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Los 300.000 refugiados malagueños que huyeron de la guerra y el hambre
Una investigación realizada por el arqueólogo Andrés Fernández y la historiadora Maribel Brenes sobre el éxodo andaluz en 1937 duplica el número de personas que tuvieron que andar el camino de Málaga a Almería, la carretera de la muerte.
“Imaginaos ciento cincuenta mil hombres, mujeres y niños que huyen en busca de refugio hacia una ciudad situada a cerca de doscientos kilómetros de distancia. No hay más que un camino. No hay más vía de escape. Y este camino, encajonado entre los altos picos de la Sierra Nevada y el mar, cortado en sus mismos tajos, sube y baja, desde el nivel del mar a las montañas, en declives de más de 30 metros”.
Norman Bethune, El crimen del camino Málaga-Almería
«Tengo 91 años, era yo muy niña y no podré decir con mucha precisión cuántos llegaron o cuánto tiempo permanecieron aquí, pero sí tengo claro y nunca olvidaré en qué condiciones llegaron. Los vi entrar por la calle principal donde yo jugaba con otras niñas. De pronto una multitud de personas caminaba lentamente, arrastrando los pies. Había mujeres con niños pequeños en los brazos que apenas podían sostener, otros iban cogidos de la mano o de la falda de su madre, unos pasos rezagados pues casi no podían andar. Algunos hombres portaban pequeños bultos que podrían ser ropa o enseres que no querían abandonar. Pero la mayoría no llevaba nada pues lo que sacaron de sus hogares de Málaga, en la huida, lo fueron dejando en las cunetas de la carretera donde también quedaron muertos o perdidos muchos de sus seres queridos».
El testimonio de María Teresa López Bervel, de Alhama de Almería, ilustra el horror que, como hoy en las fronteras europeas, vivieron hace 80 años aquellas personas que huyeron de las bombas y el hambre en la conocida como desbandá. El testimonio, escrito por ella misma, está recogido en 1937. Éxodo Málaga Almería, una investigación realizada por el arqueólogo Andrés Fernández y la historiadora Maribel Brenes que aporta un dato hasta ahora inédito: más de 300.000 personas huyeron de la ciudad andaluza y los alrededores, el doble de la cifra aceptada hasta hoy por la historiografía.
“Posiblemente no haya antecedentes de tan ingente cantidad de población civil huida en una guerra. A ello habría que sumarle la escasa o nula alimentación de entonces, muchos comían las cañas de azúcar que encontraban en la carretera”, reflexiona Fernández, que asegura que no habría escrito esta investigación sin su trabajo como arqueólogo de la memoria.
En su trayectoria, ha dirigido la mayor exhumación llevada a cabo hasta el momento en España, en el cementerio malagueño de San Rafael, donde fueron localizados 2.840 cuerpos. Ha participado en una veintena de intervenciones más y otros trabajos de localización por toda Andalucía. Ha escuchado a pie de fosa los lamentos de muchas personas que sólo querían recuperar a sus muertos, saber dónde estaban. Y ha descubierto que detrás de esas montañas de huesos había corazones. Que en cada orificio de bala había una historia perdida. Una vida por contar. «En los testimonios orales siempre salía a relucir la conocida desbandá o carretera de la muerte, y como historiador he leído los trabajos sobre este episodio -por cierto, algunos de excelentes investigaciones-, pero siempre hay preguntas que no tenían respuesta», afirma.
10.000 refugiados en Almería
Otra de las aportaciones novedosas es el censo de refugiados que se quedaron viviendo en Almería, más de 10.000, y el censo del hospital, que indica las heridas o las condiciones en las que llegaban. “También se hace mención a los miles de huidos que continuaron por el levante. Y le dedicamos un capítulo a las pérdidas materiales, como los proyectos sobre las carreteras y casillas de peones camineros», indica Fernández sobre el libro, que narra el desarrollo día por día, hora por hora, de toda la ocupación sublevada sobre Málaga.
Los autores iniciaron la investigación hace seis años y se nutre principalmente de archivos militares, provinciales, municipales y estatales. «El acceso a la documentación ha sido facilitado por los archiveros, tanto militares como civiles, que no han escatimado en esfuerzos por contribuir a esta investigación, ayudándonos en todo lo que hemos necesitado y orientándonos para conseguir la información que nos pudiera ser de utilidad para difundir este episodio de la guerra civil», señala Maribel Brenes. La obra será presentada este viernes en Málaga.
“En estos trabajos se puede ver la capacidad del hombre de llegar al horror en el sentido más estricto de la palabra”, concluye Fernández, que destaca especialmente la ternura de los abuelos y abuelas que sufrieron a lo largo de la vida la pérdida de sus padres, familiares cercanos, la represión, el hambre, la vejación… “Y en la mayoría de los casos -insiste- sólo quieren sacar a sus seres queridos de las fosas”.