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Bruselas trata de recuperar la normalidad tras los atentados
Bruselas despierta entre el miedo y el estado de shock el día después de los ataques. La policía ha identificado a los tres terroristas: dos se inmolaron en los ataques; el tercero sigue en busca y captura.
Las sirenas han dejado de sonar en Bruselas, que ha amanecido nublada y plomiza. Un día después de los atentados en el aeropuerto y el metro de la capital belga, que costaron la vida a una treintena de personas e hirieron a otras 200, la ciudad ha despertado conmocionada. La televisión difunde las imágenes de tres de los terroristas identificados: los hermanos Jalid y Brahim El Bakraou, que estaban fichados por vandalismo, murieron en las explosiones. Najim Laacharoui, retornado de Siria en 2013 y al que se relaciona con los atentados de París, sigue en busca y captura, pese a que los medios belgas afirmaron esta mañana que había sido detenido en Anderletch, una información que ya ha sido desmentida por las autoridades.
Anoche, varias decenas de personas se concentraron hasta la medianoche en una improvisada vigilia en la plaza de la Bolsa. «Había muchos turistas, policías y periodistas: prácticamente no había belgas», relata Mark Bellido, periodista hispanobelga residente en Bruselas. «Pequeños grupos, seguidos en tropel por decenas de cámaras, cantaban canciones como Imagine. Puede parecer duro decirlo, pero por momentos parecía más una puesta en escena que una manifestación de dolor. Me dio la incómoda sensación de estar presenciando una dramatización de cierta liturgia. No dudo de la sinceridad de las emociones, pero era más notorio el espectáculo mediático de decenas de fotografías tomando la misma imagen de la misma niña poniendo la misma vela».
Lejos de los focos, los belgas han preferido quedarse en casa para sobrellevar el dolor. «La rabia, la tristeza y la impotencia se quedaron tras los muros de los hogares, donde hubo muchas reuniones de amigos», cuenta Bellido. «Compartir todos estos sentimientos de puertas hacia dentro es típico y tópico de los bruselenses».
Tres días de luto
La radio informa de que hay un millar de militares en las calles. Y sin embargo, en Bruselas la vida sigue: los ciudadanos se desplazan en bicicleta a sus puestos de trabajo, se han reabierto universidades y colegios y se ha restablecido el servicio de metro, trenes y tranvías. El aeropuerto de Zaventem se mantiene cerrado, pero el de Charleroi opera con normalidad. Las banderas ondean a media asta y se han decretado tres días de luto oficial, mientras que las portadas de los periódicos inciden en una única idea: la unidad frente al terrorismo.
Tras la reivindicación del atentado por parte del Estado Islámico, cuyo amenazante mensaje -«Lo que os espera será más duro y amargo»- reproducen los medios de comunicación, las reacciones no se han hecho esperar. El papa Francisco ha pedido la conversión de los terroristas yihadistas, que ha calificado como «cegados por el fundamentalismo cruel». Por su parte, el primer ministro francés, Manuel Valls, ha insistido en reforzar los controles fronterizos entre ambos países.
Desde el Gobierno belga, el ministro del Interior, Jan Jambon, llama a intentar recuperar la normalidad lo antes posible. «No podemos dejar dominar nuestra vida por el terrorismo». De momento se mantiene, no obstante, el nivel máximo de alerta, el cuatro.