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Corriendo contra la precariedad
El proyecto Correscales pretende recaudar fondos para sostener la caja de resistencia para cubrir los gastos derivados de la huelga y aportar recursos para que nadie deje de luchar por sus derechos por una cuestión socioeconómica.
Beatriz Plaza* // El escenario, el recinto Gran Vía de la Fira de Barcelona. Las fechas, del 22 al 25 de febrero. Los protagonistas, entre otras, las multinacionales Google, Ford, Samsung, LG y General Motors. El maestro de ceremonias por tercer año consecutivo, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. Los patrocinadores, Telefónica, Orange, Vodafone y el Grupo Damm. Las expectativas, 460 millones de euros de recaudación, más de 93.000 visitantes y la creación de 13.000 empleos temporales. Y todo esto, en un único evento: el Mobile World Congress (MWC).
La organizadora de este congreso, la asociación GSMA, surge en 1995 y actúa a nivel internacional como un “cuerpo de armonización telefónica” en el que confluyen cerca de 800 operadoras de telefonía móvil y 250 empresas relacionadas con el sector de las telecomunicaciones. Según sus estatutos, GSMA se dedica a la normalización, implementación y promoción de sistemas de telefonía móvil; no obstante, esta entidad ha sido definida como una de las que más ha presionado a gobiernos de todo el mundo incidiendo directamente sobre su política fiscal o la tarificación de los servicios. Así lo evidencian diferentes casos en los que se le ha requerido información por posibles situaciones de connivencia entre sus asociadas a la hora de pactar precios, regular tarifas o hacer lobby a favor de la privatización de los servicios de telecomunicaciones.
GSMA es la encargada de la organización de los dos eventos internacionales más importantes en el sector de la telefonía móvil: el MWC, en Barcelona, y el Mobile Asia Expo, en Shangái. En los stands de ambos congresos podemos encontrarnos desde los más novedosos dispositivos móviles hasta la más avanzada tecnología militar —como es el caso de los denominados “wearable computing”, desarrollados específicamente para dar respuesta a diferentes necesidades en el campo de batalla—, pasando por los últimos modelos automovilísticos. Entre los países que más presencia tienen en estos eventos destacan Francia, Turquía o China, que cuentan con espacios separados dedicados a la exposición de los productos de “sus empresas”. Y también Israel, que cuenta con su propia web para la difusión de la relación de las compañías israelíes con el evento y encabeza la exposición de las últimas novedades en el campo de la industria militar, presentando su “Silicon Valley de startups”.
El MWC, que se instaló en Barcelona en 2006, se realizará hasta el año 2023 en el recinto de ferias situado en l’Hospitalet de Llobregat, población aledaña a la ciudad condal. El nuevo gobierno municipal surgido tras la elecciones del pasado mes de mayo negoció la prolongación del contrato, que vencía a finales de 2018, para la futura realización del evento en base a una serie de condiciones: “Los beneficios deben revertir en toda la ciudad y todo el año; que el empleo que se cree no sea precario y que se aprovechen más los beneficios sociales de las aplicaciones que se creen”, dijo Ada Colau. Con ello, el MWC sigue adelante y Barcelona se presenta internacionalmente como la Mobile Word Capital.
En Barcelona, precisamente, el 7 de abril del año pasado se produjo la primera declaración de huelga indefinida de los trabajadores y trabajadoras subcontratadas de Telefónica. La huelga de las “teleAfonicas” se prolongó durante 74 días y contó con numerosas concentraciones y manifestaciones en ciudades como Madrid, Bilbao, Barcelona o Jaén. El 5 de mayo, las dos mayores centrales sindicales, UGT y CCOO, firmaron un acuerdo con diez de las instaladoras contratadas por Telefónica (Abengoa, Liteyca, ITC, Cobra, Cotronic, Teleco, Elecnor, Abentel, Montelnor y Comfica), las cuales se comprometieron a reducir la cadena de subcontratación y a mejorar las condiciones laborales. No obstante, buena parte de los y las trabajadoras en huelga, al igual que los sindicatos CGT, AST y Co.Bas, no contemplaron los acuerdos de manera positiva y siguieron delante con sus reivindicaciones.
Así, el 25 de mayo cerca de un centenar de técnicos y técnicas ocuparon simbólicamente la tienda del Mobile Word Centre en el centro de Barcelona. Esta acción se desarrolló en un clima de gran expectación y la misma Ada Colau se personó ofreciendo su apoyo como intermediaria; tanta fue la presión y la fuerza de las reivindicaciones que el juzgado de instrucción rechazó la petición del fiscal sobre el desalojo, alegando que la acción respondía a un “conflicto laboral, y como tal se debe de enmarcar en el ámbito correspondiente, que no es el criminal”. De esta manera, se presionó a Telefónica para que negociara directamente con las trabajadoras, no a través de las subcontratas; la compañía se negó a ello alegando que no formaban parte de su plantilla sino de otras empresas. Finalmente, el 19 de junio los sindicatos minoritarios decidieron suspender la protesta y regresar al trabajo con el objetivo de dar la oportunidad a las compañías, que ya habían ofrecido la posibilidad de mejora de las condiciones laborales, a que en los meses siguientes las aplicaran.
Hoy, casi un año después, esta lucha vuelve con fuerza para llevar adelante el proyecto Correscales, “un trayecto de dignidad contra la precariedad” con el que se pretende recaudar fondos para sostener la caja de resistencia para cubrir los gastos derivados de la huelga y aportar recursos para que nadie deje de luchar por sus derechos por una cuestión socioeconómica. El proyecto contempla, asimismo, la realización de un documental que recoja el testimonio de la dignidad de la lucha contra la precariedad y de una carrera que una Bilbao y Barcelona.
De hecho, este jueves arrancó en Bilbao la carrera de relevos solidaria enmarcada en la iniciativa @Correscales2016, impulsada por decenas de colectivos sociales, sindicales y políticos de Euskal Herria y Catalunya. Así, un total de 80 personas van a recorrer sin pausa los 800 kilómetros que unen ambas ciudades, trayecto en el que van a contar con el acompañamiento de diferentes organizaciones, movimientos sociales y plataformas ciudadanas que han querido acompañar sus reivindicaciones y visibilizar su lucha. Desde el movimiento feminista hasta la lucha contra el TTIP, numerosas redes y campañas se han sumado a la luchas contra la precariedad porque, como bien señalan sus impulsoras, se trata de una iniciativa para que se manifiesten todas y cada una de las precariedades que nos afectan día a día.
La carrera finalizará en Barcelona el lunes 22 de febrero, coincidiendo con la apertura del Mobile World Congress. Y pone de manifiesto dos carreras opuestas: la que quedará dentro del recinto del evento oficial y que nos lleva a la generación de un sinfín de precariedades a su paso, por un lado, y la que recorrerá las calles construyendo poder popular y tejiendo complicidades, por otro. Esta última, paso a paso, va sumando reivindicaciones, expresiones y luchas que se enfrentan a la impunidad de las grandes empresas y apuestan por otro modelo socioeconómico, lo cual además de ser una necesidad es ya una urgencia.
* Beatriz Plaza (@BeaPlazaE) es investigadora del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad.