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Conversaciones republicanas: de Felipe VI a nuestros días

¿Estamos más cerca o más lejos de una tercera República? ¿Qué hay que recuperar de la segunda? ¿Se ha diluido el movimiento republicano que estalló tras la proclamación del nuevo rey? Tres generaciones debaten sobre el pasado, el presente y el futuro de lo que todos consideran debe ser el marco donde se asiente la democracia.

¿Estamos más cerca o más lejos de una tercera República? ¿Qué hay que recuperar de la segunda? ¿Se ha diluido el movimiento republicano que estalló tras la proclamación de Felipe VI? ¿Qué papel deben jugar los jóvenes en el cambio de modelo de Estado? ¿Qué herencia están dejando los mayores? ¿Estamos educando a las nuevas generaciones en una cultura de valores cívicos? Eduardo Jaramillo, obrero del metal jubilado y miembro de Unidad Cívica Andaluza por la República; Pura Sánchez, profesora e investigadora, sindicalista de Ustea; e Isabel Romero, estudiante universitaria, concejala en el Ayuntamiento de Camas y responsable de memoria histórica de las Juventudes Socialistas en Sevilla, debaten sobre el pasado, el presente y el futuro de lo que todos consideran debe ser el marco idóneo donde se asiente la democracia.

El estado de la República

Pura Sánchez: No estoy muy segura de que hayamos estado alguna vez muy cerca de la República desde el final de la guerra civil. Hemos tenido la posibilidad de mostrar nuestras aspiraciones republicanas, pero no hemos estado más cerca de la República por el hecho de vivir en democracia. Ha habido elementos que no podemos olvidar: la crisis y cómo la vida de mucha gente ha cambiado para mal y cómo está cambiando el sistema económico. Eso ha hecho que el tema de la República haya pasado a ser secundario. La abdicación del rey antiguo, llamado ahora emérito, y la subida al trono del nuevo rey han sido una operación de marketing con la que la monarquía ha intentado lavarse la cara. Pero la desigualdad simbólica y muy acusada que se representa en la figura del rey ahora mismo está muy acentuada en la sociedad española. La desigualdad más radical es la que la gente padece. Y la pregunta es si un modelo republicano atacaría esa desigualdad o no porque, si no lo hace, entonces la República sería irrelevante en ese sentido.

Eduardo Jaramillo: Coincido en buena parte, pero en cuanto a la proximidad o la lejanía, sin duda estamos más cerca. No digo próximos, pero sí más cerca que en el pasado. La República hay que verla como la consecuencia de una situación inaceptable de corrupción del régimen actual. Y creo que el empuje que los que somos republicanos estamos haciendo en el marco social y democrático en el que vivimos va a determinar el advenimiento de la tercera República. Nadie es sabio, pero sí estamos en el camino. Hay un sentimiento y la reflexión republicana que se está abriendo paso en la sociedad española. La República tiene que venir con soluciones a los problemas de la corrupción, el paro, las políticas de recorte… No va a ser la panacea pero sí va a establecer un marco para la solución de estos problemas. Hay que seguir profundizando en la democracia, hay que perder el miedo, hay que hacer políticas distintas y abrir las posibilidades a la participación de los españoles que estamos deseando participar y eso lo facilitaría el marco de Estado republicano.

Isabel Romero: La República se fundamentó en una cosa que es lo que falta ahora, el movimiento obrero. Ahora somos todos clase media. Yo no me incluyo ahí. Yo provengo de familia trabajadora y humilde, me considero obrera, pero una sociedad que no se considera obrera no termina de ver la República porque se guía por otros parámetros que antropológicamente no hace posible siquiera que se pueda producir ese debate. No es una cuestión de Felipe VI. El Estado tiene que resolver nuestros problemas, pero el pueblo tiene que ser el cauce para resolver los conflictos que tenemos la clase trabajadora. Y estamos desamparados. En estos cuatro años de Gobierno de [Mariano] Rajoy los sindicatos se han disuelto, los trabajadores están siendo sometidos a condiciones de esclavitud y lo que falta en la sociedad es ese sentimiento de izquierda, obrera, lo de que ser obrero no es coger un pico y una pala… Quizá falten personalidades que se dediquen a estudiar los movimientos sociales de hoy en día, como Carlos Marx en su etapa. Hoy no tenemos un Karl Marx. ¿Dónde está la clase obrera? Es que como tengo una empresa y diez trabajadores… ya no soy obrero. No, perdona, tú no eres Amancio Ortega. Por cierto, su exmujer fue votante socialista. Si queremos tener una tercera República deberíamos partir de ahí.

Las enseñanzas de la Segunda República

Pura: Desde la sociedad civil se han organizado muchas jornadas para hacer una reflexión sobre la segunda República que eran necesarias, pero para construir una memoria, no ya recuperar, sino construir. Existía una memoria de los vencedores. Y esa construcción ha puesto de manifiesto lo que fue y lo que no. Ha habido momentos en los que nos hemos acercado a la segunda República de una manera ingenua. Hay que incorporar la mirada crítica sobre la segunda República. Dos ejemplos. La segunda República tenía en su seno una serie de partidos muy conservadores, existió el bienio negro en el que incluso los avances que la República había intentado construir quedaron negados. En la segunda República existió un personaje como Lerroux que inventó el tráfico de influencias. Y otro elemento: cómo en un determinando marco republicano el principio de igualdad no está necesariamente garantizado a no ser que la sociedad, de manera explícita, luche por él. En la primera República no se garantiza y en la segunda se garantiza desde el punto de vista político. Desde el punto de vista social las cosas van mucho más lentas. Entonces, un marco republicano tiene que ser por fuerza en el futuro un marco que supere los principios sacrosantos de la ilustración, y lo digo con ironía. Todo pasa por articular el principio de igualdad, que es el principio que siempre está puesto en cuestión. Es la cuestión clara y pendiente. En Andalucía, en los últimos 35 años seguimos siendo una de las regiones más desiguales y pobres, y en ciudades como Sevilla hay barrios que son los más pobres de Europa. El principio de democracia no ha servido para salvar la igualdad. El tema es complicado porque nos movemos en una cierta fascinación un tanto acrítica hacia la segunda República y hay que sacar de ahí enseñanzas positivas. Yo admiro y admiré a ciertos republicanos. Pero es que cuando se proclama la República en Madrid, un personaje tan nefasto como Queipo de Llano se pasea en la jaca blanca delante del rey y se declara republicano.

Eduardo: En la Unidad Cívica Andaluza por la República no pretendemos, cuando incentivamos el debate por la República, trasladar lo que fue la segunda a la tercera. De la segunda lo que hay es que aprender, ser críticos. Efectivamente, la segunda no fue perfecta, estuvo llena de fallos y no es el modelo al que aspiramos con la tercera. Es algo que sucedió en la historia, que está ahí y que hay que situar en su momento histórico. Un elemento clave en la segunda República es el elemento de unidad que determinó un gobierno de progreso en el 36. Hay que recuperar esa unidad si queremos avanzar y restaurar la tercera. Y hay que reivindicar unos valores como el principio de laicismo, de federalismo, de fraternidad, de solidaridad y el elemento que apuntaba Pura con mucha razón, el de igualdad. No puede haber democracia si no hay un sentido de la igualdad. Y no debemos olvidar la memoria.

Isabel: Como socialista confesa y militante activa, me molesta profundamente que cada vez que salta Andalucía escuchamos lo de que han estado 35 años gobernando los mismos. Es lo que ha querido el pueblo y ahí lo dejo. Evidentemente, la segunda República fracasó. El primer bienio, segundo bienio, tercer bienio… Lo que falta hoy es unidad. En cuatro años de Gobierno de Rajoy ha nacido la marea blanca, la marea naranja, la marea verde… ¿Y por qué no hemos hecho una marea al unísono? Porque somos sectarios. Nos importan nuestros problemas, pero no los del vecino. ¿Es que tiene uno que verse desahuciado para ser sensible a eso? Pues no, mire usted. Nadie pone una pancarta para traerse a refugiados a sus casas. El Estado también, pero nosotros como sociedad qué hacemos, tenemos nuestro ratito de enfado y nos vamos a casa. A mí no me han fusilado a ningún familiar pero el sentimiento me nace. Hay que ser sensible a la problemática de los demás y se dará una sociedad más libre, más reflexiva.

La memoria

Isabel: Yo he participado en una exhumación y entiendo que la memoria es esencial para tener siempre presente que a cientos de miles de personas les quitaron la vida por pensar distinto, ser de izquierdas y ser, al fin y al cabo, libres. Ahora es muy fácil hablar y estar aquí sentado. Tú puedes ir libremente por la calle y no va a venir ningún guardia civil a separarte porque estás conspirando. Eso hay que decírselo a los jóvenes. A mí me lo ha contado mi familia. A mi padre lo sacaron a punta de pistola de un taxi porque sí. Hacia dónde vamos. Es una pregunta que me hago hoy, qué valores tenemos como sociedad.

Pura: Yo no pongo en tela de juicio los valores democráticos sino el modo omnímodo, y eso tiene que ver con la pregunta que acabas de hacer: hacia dónde vamos. Hemos optado por un tipo de sociedad y no por otra, y es desigual. Y me niego a hablar en términos de pasiva refleja, aquí las cosas pasan y tienen sujetos activos y pasivos. El PSOE es responsable totalmente de determinadas políticas que se siguen haciendo en Andalucía. Hay unos valores que hay que repensar. El valor de la igualdad, la clase obrera… Cómo vamos a seguir hablando de una clase trabajadora cuando unos no van a tener trabajo y al que va a tenerlo no le va a servir para llevar una vida digna. De todas formas, las actividades sobre memoria histórica han servido para hablar de otras cuestiones, por ejemplo, para hacer un análisis critico de la segunda República. Las charlas que se realizan hoy no son las mismas que las de hace diez años. Yo recuerdo la resistencia de determinadas instituciones que decían trabajar por la memoria hablar de la transición y de los muertos de la transición. Ahora se evalúa en torno a los derechos humanos, antes era algo más concreto.

Eduardo: Solemos tropezar con la raya del lápiz porque confundimos las causas y los efectos. Y cuando hablamos de la historia reciente, hay que ser autocríticos. Los actores fundamentalmente son los gobernantes, y los partidos son responsables. Tenemos la obligación de criticarlos y hay elementos en los que no se ha avanzado y se podía haber avanzado, como en el tema de la memoria. El PP y el PSOE son los dos grandes partidos que han gobernado y son responsables, pero también otros partidos tienen responsabilidad, por ejemplo, en los cientos de ayuntamientos que gobiernan. Yo he militado muchos años en el Partido Comunista. Y tengo que decir, por ejemplo, en Córdoba, con todos los años que ha gobernado IU, que no lo ha hecho bien con la memoria histórica.

Viejas y nuevas religiones

Pura: El laicismo ha sido durante mucho tiempo un principio necesario dentro de la sociedad civil. Pero ahora mismo no son los valores religiosos lo que más afectan a la gente. Que diga Isa si sigue los principios de la contracepción y del matrimonio que dice la Iglesia. [Isa niega con la cabeza] Y tampoco hay mucha gente que lo haga. Da igual, se ponga la Iglesia como que se ponga. Ahora vamos a ver cuánta gente está afectada por el nuevo dios, el de los mercados, que ese sí que es un dios que tiene sus sacerdotes, sus sacrificios, sus rituales y sus mandamientos. Es una religión con todos su avíos y eso sí que afecta a miles de millones en términos globales y locales. El laicismo sirvió en el XIX y una parte del XX, pero hemos pasado de una sociedad que no ha acabado de ser laica a una que ha sido cooptada por un nuevo dios. Hemos sido colonizados por un nuevo pensamiento igualmente sagrado. Hay que hacer muchas cosas. A mí no me va a dar tiempo.

Isabel: A mí tampoco.

Eduardo: Hay un concordato con el Vaticano que nos cuesta mucho dinero a los españoles, alrededor de 11.000 millones más IVA. Y esas reminiscencias colaboran con esta ofensiva neoliberal.

Pura: ¿En 40 años de democracia no ha habido ni un momentito para sentarse con el Vaticano y dar cumplimiento a la Constitución? Que estamos en un Estado aconfesional.

Eduardo: Se necesita que la laicidad llegue a las instituciones.

Pura: Eso llega con un decreto y no merece tantas energías, ni concordato ni historias.

Eduardo: También está el trasvase de influencias ideológicas de la Iglesia católica al neoliberalismo, que se manifiesta a través de la tele, el fútbol, elementos que no vienen controlados por la Iglesia pero sí por el neoliberalismo que cuenta con la colaboración de la Iglesia. Tenemos unos programas como Sálvame que son peores que un avión tirando bombas en Siria, están alienando a esta sociedad y de ahí el inconveniente de que las ideas de progreso se abran paso.

Pura: Eso, además, está asentando un modo de participación que en realidad no es participar. La gente dice lo que quiere y la gente es respetable, pero lo que tú dices no tiene que ser respetable porque no has argumentado, porque has repetido lo que ha dicho otro sin conocimiento… Y eso es un principio que en esas tertulias, también en las políticas, se ha instaurado. Llamar a eso participación es una perversión tremenda. Canal Sur es otro ejemplo. Pero el problema de base es el de la desarticulación de la sociedad civil. Los sindicatos no se han diluido, se han mimetizado en el sistema. Y la democracia no es como la fiebre, que tienes 36 ó 38. O hay democracia o no la hay. La sociedad, para repensarse, tiene que rearticularse.

Los jóvenes y la educación

Eduardo: Hemos visto una manifestación similar a cualquiera del 15-M para apoyar a un concursante de Gran Hermano. ¿Pero eso por qué sucede? Ese es el gran interrogante. ¿Es la consecuencia de la frustración de la juventud o qué es? ¿De la influencia de los poderes sobre la juventud?

Isabel: Yo veo que hay jóvenes que pasan de todo y otros que están muy comprometidos. ¿Y sabéis por qué no veo una tercera República? Porque el Estado no lo rige la educación. De lo contrario, otro gallo nos cantaría, una educación liberadora, no para los mercados en la competitividad. Yo voy a la Universidad pero no me gusta cómo se está componiendo desde las universidades el espectro laboral. Hay que crear seres reflexivos y por eso hago hincapié en la clase trabajadora. Soy socialista porque soy obrera. Yo soy concejala y mi meta profesional no está en la política. Soy socialista de corazón, por sentido común y por convicción. Y reconozco los fallos, porque también somos seres humanos. El PSOE se ha equivocado muchas veces pero también ha acertado otras tantas. Generalizar nos lleva a equivocarnos.

Pura: Hay errores humanos y errores políticos. En cualquier caso, hay un sistema educativo que no propicia esos valores cívicos. ¿Cómo va a ser posible dar a elegir entre una formación en valores ciudadanos o dar religión? La religión es algo individual. Para la participación real también tiene que darse un proceso de educación. ¿Por qué la gente es capaz de ir a la plaza a manifestarse por uno de Gran Hermano? Esto ya lo predijo Orwell. Si la educación no va hacia esos valores de participación, democracia e igualdad, estamos fritos. Todo es un espectáculo y susceptible de hacerse espectáculo, también la política. De ahí esos programas que no se diferencian de Sálvame. Al convertirnos en público, somos pasivos porque esa participación consiste en mirar. Es que en estos años hemos regresado mucho.

Eduardo: Le hemos quitado el norte a las nuevas generaciones. Cuando yo era joven tenía unos objetivos porque entendía que consiguiéndolos iba a encontrar cotas de felicidad. Esto hoy no existe. ¿Por qué? Antes estaban los trabajos, crear una familia. Hoy hay un ansia tremenda de consumismo que no sabe a donde los conduce y si eso les produce satisfacción o no. Yo tengo hijos, uno con 40 años, que no tiene trabajo fijo y yo le veo inquietud, le veo sufrir. Veo a los jóvenes sufrir por carecer de unas cosas por las que no luchan y ahí está el nudo gordiano y ahí tiene que estar la oferta de esta República. Que ese marco posibilite el avance y la reconducción de un pensamiento adecuado. Recuperar a través de la cultura estos valores republicanos y que a través de este debate la juventud entienda cuáles son sus necesidades. Dignidad, autoestima y tolerancia.

Isabel: A los jóvenes en el colegio, por lo menos hasta la etapa obligatoria, no se nos habla de los últimos cien años de la historia de Europa. Tenía un profesor que decía que él no era político, que era profesor. La educación es el eje de un Estado cívico. Mira, esto no es Francia, no hubo una revolución obrera, el dictador murió en la cama y eso nos ha lastrado democráticamente. No sé si es por mi militancia o mi forma de ser, siempre he sido políticamente activa. Los jóvenes hemos sido los damnificados de esta crisis. Y si no se nos echa cuenta por mal camino vamos. De todos sitios nos reclaman. No seremos tan malos, ¿no? Nos vamos fuera a buscarnos la vida, somos valores en alza. No obstante, no puedo pensar en el futuro si no tengo claro el presente. No puedo llegar conclusiones.

Pura: Porque estamos en una situación muy compleja. Decía Eduardo que estamos más cerca de la República. Depende de hacia adonde hayamos caminado. Porque si he ido andando para Ceuta y quiero ir para Madrid… Hemos construido una sociedad democrática pero con muchas vacilaciones, con muchas vueltas atrás, con muchas claudicaciones, unas pactadas y otras no, con mucho puñetero consenso, porque aquí el consenso no ha sido nada más que claudicación. Necesitamos no un marco republicano traspuesto sin más, sino con valores cívicos que tienen que ser repensados.

Eduardo: Los avances casi nunca se hacen desde el poder político, sino desde la sociedad.

Isabel: Por supuesto.

Pura: Estamos sin gobierno y cuanto más tiempo estemos sin gobierno la gente más se dará cuenta de lo prescindible que es. Esto funciona porque la gente se levanta a trabajar cada mañana, a cumplir con sus responsabilidades, más allá de los políticos.

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