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Día 1. El Pireo sí existe

Gracia Maqueda, una trabajadora social sevillana, viaja a Lesbos junto con otras cuatro personas más para ayudar a los refugiados in situ y denunciar el cierre de fronteras. Durante una semana, escribirá en La Marea su testimonio.

Somos una brigada de cinco personas voluntarias-activistas que viene desde Sevilla con destino a la isla griega de Lesbos. La brigada está compuesta por cuatro mujeres y un hombre. Impactadas/o por la situación de los miles de refugiados/as sirios/as en Grecia, hemos decidido venir con el doble objetivo de ayudar in situ a los refugiados/as y de denunciar el hecho de que se estén cerrando las puertas de Europa a estas personas (unas 52.000, según medios oficiales griegos) que huyen de una guerra, la de Siria, provocada y mantenida por claros intereses geopolíticos y armamentísticos de las grandes potencias mundiales.

Y hoy hemos aterrizado en Atenas. Nos acompañan en nuestro viaje de solidaridad cientos de personas que han hecho posible que esta brigada esté hoy aquí. Cientos de familiares, amigos/as, compañeros/as de trabajo… que nos han apoyado con su confianza en el proyecto y con una aportación económica que nos ha sorprendido y emocionado: hemos recogido más de 7.000 € en tres semanas. Desde aquí, nuestras gracias más sinceras y emocionadas a todos y todas los/as que han colaborado con esta brigada.

Dicen que la solidaridad es la ternura de los pueblos. Hoy somos testigos de ello aquí en Grecia, y sentimos la responsabilidad y la ilusión de llevar a cabo el proyecto iniciado y los dos objetivos que mencionaba al principio de la crónica. Por eso, después de aterrizar en Atenas esta tarde, nos hemos dirigido al Pireo, el puerto comercial y turístico más importante de Grecia, donde, según datos oficiales, malviven casi 5.000 hombres, mujeres y niños y niñas, sirios en su mayoría, pero también iraquíes, afganos y paquistaníes. Todos ellos huyendo de conflictos diseñados por los grandes señores de la guerra. Todos ellos olvidados por esta Europa «de las personas…».

Algunos miembros de ONG nos han dicho que para las administraciones europeas allí no hay campos de refugiados… que aquello es un «limbo» legal y administrativo… Que el Pireo no existe… Qué raro… Claro que el Pireo existe. Hemos estado allí y juraría que hoy he pasado uno de los momentos más felices de mi vida jugando al corro de la patata junto a mis compis de la brigada y unos 25 o 30 niños que gritaban alborozados en árabe e inglés mientras sus padres nos miraban imaginando que quizá sea verdad que otra vida es posible para ellos. Son las dos de la mañana, y nuestro avión para Lesbos está a punto de despegar.

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