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Pedro Sánchez, el hombre que fue a ver el tsunami a la playa
El candidato del PSOE asistió al debate como el soldado con síndrome postraumático que contempla el horizonte con la mirada de los mil metros.
MADRID// Todas las tragedias tienen una imagen icónica que queda en el inconsciente colectivo. Durante el terremoto y posterior tsunami en el Índico de diciembre de 2004 fue la del hombre que se quedó observando, impertérrito, la llegada del tsunami desde la playa. Hasta que desapareció entre la terrible bravura de las aguas. Una visión de la aceptación del destino, resignarse a que nada de lo que podamos hacer cambiará el fatal devenir de nuestra existencia. En el debate de este lunes, Pedro Sanchez fue aquel hombre esperando el tsunami frente a la playa.
El líder del PSOE da la sensación de saberse derrotado. Transmite la tranquilidad del que afronta su final con estoicidad. Con apacible acatamiento. Anoche asistió al debate como el soldado con síndrome postraumático que contempla el horizonte con la mirada de los mil metros. Pero esto es política, y la derrota se transmite sin poder reconocerse antes de la disputa. Sólo bajo el prisma distorsionado del líder en shock se puede comprender la dificultad del soldado Sanchez para valorar su actuación en el debate frente a sus adversarios.
Pedro Sánchez ha declarado en una entrevista en la Cadena Ser que cree “humildemente” que fue el ganador del debate. No se puede pedir a una persona bajo la presión a la que está sometida el secretario general del PSOE que declare abiertamente que fue ampliamente derrotado por sus adversarios. Pero hablar de victoria le pone en una situación embarazosa frente a los nueve millones de españoles que observaron sus titubeos y su incapacidad para soportar la pujanza de los líderes emergentes sin ni siquiera torcer el gesto de la número dos del PP Soraya Sáenz de Santamaría.
El mayor error de la gestión de Zapatero fue negar la crisis cuando sus envites ya azotaban con brusquedad la realidad económica y social española. Un error que repite Mariano Rajoy cuando se empeña en vender una maravillosa recuperación económica a una clase obrera vapuleada y abatanada por la tozuda realidad. Esta incapacidad para asumir la situación es el preludio de la aceptación del nefasto futuro.
Pedro Sánchez se encuentra en la tenue frontera entre negar los crudos hechos y aceptarlos con resignación y dejarse caer. La realidad y la mirada del líder del PSOE están disociadas. Una maquinaria política con los intereses y la tradición del partido socialista no pueden permitirse dejar de dar batalla en unas elecciones tan importantes como estas aunque se sientan vencidos. El debate del líder de la oposición frente a Mariano Rajoy será la última oportunidad de salvar al soldado Sánchez de caminar pesaroso a la playa a observar la inevitable llegada del tsunami con la mirada de los mil metros.