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Luces, cámaras y Can Batlló
Una visita al proyecto Audiovisuals Can Batlló que comienza el año con un ciclo de documentales “sobre la violencia institucional”,
De las decenas de actos que hay en la ciudad de Barcelona sobre cine, política y activismo, quiero resaltar uno muy especial: Audiovisuals Can Batlló. Un grupo pequeño pero lleno de matices comienza el curso con un ciclo de documentales “sobre la violencia institucional”, violencia entendida no sólo como la violencia física del Estado sino también la violencia de las políticas económicas y sociales que padecemos todos y todas. Can Batlló se encuentra en el límite: límite entre el barrio de Sants-la Bordeta con el barrio la Marina-Zona Franca, uno de los barrios más incomunicados de la ciudad que separa del conocido Sants por la Gran Via. También, a escasos ochocientos metros, cruzar el carrer Riera Blanca, te lleva, sin darte cuenta de Barcelona a la vecina L’Hospitalet de Llobregat, ciudad de acogida de miles y miles inmigrantes del resto del Estado que llegaron hace décadas en búsqueda de trabajo.
Entrando al Bloque Onze del espacio autogestionado Can Batlló, instalaciones abandonadas desde hace un buen tiempo y ahora con diferentes proyectos que lo aprovechan, vemos el trabajo de un grupo de gente que se ha propuesto a crear alternativas. Can Batlló es una parte importante de la historia industrial de Sants y de toda la ciudad de Barcelona, es un símbolo que desde hace semanas debate con sus integrantes si quedarse en puritanismo de “los cuatro gatos” autogestionarios o abrirlo a la sociedad pero planteando, claramente, una alternativa social y económica. Así, debaten si deciden unirse y crear una red de economía social y solidaria que pueda tejer poco a poco un sistema alternativo que llegue a los vecinos y vecinas de Sants-Montjuic y de toda la ciudad.
Regresando a lo que nos ocupa, el grupo de Audiovisuals discuten diferentes formas de organizar proyecciones, contenidos y cómo llevarlas a cabo. En una sala, con amplios ventanales, el grupo de escasas reducido personas, entre las que me encuentro, debate sobre cómo repartimos el trabajo para proyectar y presentar los documentales durante el primer semestre del 2016. También salen a la mesa los diferentes ciclos de ficción que pueden hacerse “para abrir el debate sobre nuestra realidad, ya que la ficción la refleja mejor”, sostiene una de las integrantes. Otros temas que se ponen en el centro del encuentro son el periodismo o la comunicación profesional y la ciudadana o activista. Tantos temas y tan poco tiempo y personal que se presenta una agenda que promete ser un pilar activo de Can Batlló para la construcción de una alternativa que se va tejiendo en el centro de la sala.
Tras la primera proyección del documental No estamos solos, donde pudimos ver las diferentes luchas que se han llevado a cabo en todo el Estado español tras el impulso movilizador que vivimos desde el 15M. Activistas de la PAH, la productora del documental y el público, hablaron de la violencia de la política y la policía y la respuesta que los colectivos dieron a través de las mareas y movimientos sociales. Desde el conflicto minero en Asturias, el tren de la libertad que salió de las mismas tierras hasta la lucha por la sanidad y educación, centraron el debate emocionante en la respuesta de la gente y lo contextualizaron en las históricas victorias, algunas agridulces, de las últimas elecciones. Sin duda, es un momento interesante el que estamos viviendo en nuestra realidad política donde muchos ayuntamientos están gobernados por coaliciones de cambio, en mayor o menor radicalidad. Sin duda, pase lo que pase, con o sin gobierno central, con o sin Procès, en Can Batlló y las luchas de la calle seguirán donde siempre han estado: en las calles, los barrios, las plazas, los bloques ocupados, etc.
No basta con cerrar los CIES
Audiovisuals Can Batlló presentó el domingo 17 de enero su segunda proyección sobre los CIEs (Centro de Internamiento para Extranjeros) y sobre los refugiados que llegan a Europa. En una ciudad que, institucionalmente, está comprometida con estos temas y que se ha construido con inmigrantes que venía históricamente de todos los lugares, es importante señalar estas proyecciones: Sobren raons y Los muros de Europa.
Al debate acudieron las realizadoras y productoras de Sobren raons, Susanna González y Marielle Paon, y el fotoperiodista Bru Aguiló de Los muros de Europa, producido por Fotomovimiento que, junto al abogado Andrés García Berrio y la activista Áurea Martín hablaron de sus experiencias, la vivencia de los inmigrantes en nuestro país y en Europa y dialogaron con el auditorio de Can Batlló que estaba a rebosar de gente.
Entre los elogios y preguntas, una vecina del barrio recordó el encuentro que habrá en el CIE de Barcelona el 30 de enero en el que se hará un juicio popular, organizado por movimientos de solidaridad para que “no se vuelva a abrir el centro” que permanece temporalmente cerrado por obras. Mientras entra una activista de la PAH con el brazo colgando de su cuello, la activista Martín hace referencia a ella por su valentía al enfrentarse a la policía que detenía manteros en el centro de la ciudad.
Para el abogado García, “el 30 nos jugamos mucho a nivel simbólico” ya que es un tema que ha roto el silencio mediático desde el 2012 y los movimientos de la calle le han dado también voz a estas personas que “sufren gravemente la violación de los Derechos Humanos”, defienden las dos partes del auditorio. Una vecina indignada insiste en que aún hay que seguir informando y propone crear un grupo o comisión que ubique mesas informativas en las calles para seguir denunciando lo que sucede en “estas cárceles de inocentes”. La propuesta es recibida con el aplauso unánime del público.
Quizás una de las frases más contundentes la mencionó el jurista García, entre todas sus explicaciones claras a nivel jurídico, cuando llegó a la fibra sensible del público apuntando que “la vida es dura, pero si le añades tu color de piel y no tener papeles es aún peor”.
En el coloquio se reconocieron grandes avances pero “aún mucho trabajo por hacer”, señala Áurea quien recordó que, por ejemplo, “Cuenca ya es una ciudad libre de CIES”. Igualmente, aclaró que cerrar estos centros no soluciona el problema “hasta que no se derogue la Ley de Extranjería”. Desde el público aluden que sea la gente en las calles la que puede conseguir cualquier éxito ya que en la televisión nunca se verán estas ni otras luchas. Alguna de las victoria ganadas “ha sido la mejora sustancial de la comunicación, aunque algo limitada, de las personas que están encerradas con los familiares que viven en el territorio español”.
Entre las críticas, la Cruz Roja no queda bien parada ya que “muchos maltratos y hasta muertes producidas dentro de los centros han sido con esta ONG dentro”, aludiendo a que ésta organización es la que más presencia tiene dentro de los CIEs y los abusos no se detienen. En el mismo sentido, los fotoperiodistas y activistas que estuvieron en los campos de refugiados critican el actuar de organizaciones como ACNUR “quienes cuidan el lenguaje y los llaman campos transitorios para que se legitime el papel de intervención de la misma ONG”. Una voz del público comentó, reforzado posteriormente por los activistas, que se “justifica así un control del territorio, por ejemplo en la frontera de Grecia, donde la militarización es casi inminente. Por lo que es un movimiento de geopolítica muy clara”.
Finalmente el abogado Andrés García anima a seguir luchando porque sólo “la presión social consigue victorias ya que el inmigrante no vota y por eso no hay interés por ningún partido en poner sobre la mesa este tema de violación de derechos humanos”.