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Colombia, ¿democracia o derechos humanos?
"El problema de la refrendación se ha dificultado por varios motivos, entre los que destaca la creciente oposición al contenido del acuerdo llevada a cabo por la oposición política de la facción uribista", escribe el autor
En el proceso de paz de La Habana entre la guerrilla de las FARC y el gobierno de Colombia, parece haber llegado a un acuerdo definitivo respecto al contenido sustantivo del mismo. La fecha del 23 de marzo como límite para establecer el fin acordado del proceso se va a posponer no obstante por otro asunto que pareciera ser nimio comparativamente con lo anterior, como es el modo de ratificación de éste por parte del gobierno y el evidente temor a que resultara en una negación al resultado
El problema de la refrendación se ha dificultado por varios motivos, entre los que destaca la creciente oposición al contenido del acuerdo llevada a cabo por la oposición política de la facción uribista, que viene tildando el acuerdo como un acuerdo de “impunidad”, amparado a su vez en algunos informes en el mismo sentido de organizaciones internacionales como Human Rights Watch o Amnistía Internacional. Todo ello viene alimentado además por la lentitud del proceso provocando numerosas críticas, veraces o no, al futuro contenido del acuerdo y la enorme desconfianza de la población en la guerrilla derivada de sus ataques y otros procesos de paz fallidos.
Antes la situación de una posible negación a la refrendación y la previsible consiguiente escalada militar entre ambas partes y las consiguientes víctimas, nos podemos plantear hasta qué punto le corresponde al pueblo colombiano directamente o mediante sus representantes políticos decidir sobre una cuestión como es la paz, principio fundamentador entre otros de la Carta de Naciones Unidas, junto a la seguridad. En este sentido es cierto que las décadas de conflicto, y más si cabe tras la caída de la URSS, han evidenciado que éste no supone un peligro para la seguridad internacional.
En esta divergencia se observa un aparente choque entre la democracia y la estabilidad nacional e internacional. Si además tenemos en cuenta que el derecho humano a la paz, que progresivamente ha cobrado mayor importancia en el ámbito internacional, es un derecho síntesis, esto es, que es un medio necesario e imposible de sustituir para el cumplimiento del conjunto de derechos humanos, ¿por qué el pueblo que ha sufrido la guerra puede tener capacidad de sustraer a sus ciudadanos y a los ciudadanos del mundo de un derecho sine qua non para el logro de la dignidad humana como valor máximo internacional?
Estos dilemas son a los que se enfrenta un gobierno que difícilmente va a poner en cuestión un resultado que ha significado su esencia fundamental como gobierno, pese a la contradicción antidemocrática que ello pueda suponer. Por otro lado la oposición proseguirá con su postura contra el acuerdo forzando un referéndum que pueda resultar negativo.