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Las cinco debilidades de Podemos

Cinco síntomas de fragilidad más allá de las campañas mediáticas y que no parecen suscitar ninguna reacción de alarma o autocrítica en la cúpula dirigente.

Pablo Iglesias el día que anunció que proponía un Gobierno de coalición junto a PSOE e IU. FOTO: Podemos.

La derecha y el extremo centro no se cansarán de hacer todo tipo de piruetas dialécticas y acusaciones (con y sin fundamento) para desacreditar a Podemos. Que si Irán, Venezuela, Putin, ETA, la Antiespaña… Lo que haga falta. Y esto es sólo el principio. Tomen ustedes el ejemplo de la campaña desordenada pero constante que viene sufriendo por parte de la Inquisición mediática Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, y multiplíquenla por la cifra que quieran (siempre mayor que cero y uno). No es ninguna sorpresa: esos medios hacen lo acostumbrado. Necesitan que los suyos recuperen cuanto antes el mínimo poder que, de momento, han perdido. Pero la verdadera amenaza que, a mi juicio, se cierne sobre Podemos no es la que proyectan esas manidas acusaciones citadas más arriba.

Es algo más sutil y preocupante: una debilidad creciente. Cinco debilidades, en concreto. Podemos nació con brío, como un instrumento necesario para la regeneración democrática, un partido detergente más que emergente y que hoy, sin embargo, es cada vez más débil. Esas debilidades no tienen nada que ver con las campañas mediáticas, porque las campañas de la derecha llueven sobre el electorado de derechas y de extremo centro… Sin embargo, las debilidades a las que me refiero (y que están siendo nítidamente percibidas por buena parte del electorado de Podemos) no parecen suscitar ninguna reacción de alarma o autocrítica en la cúpula dirigente.

Repasemos las cinco fuentes de la debilidad:

1. Con IU en la UCI o en la UVI (elijan ustedes la sopa de letras) y el PSOE aquejado de múltiples fracturas, el núcleo irradiador de Podemos quiere presentarse como la única fuerza cohesionada que puede llevar el mando de la izquierda. El problema es que Podemos no es una única fuerza y, como cada día se hace más patente, está lejos de estar cohesionada.  La intención de Ada Colau de crear un partido propio en Cataluña o la exigencia de Podemos Andalucía de un reconocimiento especial en las Cortes son sólo los penúltimos ejemplos de la tirantez de las costuras en la formación morada, la penúltima de unas tiranteces enervantes que hace poco se escenificaron con la controversia de los grupos parlamentarios de las llamadas confluencias, una controversia provocada por el boicot de la derecha; pero que va a seguir acarreando consecuencias internas para Iglesias. Muchos electores perciben ahora, cada vez con mayor nitidez, las hipotecas de la amalgama que lidera Pablo Iglesias.

2. Una segunda fuente de debilidad se halla en la definición misma de qué es Podemos. Se puede decir simplemente que Podemos es un partido político, o que es varios partidos, como hemos visto; pero también que es una herramienta electoral al servicio de los movimientos sociales. Sin embargo (ésta es la otra fuente de debilidad) hoy en día surge la duda razonable de si goza de buena salud el vínculo que en su día unía al núcleo irradiador de Podemos con ese concepto tan evanescente llamado la calle. El modelo organizativo de los círculos, una estructura que debía servir de correa de transmisión entre la calle y la dirección del partido, hace meses que ha perdido fuerza.

3. Podemos a veces también es simplemente una marca, un banderín de enganche. Porque no fue la formación que lidera Pablo Iglesias la única fuerza política emergente que aprovechó la ola de ilusión y ganas de regeneración democrática. De hecho en la izquierda existían previamente un puñado de formaciones, con arraigada presencia en sus respectivos territorios que, sin embargo, en solitario, nunca podrían haber sorteado el hachazo que la Ley Electoral impone a los pequeños. Esos partidos se han dejado acompañar por la marca Podemos y, gracias a ello, han cosechado buenos resultados electorales. Han utilizado a Podemos y ahora les empieza a sobrar el envoltorio. ¿O es quizá Podemos el que los ha utilizado a ellos para ampliar su base electoral? El caso es que cada vez parece más claro que lo que unos sentían por los otros no era amor, sino necesidad. Ésta es la tercera fuente de debilidad.

4. Iglesias y sus afines parecen querer hacer de Podemos el rodillo de la izquierda tradicional, la formación llamada a fagocitar a IU (sorprende estos días ver a Iglesias erigido en virtual portavoz de IU) y a relegar al PSOE al mismo papel que el PASOK juega en Grecia. Todo eso y más es Podemos… según el día que tengan sus dirigentes. Y ésta es la cuarta fuente de debilidad: muchos votantes de izquierdas nunca confiarán en un Podemos que no permita la existencia de otros actores políticos de la izquierda de rango estatal.

5. La quinta fuente de debilidad de Podemos está desplegándose ante nuestros ojos. Me cuento entre los decepcionados/cabreados con las negociaciones que estamos viviendo desde el 20D. Temo que con este tacticismo tan burdo, este cálculo de pesos y medidas tan alambicado y maquiavélico, los dirigentes de Podemos están terminando de dilapidar el enorme caudal de ilusión generado entre millones de votantes durante tantos años azotados por las medidas de austeridad y abandonados por la clase política dirigente. Y lo que es peor, con su torpeza postelectoral, en realidad está movilizando al electorado de los partidos tradicionales.

Pero el principal problema es que Pablo Iglesias y su núcleo irradiador hacen como que miran hacia adelante. No quieren terminar de creerse sus debilidades orgánicas (porque si las hubieran asumido habríamos visto en ellos más moderación en las maneras y actitudes más humildes). Parecen haberse creído su propio farol.

Podemos va a seguir siendo utilizado por unos y por otros. Será un partido y será muchos partidos; será una marca electoral y será, también, el ropaje que viste a un santo para desvestir a otro. Finalmente nos ha quedado claro que Podemos es, ante todo, una herramienta, y mucho me temo que sus dirigentes se han estrenado en las instituciones de ámbito nacional empleando esa herramienta para algo muy distinto a lo que su electorado esperaba.

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