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David Couso: “Los periodistas siguen siendo objetivos incómodos”
Se cumplen 13 años del asesinato del cámara José Couso en Bagdad. Su familia sigue luchando para conseguir que se haga justicia.
Han pasado 13 largos años. El 8 de abril de 2003, el cámara de Tele 5 José Couso se encontraba en el Hotel Palestina de Bagdad. Un tanque M1 Abrams del ejército de EE UU disparó su cañón de 120mm contra el edificio, acabando con la vida del periodista ucraniano Taras Protsyuk. José Couso se encontraba un piso más abajo, y resultó herido de gravedad. Falleció horas después en el Hospital San Rafael de la capital iraquí.
La reforma que acabó con la justicia universal, aprobada el pasado 2014 por el PP, imposibilitó la persecución de los crímenes de guerra cometidos contra españoles fuera de nuestras fronteras. El caso quedó archivado en la Audiencia Nacional, pese a haber tres militares estadounidenses procesados y una investigación en curso por parte del juez Santiago Pedraz.
Este domingo, los familiares de José Couso volverán a manifestarse, como cada año, frente a la embajada de EE UU. Lo harán para seguir exigiendo justicia y clamando contra la impunidad. Allí estará David Couso, hermano del periodista y portavoz de la asociación Hermanos y Amigos de José Couso (HAC).
¿En qué va a consistir el acto de este domingo?
Nos concentraremos a las 12 de la mañana, como venimos haciendo desde hace 13 años. Creemos que sigue siendo importante reclamar justicia, no sólo por José, sino para recordar todo lo que ha supuesto la invasión ilegal de Iraq. Se leerá un comunicado y contaremos en qué punto se encuentra el caso. Este año no podrá estar presente nuestro abogado, dado que está participando en las conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla, pero nos ha hecho un resumen de en qué punto se encuentra la causa judicial. Contaremos con la cantante Rozalén, con la batucada que nos ha estado acompañando todos estos años, Samba da Rúa, y con una asociación comunitaria que tiene un huerto urbano al que puso el nombre de José Couso. Tras superar una enfermedad grave también estará mi madre, Maribel Permuy.
Han presentado un recurso de tasación ante el Supremo, y en caso de que no prospere están decididos a llegar hasta el Tribunal de Estrasburgo…
Así es. En un primer momento confiábamos en la justicia española y en el concepto de jurisdicción internacional que había permitido el caso Guatemala o la causa contra Pinochet. Casualmente, en 2009 el Partido Socialista introdujo una serie de modificaciones en la Ley Orgánica 6/1985, imponiendo limitaciones a la jurisdicción universal y desmantelando una palabra que tantas victorias ha dado hasta país, como es la justicia. A raíz de un bombardeo del ejército israelí sobre población palestina que causó 14 muertos civiles, un grupo de palestinos inició un procedimiento judicial que fue admitido a trámite. Las presiones del ejecutivo israelí provocaron que no llegara a buen puerto. De hecho, recuerdo declaraciones de la ministra de Exteriores israelí felicitando a Moratinos. Aquella reforma supuso el archivo de nuestra causa de facto. Se trató de una reforma anticonstitucional, porque dejó de haber una tutela judicial efectiva, dejó de haber igualdad ante la justicia, y dejó de respetarse el derecho humanitario internacional. Podríamos decir que va en contra del artículo 10 de la Carta Magna, que hace mención a la Declaración de los Derechos Humanos, ya que legitima la impunidad.
Luego llega la reforma del PP, en 2014, y cierra definitivamente la puerta la justicia universal…
Sí. Parece ser que incomodaba bastante que hubiera 12 causas abiertas en materia de jurisdicción internacional, entre ellas la de mi hermano. Pudimos ver cómo preocupaban más los acuerdos comerciales con el gobierno chino debido a la compra de deuda española, o las buenas relaciones con EE UU que permitían a Rajoy hacer una ofrenda floral en el cementerio militar de Arlington, que cuidar la memoria y la justicia de un ciudadano español. Desde el grupo de abogados solicitamos al juez que impulsara una orden de busca y captura, de manera que si alguno de los responsables pisara territorio europeo o español, fueran detenidos o puesto en conocimiento de la Audiencia Nacional, pero rápidamente la Fiscalía lo echó por tierra, haciendo caso omiso al acuerdo mutuo bilateral en materia judicial entre España y EE UU y a la convención de Ginebra. Eso es lo que hemos sufrido, sistemáticamente, durante estos 13 años.
¿Se sintieron especialmente decepcionados con el Gobierno del PSOE?
Absolutamente. En estos 13 años, nos hemos sentido despreciados por los gobiernos de ambos signos. Primero fue la actitud arrogante y el acento texano de Aznar, que se comportaba como si España fuera más un protectorado estadounidense que un estado soberano. Después llegó el PSOE: inicialmente condenó el ataque al hotel y puso la medalla a título póstumo a José, pero luego conocimos los papeles de Wikileaks que revelaban las órdenes que recibía el Ejecutivo de la embajada de EE UU para torpedear la causa y conseguir que se archivase, lo que fue una absoluta traición. Y en los últimos años, de nuevo con el Gobierno del PP, ha sido como si hubiesen reabierto la tumba de mi hermano y lo hubieran rematado. Es triste ver cómo los que se supone que defienden a sus ciudadanos y los que nos hablan de derechos y libertades no velan por las víctimas. Entendemos que José no va a volver: lo único que puede resarcir el duelo y el dolor es que se actúe para defender la justicia y la dignidad.
¿Y el resto de partidos? ¿Con qué apoyos cuentan a día de hoy?
Cuando se constituya un gobierno, si es que se constituye, solicitaremos una reunión con todo el arco parlamentario. En las últimas que mantuvimos, la oposición en bloque estuvo al lado de la familia Couso y en contra de la modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Hasta instantes previos a las reuniones que manteníamos con el resto de partidos políticos, el PP había hecho caso omiso. Cuando vieron que salían noticias al respecto, los responsables de justicia del grupo Popular se sentaron con mi hermano Javier y con mi madre. Les llegamos a decir que si a José lo hubiera asesinado ETA, sí estarían con nosotros. Y les invitamos a quitarse las pulseritas de la bandera de España que llevaban en las muñecas y a ponerse la de EE UU.
Volviendo a aquel 8 de abril. ¿Cuál cree que era la intención del Ejército de EE UU disparando contra un hotel lleno de periodistas?
Cuando pasó un poco de tiempo, tuvimos la oportunidad de analizar cómo la misma mañana se atacaron las tres señales que emitían en directo: Al Jazeera, Abu Dabi y Reuters. A raíz del ataque al hotel Palestina, el Ejército de EE UU retoma el control de la información. Y al día siguiente, 9 de abril, nos devuelve una imagen icónica en horario de prime time, con la caída de la estatua de Sadam, que tanto pretendía recordar a la de los soldados americanos colocando la bandera en Iwo Jima o a la de la bandera soviética en el Reichstag. El objetivo fue lanzar un mensaje a los periodistas: o iban empotrados en las unidades militares o se podían atener a un ataque como aquél. Fue un ataque coordinado y deliberado contra la prensa que no controlaban. Un claro crimen de guerra en el que se atacaron sedes periodísticas y objetivos civiles como un hotel.
¿Han mejorado algo las condiciones de los corresponsales de guerra durante todos estos años?
Creo que no: vamos a peor. Los periodistas siguen siendo objetivos incómodos, y preocupa mucho el control de la información, tal y como quedó reflejado en Iraq. Pero no es sólo una cuestión exclusiva de Oriente Medio, también ocurre en América Latina: Colombia, México… La lista de países es larga y triste. El periodismo ha perdido mucho, y no es algo que nos toque sólo a nosotros como víctimas, sino que afecta a toda sociedad madura y con conciencia, que debería haberse echado a la calle con las modificaciones a las que se nos está sometiendo en los últimos años. Porque nos afecta a todos: cualquier ciudadano al que maten en el extranjero, no tiene justicia en este país.
Han estado en EE UU hablando de este caso. ¿Cómo se percibe allí?
Muy bien. Nos hemos encontrado el cariño y el calor de los norteamericanos. Incluso de familiares de militares que pedían la retirada de las tropas. Hemos hablado en manifestaciones multitudinarias contra la guerra. Pero el control de la información de EE UU ponía siempre la imagen patriótica de los ataúdes con banderas norteamericanas, echando por tierra la movilización de miles de personas. En EE UU hay un lenguaje de conciencia social muy arraigado y totalmente silenciado por los medios de comunicación, que contrasta totalmente con la imagen de malos que algunos tienen aquí. Quiero pensar que, con el auge de los ataques selectivos con drones por parte de la administración Obama, que han disparado el número de víctimas, ese posicionamiento en contra sigue estando ahí.
Por último, ¿tienen esperanza de que se pueda hacer justicia?
La esperanza nunca se pierde. Es una causa de la que se sigue hablando: está en un limbo, y aunque está archivada aún nos quedan vías para recurrir. Sabemos que la justicia a veces es lenta. Lo hemos visto en procesos como el de las madres de la plaza de Mayo, que sentaron a los asesinos en el banquillo después de 33 años. Desgraciadamente, tenemos que depender de los colores de los gobiernos para que haya dignidad y justicia. Porque dependiendo de quién dispare, o de cómo sean las relaciones económicas, no van a tolerar que haya un juicio. Pero no pierdo la esperanza de ver algún día cómo se juzga a los soldados americanos culpables de este asesinato.