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Luis Ferreirim (Greenpeace): “El TTIP es un atentado contra nuestras libertades y derechos”
La Marea entrevista al portavoz de Greenpeace tras la filtración, por parte de la organización, de un documento que revela el estado de las negociaciones.
La noticia daba este lunes la vuelta al mundo: Greenpeace Holanda hacía públicas 248 páginas de documentos que revelan presiones de EEUU para rebajar las exigencias comunitarias en materia medioambiental y alimentaria en el marco de la negociación del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés). Una maniobra definida por la organización ecologista como una «defensa de la transparencia» que, a su juicio, está brillando por su ausencia en las negociaciones del tratado entre ambas potencias.
Los documentos publicados por Greenpeace comprenden aproximadamente la mitad del borrador del texto fechado en abril de 2016. 13 capítulos más una nota titulada Estado táctico de las negociaciones TTIP-marzo de 2016, que hablan, entre otras cosas, de reducir las exigencias sobre productos químicos, pesticidas y organismos modificados genéticamente, fuertemente regulados a este lado del Atlántico.
Luis Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace y portavoz de la organización, explica a La Marea el contenido de los documentos y las consecuencias que tendría para los ciudadanos y el medio ambiente la hipotética aprobación de un tratado cuya oposición no para de crecer entre la ciudadanía europea.
¿Cómo accede Greenpeace a estos documentos?
Greenpeace no puede revelar cómo ha accedido a ellos: se trata de una cuestión interna. Lo importante es que son documentos verídicos, y así está comprobado y confirmado. Hay que tener en cuenta que no son los documentos finales, porque había incluso frases tachadas, en fase de trabajo.
¿Cómo han reaccionado los afectados por esta filtración?
La única reacción ha sido de la Comisión Europea. Y todo lo que han venido a decir es absolutamente contradictorio con lo que estamos denunciando: que lo que pretenden estas negociaciones es allanar el camino para las grandes corporaciones, incluyendo la posibilidad de que esas mismas multinacionales demanden a los países. Ellos han reaccionado negándolo, diciendo que en ningún caso se iba a disminuir la capacidad de la legislación europea de proteger el medio ambiente y la salud de las personas, pero los documentos demuestran precisamente lo contrario.
¿Qué consecuencias cree que puede tener que se hayan hecho públicos?
Nuestra principal demanda y nuestro principal objetivo es conseguir que se detengan las negociaciones. Ésas son las consecuencias que debería tener. Porque estos documentos son el ejemplo más claro de la poca transparencia que hay detrás de esta negociación. De lo poco democrático que es que no sepamos lo que se está negociando y debatiendo en este acuerdo. De la gran amenaza que supone para la ciudadanía y para el medio ambiente. La gente tiene derecho a conocer las implicaciones que tendría el TTIP.
Hablemos de esas amenazas, fundamentalmente en materia de salud pública y medioambiental. Mucha gente aún no sabe en qué afectaría a sus vidas una hipotética aprobación del TTIP. ¿Cómo hacer llegar de manera clara ese mensaje?
No siempre es fácil, porque se trata de documentos complejos. Pero ya antes de conocerlos ha habido una gran oposición, sobre todo en otros países de Europa, donde se han manifestado casi 3.000 millones de personas contra el TTIP. La gente ha de saber que lo que busca EEUU, principalmente en materia medioambiental, es conseguir que se armonicen a la baja las legislaciones en materia medioambiental y de protección de la ciudadanía. Aunque la legislación europea no es perfecta, y eso conviene subrayarlo, es mucho mejor que la estadounidense. Por ejemplo, en Europa está legislado el principio de precaución, que posibilita que en caso de que existan dudas científicas sobre los riesgos de determinados productos químicos, como los plaguicidas o los disruptores endógenos, de los que la OMS ha dicho que son probablemente cancerígenos, éstos no lleguen a las estanterías de los supermercados. Frente a ese principio de precaución, en EEUU se gestionan a posteriori los riesgos de esas sustancias, en vez de prevenir y evitar que lleguen a la población. Lo mismo ocurriría con los transgénicos: la legislación europea no es idónea y nos gustaría que fuera más restrictiva, pero ha evolucionado bastante. La presión de EEUU pretende eliminar las barreras legislativas para conseguir que productos, cultivos y alimentos transgénicos que no están autorizados en la UE puedan entrar más fácilmente en nuestro mercado. Por lo tanto nos podríamos encontrar con nuevos productos transgénicos no etiquetados y que no han pasado las evaluaciones de riesgo a las que obliga la legislación europea.
Los documentos filtrados tampoco hacen referencia al cambio climático. Llama la atención, dada la reciente firma del Acuerdo de París…
Sin duda. Es algo totalmente paradigmático que después de una cumbre tan importante como la de París, en la que todos los países firmaron este acuerdo sobre emisiones, nos encontremos con que no existe ni una sola referencia al cambio climático en un acuerdo entre dos potencias tan importantes como EEUU y la UE. Eso demuestra que las palabras son muy bonitas a la hora de reunirse y hacerse la foto, pero cuando surge la primera oportunidad de materializar dichos acuerdos en un tratado como este, se hace caso omiso y se olvidan rápidamente los compromisos adquiridos.
Durante estos meses hemos visto cómo un gran número de ciudades europeas se han declarado libres del TTIP. ¿Qué margen de maniobra tienen estos equipos de gobierno a nivel local para frenar el acuerdo?
Esas declaraciones, como la que vimos recientemente en Barcelona, son una evidencia más de lo que comentábamos antes: la oposición de la ciudadanía al TTIP es cada vez mayor. Esas declaraciones implican un paso más. Está claro que los ayuntamientos no tienen margen de maniobra suficiente en cuanto a poder definir cómo debe ser el acuerdo, porque se está negociando a otro nivel. Pero sí que cuentan con la capacidad de presionar de manera pública para que no se apruebe, y para que los negociadores sean conscientes de que los estamos mirando con lupa desde diversas ópticas.
Llegados a este punto, ¿cuál cree que será el próximo paso? ¿Se acabará aprobando este tratado?
Sinceramente, yo creo que no se va aprobar. El TTIP es un atentado contra nuestras libertades y derechos, y como decíamos existe un movimiento de oposición que no para de crecer y que no puede ser obviado, y no sólo desde el ámbito ecologista, sino procedente de todas las capas sociales. Cada vez la gente es más consciente de lo que implicaría para nuestras vidas ceder nuestra soberanía a las grandes corporaciones.