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Las sinsombrero: el placer de descubrirlas
Un proyecto transmedia recupera a las creadoras de la generación del 27, que han sido víctimas del olvido en la historia.
Hubo mujeres, ellas estuvieron ahí, yo las traté. Sus familias las internaron en hospitales psiquiátricos, les aplicaron electrochoques. En la década de 1950 si eras hombre podías manifestarte como rebelde, pero si eras mujer tus mismos familiares te encerraban. Hubo muchos casos que yo conocí, sobre los cuales algún día se escribirá.
Gregory Corsso
“Lo único positivo de su olvido es el placer de descubrirlas”, afirma Tània Balló. Concha Méndez, Marga Gil, Josefina de la Torre, Maruja Mallo, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, María Teresa León… son algunas de las mujeres de la generación del 27 que la historia ha silenciado. Artífices de la agitación cultural y de la modernización social de los años 20 y 30 en España, ni sus nombres ni sus obras han merecido el mismo reconocimiento que las de sus compañeros.
El libro Las sinsombrero. Sin ellas, la historia no está completa (Espasa, 2016), de la cineasta Tània Balló, se presentó esta semana en Madrid en un abarrotado Palacio de la Prensa. La obra forma parte de un proyecto transmedia del mismo nombre que abarca desde un documental coproducido por TVE hasta materiales pedagógicos para trabajar en el aula o un acuerdo de edición con Wikipedia España.
La anécdota que da nombre al proyecto la protagonizaron Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y Maruja Mallo cuando coincidieron entre 1923 y 1925 como estudiantes en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Relata Mallo que un día decidieron pasear por la Puerta del Sol de Madrid con la cabeza descubierta, porque parecía que el sombrero está “congestionando las ideas”. La aventura acabó entre insultos, gritos y piedras.
Las creaciones pictóricas, poéticas, escultóricas, teatrales… de estas mujeres modernas están a la altura, y en algunos casos superan, a la de sus compañeros varones. Si a Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Jorge Guillén y demás poetas del momento se les considera parte de la Edad de Plata de la literatura española (masculina), ellas conformaron la Edad de Oro de la literatura femenina.
El falso neutro universal de la historia
El olvido de las vanguardistas del 27 no es, por desgracia, un caso aislado. La editorial Bartleby publicaba hace un año Beat Attitude (Antología de mujeres poetas de la generación beat), en donde se rescata la obra de las creadoras sepultadas bajo el mito de Ginsberg, Kerouac y Burroughs. Iniciativas como la reciente #WomenInSTEM (Mujeres en la ciencia y tecnología) sirven para visibilizar las aportaciones de las científicas.
Estos ejercicios de memoria histórica femenina (o herstory, juego de palabras en inglés) no sólo rescatan los nombres olvidados por la historia sino que apuntalan una genealogía de la que las mujeres se han visto privadas. Marie Curie no era la única científica de su tiempo. Las sinsombrero, al igual que sus compañeros, se sentían parte de un grupo, compartían un espacio común de creación y transgresión en los cafés, las aulas, las calles y los bailes. Eran amigas.
El golpe de Estado que puso fin a la República truncó también los proyectos vitales y artísticos de estas mujeres, al igual que los de tantos hombres. Pero mientras que, al regresar, a ellos les esperaban los vítores y laureles, a ellas les recibió un profundo silencio. Tània Balló reconoce que, de haber conocido a una joven Maruja Mallo, la más longeva de su generación, le hubiese gustado susurrarle al oido: «Tus amigos te van a olvidar».
Como afirmaba en la presentación del acto la hispanista Nuria Capdevila, “no se trata de hablar de quiénes fueron sino de quiénes son, como parte ineludible de nuestra tradición”. Porque, sin ellas, la historia no está completa.