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El populismo empresarial y la cultura del esfuerzo
La ideología de la cultura del esfuerzo como un instrumento del populismo empresarial para inculcar la culpa en el ciudadano cuando le quitan derechos
MADRID// Cuando murió Emilio Botín, presidente del Banco Santander y empresario plenipotenciario, tuvimos que asistir en España a una especie de revisionismo histórico sobre las bondades de su vida que intentaban trasladar las bases de un pensamiento hegemónico que considera a los empresarios multimillonarios el pilar fundamental de su ideología, el capitalismo. Para ello se suelen utilizar unas tácticas comunes a la hora de alabar a estos empresarios de la lista Forbes con unas cualidades estereotipadas. Son hombres hechos a sí mismos, se suele decir que empezaron de cero, sea verdad o no, se ensalza su austeridad y campechanía, igual que con el rey, y se alaba con profusión cualquier acto de caridad a la vez que se intentan ocultar sus líos con Hacienda y sus deslocalizaciones laborales y condiciones de sus trabajadores. Es el populismo empresarial.
Emilio Botín, DEP uno de los grandes. Empezó de cero y convirtió al Santander en un ejemplo mundial, saliendo reforzado de todas las crisis.
— Daniel Lacalle (@dlacalle) September 10, 2014
Daniel Lacalle, uno de los economistas preferidos del neoliberalismo cañí, decía que Emilio Botín empezó de cero hasta convertir al Santander en un ejemplo mundial. Quien no conozca la vida de los Botín puede creer que el banquero santanderino empezó limando monedas frente a la Playa del Sardinero hasta lograr su emporio. Si por el contrario somos rigurosos con la historia sabremos que la familia Botín debe el origen de su fortuna a un privilegio que le concedió a su familia la reina Isabel II allá por el año 1857.
Estos últimos días hemos asistido a alguna de las prácticas habituales de este populismo empresarial a la hora de dibujar las semblanzas de estos multimillonarios, la difusión de la humanidad y sensibilidad y la escenificación de trabajo duro. Un ejemplo fue el cumpleaños de Amancio Ortega, cofundador y máximo accionista de Inditex, y el otro la medalla del mérito al trabajo a Juan Roig, presidente de Mercadona. El flashmob de los trabajadores de Inditex para celebrar el aniversario de Ortega fue el que más repercusión tuvo. “No pudo evitar las lágrimas al ver a cientos de empleados” decía El País. El regalo de cumpleaños de su hija Marta Ortega fue noticia en todos los medios escritos y en todas las televisiones. No se necesita publicidad cuando todos los medios muestran “gratis” a los trabajadores bailando para el jefe emocionado entre lágrimas. Obreros bailando para el patrón guionizando la magna obra de Horace Mccoy.
“Dicen que su secreto es haber trabajado duro y saber mantener los pies en el suelo. Dicen, también, que todavía se le puede encontrar en la sede de Inditex, en Arteixo, almorzando alguna vez en el comedor donde también acuden los empleados”, decía un artículo en El País sobre el empresario coruñés. Porque hacer noticia del comer junto a la gleba, con la plebe, con el proletariado, como el rey Felipe VI, es una de las características fundamentales de este populismo empresarial.
Comer de menú para intentar enseñar a los trabajadores que tu jefe vive como tú: “El gallego sigue haciendo su vida, con absoluta normalidad, entre el Manhattan y el Bar Don Jamón, en un polígono de Arteixo, cerca del taller más eficiente del mundo, bar al que cada miércoles suele ir a comer los callos y la tortilla de Paca, a poco más de siete euros el menú. Medicina natural”, decía El Confidencial.
El populismo empresarial quiere trasladar a los obreros que todos pueden ser Amancio Ortega si se lo proponen y trabajan duro. La plena instauración de la cultura del esfuerzo, que es simple ideología individualista, es la que está detrás de este modo de pensar que sirve para esquilmar derechos a los trabajadores y justificar recortes del gasto público para que sea el individuo, y no el colectivo, el que sirva de elemento básico de las estructuras sociales. Y en esta ideología de la cultura del esfuerzo aparece otro de los personajes prioritario del populismo empresarial en España, Juan Roig.
El gobierno en funciones en sus últimos estertores se sacó de la manga una honra especial al día de los trabajadores y concedió la medalla del mérito a trabajo a Roig. El empresario dueño de la empresa alimenticia fue otro “hombre hecho a sí mismo” que heredó de su padre, Francisco Roig Ballester, un emporio empresarial que se repartieron los hermanos: Las Cárnicas Roig, Mercadona, la firma cerámica castellonense Pamesa y la Cooperativa Ganadera Valenciana Agropecuaria El Saladar.
La revista Fomento de la producción publicó en el año 1979 la lista de los 100 españoles más ricos, entre ellos, en el número 45, se encontraba Francisco Roig Ballester, con una fortuna de 2.400 millones de pesetas. Juan Roig ha sido el encargado de heredar la empresa que su padre fundó en el año 1977. Como todas las fortunas que se fraguaron durante el franquismo las relaciones con las altas instancias de la dictadura eran muy cercanas.
Como ejemplo de esta buena relación sirve la boda de Francisco Roig Alfonso, hermano de Juan Roig, que se casó en 1962 y que invitó a su boda a Bernardo de Lassala, gobernador civil y presidente de la diputación de Valencia, a Adolfo Rincón de Arellano, alcalde de Valencia, Joaquín Hernández, delegado provincial de los sindicatos verticales de Valencia. La cercanía de la familia Roig con las altas esferas continúo en la Transición, en el año 1979 la COAG denunciaba que el ministerio de Agricultura entronces dirigido por Fernando Abril Martorell beneficiaba a Cárnicas Roig en detrimento de otras empresas al no abrir las exportaciones de carne a otros beneficiarios, ya que la empresa de los Roig se quedaba con el 80% de la exportación.
Roig, que debe su fortuna a la herencia familiar, es un firme defensor del emblema del populismo empresarial. La Fundación Trinidad Alfonso es una organización sin ánimo de lucro, presidida por Juan Roig, que nace en 2012 con un objetivo muy claro: irradiar la cultura del esfuerzo en la sociedad del País Valenciano. El método de Roig siempre ha quedado claro: “Los españoles deberían cambiar su cultura del esfuerzo y trabajar como los chinos para aumentar la productividad”
Porque ese es el objetivo final del populismo empresarial. Vender a empresarios multimillonarios como ejemplos a seguir por todos los trabajadores creando una falsa esperanza de imitación. Unos tótem sociales incontestables que adorar para inculcar en la clase obrera que si se esfuerza lo suficiente puede llegar a imitarlos. La verdadera intencionalidad de ese populismo empresarial es difundir un mensaje propagandístico que permita la eliminación de derechos sociales y laborales integrando la culpa en el trabajador. Para que cuando te quedes en la cuneta quede bien claro que ha sido por tu culpa. No te has esforzado lo suficiente.