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Las vidas gitanas importan

"Cuando Mitko se atrevió a decir que los gitanos son/somos iguales, estaba defendiendo también mi dignidad y la de mi hijo", escribe Jud Nirenberg.

Jud Nirenberg* // El 18 de abril, un adolescente al que nunca he conocido personalmente, Mitko, se reveló para mí. Poco después de ser golpeado por un supremacista blanco, Mitko se puso de pie y defendió algo más, algo mío. Mitko es rom, gitano, miembro de la minoría étnica más grande de Europa y, según muchas encuestas, la minoría contra la que las personas tienen más prejuicios. Iba de camino a casa en la pequeña localidad búlgara de Ovchepoltsi cuando un tipo mucho más grande que él,  Angel Kaleev, de 24 años, se plantó delante de él y le preguntó si pensaba que eran iguales. Kaleev grabó en vídeo el encuentro.

Mitko, nervioso, trató de sonreír y, claramente consciente del riesgo del asalto, contestó: «Bueno, si no me vas a golpear, te diré que sí, que somos iguales». El atacante lo golpeó y lo tiró al suelo. Maldijo y reprendió al niño. «¿Soy un gitano? ¿Eh?», le gritaba mientras seguía golpeándolo y exigiendo a Mitko que se disculpase por suponer que eran iguales a pesar de su diferencia étnica.

Kaleev publicó el video con su propio comentario racista en los medios sociales. Mitko resultó herido, pero no está convencido de que la gente romaní, las personas gitanas, sean/seamos inferiores a los demás. E hizo su propia declaración en los medios sociales: una foto de sí mismo sosteniendo un cartel que dice #RomaAreEqual (los Romá, los gitanos, somos iguales). Su desafío ha provocado que personas romaníes, gitanas, de toda Europa y de otros lugares del mundo publicaran propias fotos con el lema #RomaAreEqual. También ha aflorado muchos mensajes racistas en redes sociales por parte de los búlgaros que encuentran la consigna ofensiva de la igualdad.

Cuando este joven se atrevió a decir que los gitanos son/somos iguales, y se lo dijo a la cara a un intolerante con intención violenta es obvio que no sólo estaba afirmando su propia dignidad, estaba también defendiendo mi dignidad, la dignidad de mi hijo y la de todas las personas romaníes, gitanas.

Sabiendo que iba a tener que levantarse al día siguiente, ir a su escuela segregada (en las ciudades de todo Bulgaria, niños y niñas romaníes sufren segregación escolar) y luego regresar a casa por la misma calle donde Kaleev lo asaltó, Mitko eligió mostrar públicamente que esta historia no ha terminado.

Organizaciones como el Centro Europeo de Derechos Romaníes con sede en Budapest están pidiendo al Gobierno de Bulgaria que elabore planes para responder mejor a los crímenes de odio. Lamentablemente, la atmósfera política actual no es proclive a dar un nivel alto de prioridad a la lucha por la igualdad de derechos.

Mitko, si lees esto, quiero que sepas que no eres igual que Ángel Kaleev, tú eres mejor.

* Jud Nirenberg, escritor, es presidente del Centro Nacional Romaní de Macedonia y ha sido director ejecutivo de el Foro Europeo de Romaníes y Travellers

Traducido por Nicolás Jiménez, sociólogo gitano, coautor de la Guía de Recursos contra el Antigitanismo (FAGA, 2015)

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