Revista mensual | Sociedad
Rugby femenino para combatir estereotipos
Las mujeres que practican esta actividad deportiva la describen como una herramienta liberadora y de empoderamiento.
Zoe suelta la mochila sobre la cama al llegar del instituto y hace lo de todos los días: se mira al espejo. No le gustan sus caderas, piensa que son demasiado anchas. No se parecen en nada a las que ve a diario en anuncios y películas. Esos anuncios y esas películas donde las chicas con caderas finas y proporcionadas salvan el mundo, enamoran al chico, consiguen lo que quieren y son felices.
Un día, Zoe descubre casi por casualidad el rugby. En su pueblo hay una escuela y sin saber por qué, se apunta. Después de un año practicándolo, Zoe comprueba que en sus caderas, ésas que antes le producían rechazo, se encontraba todo este tiempo el secreto para ser tan buena en este deporte. La fuerza y el aplomo que le confieren sus muslos y su pelvis hacen que las recepciones de balones nunca la desestabilicen, por muy fuerte que haya sido el disparo. Que los placajes que recibe de otras compañeras no la tiren al suelo. Poco a poco, Zoe mira sus caderas con otros ojos. Toma contacto con su físico, se da cuenta de que este nuevo cuerpo que se refleja en el espejo –aunque es el de siempre– es su motor, su arma y su herramienta. La joven acaba así con el rechazo a su propia imagen provocado por juicios basados en cánones dañinos. Y termina con la falta de autoestima, una etapa en su vida que podría haberse alargado ad infinitum.
Patricia García, jugadora de la selección española de rugby, empezó a sentir curiosidad por este deporte hace tan sólo seis años, cuando tenía 19. A día de hoy ha jugado ya en la liga española, francesa y neozelandesa. A su alrededor ve cómo el rugby empodera a chicas como Zoe, les hace tener consciencia de sí mismas y las dota de autoconfianza. Patricia destaca que esta actividad deportiva nunca discrimina a nadie por su físico; ya seas alta o delgada, o más o menos corpulenta, tienes cabida en él. Dependiendo de la posición que ocupes en el campo, te vendrá mejor ser más ágil y ligera o más pesada y robusta. En un mismo equipo hay distintos roles que necesitan de unas u otras características, por lo que se pierde la homogeneidad de otros deportes como fútbol o natación. Los cuerpos más voluminosos son importantes en las fases estáticas del juego, como la melé o la touch. En otras, es más importante la agilidad y velocidad para avanzar en el campo y definir los ensayos.
Esther Pàmies, coordinadora de categorías de formación del SEL de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), explica que el rugby es, hasta los 16 años, sólo formativo, y que quizás debido a que es un deporte minoritario aún en España y no tiene un volumen grande de adeptos, chicas y chicos lo practican juntos. En esta etapa son, quizás, las chicas las más privilegiadas, ya que su desarrollo físico empieza antes que el de los varones. Los equipos de rugby no diferencian por sexo hasta después de los 16. Esther recuerda que dentro de un equipo no importa el sexo: el placaje que practicará el contrincante será igualmente ideado para ser efectivo, por lo que el trato entre compañeros y compañeras es indiferente. Digamos que el rugby es un soplo de aire fresco dentro una sociedad apolillada aún entre los «compórtate como una señorita» o los «qué brutote es, se nota que es chico».
La psicóloga Rosa Soler, que empezó acompañando a su hija adolescente a sus entrenamientos de rugby y acabó practicándolo junto a ella, explica que al ser un deporte de contacto con una técnica muy medida, no caben los mensajes sociales que tanto hemos oído las chicas de «no te manches» o «ten cuidado». El hecho liberador de que no juzguen a las mujeres por su forma de ocupar el espacio en este deporte hace que se empoderen y tomen confianza de sí mismas. Rosa también remarca como positivo el hecho de que, al ser un deporte de descarga, le hace percibir su cuerpo no como un objeto que tiene que encuadrarse dentro de la moda de turno, sino como su vehículo. El cuerpo es el que te lleva y te trae, y no puedes rechazarlo por su forma. El cuerpo no es algo que enseñar o mostrar, es una herramienta para comunicarse con el entorno.
Rosa confiesa que a veces, después de un entrenamiento, sale dolorida, sí, pero con una satisfacción que parece decir «estoy aquí, estoy con mi cuerpo». E incluso proyecta lo aprendido en el campo a su vida diaria. «Para practicar rugby tienes que dejar tus miedos atrás y lanzarte. Eso te hace asumir actitudes incluso en tu día a día, hasta al andar por la calle: olvidas complejos, tienes más presencia, tu posición es incluso más recta, dejas de invisibilizarte a ti misma». También nota los efectos en su hija, en la actitud que ahora mantiene con su propio físico y en su forma de relacionarse con él.
A pesar de que la visión generalizada en España del rugby es la de una actividad agresiva e incluso masculina, lo cierto es que lo que predominan en él son los valores y el compañerismo. Esta percepción es la que se tiene en el extranjero, donde hay bastante más conocimiento de lo táctico y noble que es este deporte. Patricia García recuerda que en España, por ejemplo, el judo no es visto como una actividad violenta, pese a que el contacto y la descarga son su esencia. Y achaca al desconocimiento el error de percibir el rugby como lo que nunca ha sido.
En este sentido, se desconoce que el respeto hacia el compañero o la compañera prima sobre todo lo demás. Y no sólo hacia ellos, también hacia quien arbitra, esa figura que hemos normalizado en el fútbol como un receptor inevitable de insultos. En el rugby, sin embargo, el trato con el árbitro es algo sagrado. Se promueve que la relación sea siempre exquisita y hasta se evita el tuteo con él, independientemente del sexo de ambos y de su edad.
El rugby como deporte deja atrás muchos tópicos, no sólo ya el de la agresividad, sino también el de la masculinidad. Y en España hay buenos ejemplos de ello. Existe una División de Honor femenina, compiten importantes clubes integrados por mujeres y la selección española, apodada Las Leonas, está considerada como uno de los mejores baluartes de promoción del rugby nacional.
«El rugby es un deporte de villanos jugado por caballeros, y el fútbol es un juego de caballeros practicado por villanos», reza un conocido dicho. Lo cierto es que la primera parte de esa expresión podría actualizarse. «El rugby es un deporte de villanos jugado por gente civilizada».