, pero posible.
Román Echániz es socio cooperativista de La Marea.