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La niebla de la cultura digital
Mery Cuesta denuncia "un paradigma del cambio continuo, un 'pensamiento anestésico' que supone en realidad un regreso a viejas tendencias"
La Rue del Percebe de la Cultura y la niebla de la Cultura digital (Consonni, 2015) es una colisión entre ensayo, crítica de arte y cómic, nacido de la cabeza y las manos de Mery Cuesta. Sólo una persona como Cuesta, que ha trabajado como crítica, comisaria de arte, dibujante y música de rock podría tener una visión tan lúcida sobre las turbulencias actuales en torno a la cultura. Hay que resaltar que el homenaje al célebre cómic de Francisco Ibáñez 13 Rue del Percebe es mucho menos gratuito de lo que pudiera parecer: en el año 2002 el entonces secretario de Estado de Cultura Luis Alberto de Cuenca prologó una reedición de las aventuras de esta peculiar comunidad de vecinos y además logró que Ibáñez recibiera la Medalla de Oro de Bellas Artes.
Las ideas que Cuesta expone dialogan, de manera consciente o inconsciente, con César Rendueles en Sociofobia (Capitán Swing, 2013) o Esteban Hernández en Nosotros o el caos (Deusto, 2015). En concreto, la conexión más evidente es la denuncia de un paradigma del cambio contínuo, un “pensamiento anestésico” que supone en realidad un regreso a viejas tendencias a las que se intenta dar una apariencia diferente. Por otra parte, la autora sí reivindica explícitamente la obra de Thomas Frank La conquista de lo cool (Alpha Decay, 2011), recuperando la historia de la extraña simbiosis entre contracultura y capitalismo, que llega hasta nuestros días en forma de “cultura digital”.
El planteamiento central de La Rue del Percebe de la Cultura es cómo el edificio donde se ubicaría alta cultura en el ático, cultura oficial en un primer piso, cultura popular en los bajos y underground/subculturas en el sótano, se ha derrumbado. Y cómo, al colapsar esta construcción histórica y arrastrar con ellas sus ascensores sociales, entre los cascotes y escombros aparece una espesa niebla, denominada cultura digital. Cuesta es contundente a la hora de evaluar el contexto actual: para la autora, esta cultura digital es “una forma de control que no es democrática, en la que no todo es compartible y ni siquiera publicable, y en la que cualquier atisbo de altruismo se monetiza y se saquea de raíz”.
La autora cierra el libro animado a “dejar de trabajar contínuamente”, reivindicando un “espíritu antisistema de hacer cosas inútiles y dejar escapar el tiempo entre las manos”, después de alertarnos de que “la oposición alta cultura/baja cultura o cultura popular” no es más que la traslación de “la lucha de clases más tribal y atávica que podamos imaginar”. Reflexiones imprescindibles para intentar orientarnos en todas las guerras culturales que está creando la derecha.