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“Captarás información del entorno de los centros sociales de Poble Sec”

Dos individuos que se identificaron como delegados de la "seguridad del Estado" intentan captar al activista Quim Gimeno como confidente.

Secuencia fotográfica del último encuentro entre el activista y los dos presuntos miembros de la "seguridad del Estado" - Bruno Díaz

MATIES LORENTE Y JESÚS RODRÍGUEZ // Unos cuantos bares y cafeterías, una farmacia, una pastelería, un centro cívico y una iglesia. Alejada de los centros neurálgicos de Barcelona, la plaza de la Concordia del barrio de Les Corts es un lugar con relativa tranquilidad dentro del bullicio habitual de la ciudad. Quizá por eso es un buen lugar para mantener una conversación discretamente.

Son las 11:30 horas del lunes 11 de abril de 2016. Sentadas en la mesa del Rabbar, tres personas conversan. Una de ellas es Quim Gimeno, un activista social y político barcelonés detenido el 28 de octubre de 2015 por los Mossos d’Esquadra y acusado de «pertenencia a organización criminal con finalidades terroristas» dentro del marco de la operación Pandora, encabezada por la Audiencia Nacional (AN) española. Con él, están sentados dos hombres más. Se presentan como D. S. G. -iniciales del nombre y los apellidos- y T. M. -sólo por los apellidos-. Ambos aseguran formar parte de «la seguridad del Estado».

El objetivo del encuentro está claro: convencer a Gimeno para que provea información relativa a los movimientos sociales de Barcelona. A cambio, recibirá «una contraprestación económica fija» y, dependiendo de las informaciones, «una especie de mejora económica», en palabras de la persona que se presenta como T. M. También habla de la posibilidad de contactar con la fiscalía para mediar en el proceso abierto contra Gimeno: «Si nosotros en algún momento tuviésemos que hacer algo en relación a la fiscalía, no hay ningún problema. Me comprometo yo y, además, se suele hacer». Mientras conversan, un equipo de La Directa, con extrema discreción, observa lo que pasa en la plaza y documenta gráficamente el encuentro. La investigación había comenzado semanas atrás.

Toma de contacto

El 15 de enero, en Can Batlló, en el barrio de Sants, se celebraba la Jornada solidaria con las anarquistas represaliadas. El acto central fue una charla titulada «Del T. O. P. a la Audiencia Nacional» y Gimeno participó en el debate posterior como persona encausada en el marco de la operación Pandora.

Al acabar, una de las personas que asistieron al debate se dirigió a él. Pelirrojo, de ojos claros, con gafas de montura metálica, de cara ancha y estatura baja, el hombre, que debía de rondar los sesenta años, se presentó como periodista de la agencia EFE especializado en temas relacionados con la seguridad. Le interesaba conocer la situación de GImeno y le invitó a reunirse con él más adelante. Antes de despedirse, se presentó con el nombre de D. S. G. Durante los tres meses siguientes, se encontrarían en cuatro ocasiones.

El activista desconfió de la identidad del hombre desde un principio, pero, en cualquier caso, decidió continuar con el encuentro para saber más. Unos días más tarde, recibe la llamada del supuesto periodista de EFE y fijan la primera fecha: será el 2 de febrero a las cinco de la tarde. El lugar elegido fue Canaletas. Se encontraron al lado de la fuente y, mientras bajaban a la Rambla, decidieron sentarse en una terraza de la plaza del Bonsuccés, en el Raval barcelonés.

En un primer momento, el supuesto periodista se mostró interesado por la situación personal del joven. Cuando el presunto periodista cambió el objeto de sus preguntas, Gimeno comenzó a dudar de su identidad: «Dando muchas vueltas, me preguntó si había elementos violentos en Barcelona, si estos tenían algún tipo de relación con mi causa… Siempre intentando ponerse de mi lado: ‘Os joden el proyecto’ u ‘os pueden tirar mierda’, me decía». Incluso quería saber si algún cuerpo de seguridad había contactado con él: «Se mostró muy interesado en saber si los Mossos o la Guardia Civil me habían echado la garra», hecho que le hizo dudar aún más de que estuviese diciendo la verdad. Dos trabajadoras de EFE consultadas por la Directa no han oído nunca hablar de D. S. G.

Primeras grabaciones

Antes de la siguiente cita, Gimeno decidió ponerse en contacto con la Directa. Una vez conocida la historia, se decidió hacer un seguimiento de todos los encuentros que se llevasen a cabo. Es en este punto que el relato vuelve a la plaza Concordia de Les Corts. El 3 de marzo, poco antes de las diez de la mañana, Quim Gimeno se reunió con el hombre que se presentaba como D. S. G. en una terraza, que sería la misma dirante las reuniones posteriores.

Por primera vez, la Directa documentó gráficamente los encuentros. «D. S. G. ya no volvió a hablar de EFE, sino que aseguró que recibía un salario fijo del Estado y un extra como periodista. También me aseguró que podía darme dinero a cambio de información, especialmente con todo lo relacionado con los anarquistas chilenos Mónica y Francisco», explica Gimeno. Ante esta situación, el activista quería «jugar el papel de alguien que quiere colaborar, pero que no lo acaba de ver claro, hecho que va a motivar que el sujeto quisiera convocar un encuentro el 4 de abril».

Antes del encuentro, D. S. G. llamó a Gimeno para decirle que se podrían reunir con su superior «para demostrar que no era ningún farol». El 4 de abril, llegó por primera vez a la plaza de la Concordia la persona que se presentaba con los apellidos T. M. y que, supuestamente, es el hombre para el cual trabajaba el presunto periodista. Se trata de un hombre de cerca de cincuenta años, con el pelo negro, todavía poblados, con cejas gruesas y negras como los ojos, y con perilla y bigote en una barba rala. Junto a D. S. G., se reunión con Quim Gimeno el mediodia de aquel día 4 en la terraza del Rabbar. Además de un nuevo personaje en juego, el cambio principal durante el encuentro era que, a partir de aquel momento, todas las conversaciones fueron grabadas por Gimeno.

En todo momento, tal y como prueban las conversaciones registradas a las cuales ha accedido la Directa, es T. M. -a quien, a partir de ahora, también llamaremos el superior- el que lidera el diálogo, mientras que D. S. G. -desde ahora, el periodista- sólo habla en momentos puntuales. En un momento de la grabación, Gimeno pregunta al superior: «¿A quien te refieres cuando te refieres a nosotros?». «La seguridad del Estado», responde él.

«Me aseguró que necesitaba gente con mi perfil para obtener información y me ofrecían contraprestaciones, dándome instrucciones muy claras», recuerda Gimeno: «Durante toda la conversación, T. M. se mostró muy nervioso y me volvió a preguntar si los Mossos me habían contractado o si había detectado seguimientos». Pese a todo, deciden confirmar la próxima reunión por medio de una llamada telefónica del periodista a Gimeno.

La relación avanza

Finalmente, fue Gimeno quien llamó a D. S. G. alrededor de las diez de la noche del viernes 8 de abril porque la comunicación acordada todavía no se había producido. El diálogo telefónico sirvió para concretar la cita para el lunes 11 de abril, pero también se centró en aspectos de la colaboración entre el supuesto confidente y los representantes de la «seguridad del Estado», en una conversación que Gimeno grabó.  «Esto será como en las películas periodísticas, que hay unas líneas de trabajo completamente protegidas: por el tema del apoyo y por las contraprestaciones, que te pueden servir -qué sé yo- para irte de vacaciones a algún sitio. Yo entiendo que es como una colaboración remunerada, eso es interesante», explica el periodista. También intentó transmitir confianza a Gimeno en relación con sus medios: «Lo que yo quería con la visita de T. M. era que tú vieses que hay una realidad: tengo todos los mecanismos para acudir a personas que están en lugares de interés (…). Quería que vieses con cara y ojos que yo no te vendía motos, estos barboteos no me van».

El encargo y el pago

La última reunión entre Quim Gimeno, D. S. G. y T. M. tuvo lugar el lunes 11 de abril, una vez más, con la plaza de la Concordia como telón de fondo y, una vez más, con periodistas de la Directa observando el encuentro desde lugares estratégicos.

Durante la reunión, que nuevamente condujo el superior, se concretaron los puntos sobre los cuales se basaría la colaboración. Se habló de las condiciones económicas del trabajo: «Te ofrecemos una contraprestación económica. Lo que pasa es que esta contraprestación económica tendrá una parte fija (…) Y después, depende de las informaciones más o menos relevantes que nos puedas dar, en la explotación operativa que nosotros podamos hacer; si es trascendente, tendrás una especie de mejora económica. En principio, te podríamos dar unos 200 o 250 euros para que pudieses comenzar a funcionar».

En un momento, se empieza a hablar de la posibilidad de conseguir mejoras en la situación procesal de Gimeno. T. M. se muestra rotundo: «El fiscal es un puto funcionario, con todos mis respetos, jerarquizado, con jefes, que depende del gobierno, en este caso, de la administración del gobierno central, del gobierno de España. A un fiscal sí que se le puede hablar, pero a un juez no».

El superior comienza a valorar el perfil del supuesto infiltrado para las investigaciones. «Tú tienes toda la disponibilidad, la facilidad de entrar en estos temas porque eres uno de ellos, uno de los suyos. No tienes esta dificultad (…). Nosotros valoramos, en gente como tú, que el trabajo que tú haces en quince días, nosotros tardamos un año. Porque tú estás dentro. Eso nos ahorra tiempo y esfuerzo», subraya el supuesto representante de la «seguridad del Estado», explica Gimeno. Es entonces cuando T. M. comienza a explicar quñe es lo que pide al activista. Especialmente, nombres y tareas dentro de colectivos diversos, pero también profesiones y domicilios. «Me interesa que me pongas, por ejemplo: ‘Pepe, Pepe López, vive por aquí, trabaja no sé dónde», dice T. M. en la grabación. «Datos objetivos: domicilio, teléfono. Si está en alguna movida, si ha sido detenido, si es un tío muy activo o poco activo…». Para continuar con la operación, se quieren asegurar de la seguridad de las comunicaciones, siempre vehiculadas por el periodista: «El canal principal de comunicación es el correo. Durante estas dos semanas, cualquier cosa que pase, cualquier duda que tengas, cualquier cosa, D. te contesta a través del correo. Después, la semana que nos veamos, yo te llevaré un móvil. El nuevo número será el canal de comunicación de urgencia con nosotros».

La reunión siguiente se fijó para la semana del 25 al 29 de abril. No se producirá. Gimeno no piensa seguir con los encuentros: «Desde el momento que supe que todo eso tenía que ver con el Estado, quise hacerlo público. Por un lado, hacerlo público es una manera de hacer frente a la situación y, por otro, es una herramienta politica en mi juicio y, en general, delante de la ola represiva que vivimos».

*Reportaje completo publicado en la Directa 406. ¡Suscríbete!

** Las fotografías están distorsionadas por imperativo legal, en aplicación de la Ley de protección de la seguridad ciudadana 4/2015, conocida como la ley mordaza

[Este artículo ha sido publicado originalmente en catalán en la Directa]

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