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Pueblos que marchan por su dignidad

La comarca sevillana de Morón de la Frontera sale a las calles este domingo a pedir trabajo. La protesta, convocada por círculos de Podemos, partidos locales como Ama-Morón, el SAT y asociaciones de vecinos y estudiantes, pretende poner el foco en las zonas olvidadas. La Marea visita El Rancho, uno de los barrios con más paro.

«Sólo odio a la muerte cuando la pienso en vosotros», Julio Vélez 

Al principio no se atreve. Pero después de dos horas escuchando historias de vidas precarias en El Rancho, un barrio de Morón de la Frontera (28.000 habitantes, Sevilla), José Manuel Hierro se emociona y estalla: «Hay que hablar de la pobreza infantil. No se nos puede olvidar eso. Hay que hablar de la pobreza infantil, eso no puede pasar y de eso hay que hablar», repite insistentemente entre lágrimas. Él tiene 24 años, un hijo de cinco y otro de dos. Y ni él ni su mujer trabajan. ¿Cómo puede uno levantarse por la mañana en esas circunstancias? «Hay que seguir luchando, si no te hundes», explica en la terraza del bar Condesa, con los lunes y los martes y los miércoles… y todos los días al sol. Suena Carlos Cano. Un altavoz itinerante anuncia una marcha el próximo domingo por el empleo y la dignidad. La salida será a las doce de la mañana. Están convocados todos los pueblos de la comarca: Morón, Puebla de Cazalla, Paradas, Arahal, El Coronil, Los Molares, Montellano, Marchena, Pruna y Coripe.

«Será como las marchas de la dignidad, pero en la zona, y pediremos la puesta en marcha inmediata de medidas urgentes contra el desempleo y por los derechos sociales, para acabar con una situación que condena al paro y a la falta de horizontes a miles de trabajadores y jóvenes», explica Susana López, 24 años, portavoz del círculo de Podemos de Morón. A la protesta se han sumado -además de otros círculos- Ganemos de El Coronil, AMA-Morón, IU de Paradas, el sindicato SAT, asociaciones ciudadanas y estudiantes. «La situación te empuja a entrar en política, es una herramienta con la que intentamos aportar algo y no quedarnos en casa», cuenta José Manuel, que también pertenece al círculo de Podemos. La formación morada quedó como segunda fuerza política en el pueblo en las pasadas elecciones generales, detrás del PSOE y por delante del PP.

Antonio Martín lleva casi tres años y medio en paro. Lo último que hizo fue un trabajo relacionado con la energía solar. Su mujer es la única que lleva ingresos a la casa. Cobra 850 euros como limpiadora de la residencia pública. Ambos rondan los 50 años. Para su hijo, de 20, tampoco ven futuro. Algo parecido sucede en la casa de Concha Ramos y Pedro Parreño, un matrimonio de 60 años. Él cobra 213 euros, la mitad de los 426 euros de la ayuda que queda tras agotar el paro. «El último trabajo que tuve, hace más de dos años, fue a media jornada. Yo pensaba que los 426 eran la última mierda y resulta que había algo peor«, explica junto al kiosco de la calle Ruiz de Bustillo. Tienen un hijo y una hija sin perspectiva de empleo alguno. La que saca la familia adelante es Concha, que cose día y noche. «La máquina no para de sonar en casa», cuenta desanimado Pedro, que dice que tuvo una «vida normal» hasta los 48 años. Trabajaba como contable en una fábrica de calzado en Alicante. La empresa cerró con la crisis y regresó al pueblo con más de 50 años y nada en la mochila.

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La tasa de paro en la comarca, en la que viven unos 100.000 habitantes, alcanza el 23%. En el caso de las mujeres, con el 57,41%, el porcentaje es superior al de la provincia, que en septiembre de 2015 llegaba al 55,41%. El grupo con mayor número de personas desempleadas ocupa la franja de entre 25 y 44 años, con un 45,46% . «Yo me meto en Infojobs y en la oferta que me interesa hay inscritos 1.200 con las mismas características que yo…», resopla Susana López, graduada en Finanzas y Contabilidad. Hasta ahora, ha trabajado en una productora de eventos y en una empresa de reparación de móviles.

«¿Y los cursos de formación dónde están?», se pregunta Antonio Martín mientras fuma un cigarrillo. La corrupción inunda la conversación. «Aquí se han hecho barbaridades», expone Isidoro Albarreal, concejal y portavoz de Ama-Morón, un partido que se presentó por primera vez a unas elecciones en 2011 y, con cinco concejales, ha logrado superar al PP en las pasadas municipales, que bajó a tres (el PSOE gobierna con 11 concejales e IU consiguió dos). «El dinero del Plan E, por ejemplo, no filtró, se quedó arriba. Ahora que se acaba de aprobar el contrato de basuras y se ha adjudicado por 200.000 euros menos y con más servicios que antes, te preguntas qué pasaba en un ayuntamiento que tiene, además, 50 millones de deuda», prosigue.

«Y es que claro, la corrupción tiene un coste directo, que es el dinero que se llevan al bolsillo. Y otro indirecto, que es que ese dinero no llega al pueblo», analiza López. Entre las reinvidicaciones de la marcha, Albarreal señala las dos principales: una, exigir al Gobierno central la inversión de 130 millones de euros en la comarca correspondientes a la parte proporcional que ha supuesto para sus habitantes el rescate bancario; y dos, pedir a la Junta 15 millones de euros por el dinero que calculan se ha perdido en la corrupción.

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La situación en la comarca es desoladora. Según la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado del Área Urbana Funcional del entorno de Morón de la Frontera, elaborada por la Unión Europea, el Gobierno central y la Diputación de Sevilla, los niveles de renta media por habitante son inferiores a los de Sevilla capital y la provincia: unos 4.000 euros frente a los casi 8.500 de Sevilla capital y 6.500 de la provincia. Por nivel de instrucción, la población sin estudios (23,22%) es sensiblemente superior a la de Sevilla capital (20,46%) y a la media de España (15,30%). Las personas analfabetas representan el 4,64%, también superior al de la provincia de Sevilla (2,5%). «La Marcha del 13-M por el Empleo y la Dignidad es un grito de esperanza y una llamada de atención a nuestros políticos, queremos decirles que no somos un número, somos personas y la economía y la política deben de estar al servicio de las personas. Lo exigimos, lo necesitamos y nos lo deben», sostiene el manifiesto.

Antonio Verdugo, 48 años, con dos hijas y un nieto de seis, llega a la reunión improvisada tras unas horas en busca de espárragos. Con los únicos ingresos de la ayuda familiar, se dedica ahora a rifar los manojos recién cogidos. «Pero no soy el único. El otro día tenía a seis que estaban rifando por delante de mí. Luego tienes que buscar al que le toca, porque aquí te ganas la reputación, si no, agárrate. Que hay quien rifa pájaros, aceite o jamón pero ni tienen pájaros ni aceite ni jamón…», cuenta. Hace los cálculos y la rifa le sale más a cuenta: gana unos 50 euros.

«Nos vemos abocados a esto». Esto, en otras palabras, es economía sumergida. Antonio no está dispuesto a que lo engañen, por mucho que lo llamen «reglamentista». Asegura que una ocasión organizó una protesta en la empresa en la que trabajaba, lo echaron y al final consiguió que el empresario pagara todo lo que les debía: «A mí 7.000 euros y pico, que me los desquitó de una casa que le había comprado». Con el banco también ha estado en un tira y afloja. «Me cobraron 8.000 euros de intereses. Fui a informarme y vi que estaba acogido al código de las buenas prácticas. Ahora me han concedido una carencia de cinco años y pago 29 euros al mes«, explica. En alguna ocasión, afirma que él y su mujer han ganado 30 euros en el verdeo por todo un día de trabajo.

Un chiste alegra la jornada: «Que dice que no puede pagar la luz. Pues déjala encendida», dice entre risas José María Carrillo, 67 años, autor de letras irreverentes y versos reivindicativos por los que incluso estuvo casi dos meses en la cárcel. «Maldita sea la mano que te ha herío / maldita sea la mare que haya parío. / Que haya parío ese cuerpo de fuego / que te ha abrazao / y tu vida juncal te la ha quebrao», decía el estribillo de las sevillanas que compuso a finales de los 70 a un joven que mataron en una manifestación en Carmona por la falta de agua, una de las víctimas olvidadas de la transición. Miembro del mítico grupo Gente del Pueblo, Carrillo admite que ahora hay más servicios en la localidad -hasta un Mercadona- pero cree que la evolución ha sido lenta en comparación con otras zonas rurales. Él tuvo suerte y cobra una «paguita buena» tras dedicarse toda su vida a la construcción. «En los buenos tiempos estaban las carreteras llenas de gente que iba a la construcción y al campo», recuerda.

«Sin salarios, sin derechos, sin miedo. La película que la casta no quiere que veas. La sal de la tierra«, anuncia un cartel pegado en la chapa del kiosco. Será emitida unos días después de la marcha, en el Centro Social Ocupado Julio Vélez, poeta y escritor ya fallecido criado en el pueblo. En una ocasión, el también desaparecido Eduardo Galeano visitó aquel centro para homenajear a su amigo Julio: «Contra el rinoceronte del poder, hoy por hoy, lo único que es de veraz eficaz es el ejército de los mosquitos, que zumban y acosan sin descanso, y que el rinoceronte no tiene manera de deshacerse de ese ejército de mosquitos que afortunadamente en el mundo son y se multiplican», concluyó.

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