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No es cuestión de ovarios
"El contrapoder, en manos de mujeres, es sensible y compasivo ante las desgracias de otras personas, contrarresta los efectos nocivos del poder patriarcal y paternalista", afirma la autora
Hace unos días, me informó una amiga, con tres horas de antelación, de que Podemos iba a celebrar un acto de precampaña de mujeres, en una sala de teatro muy céntrica de Madrid, a la que iban a asistir personas notables y conocidas. Me sorprendió no haberme enterado antes, por otros cauces, pensé que no lo habrían difundido mucho y creí que no sería muy importante. Pero decidí ir por curiosidad, porque me interesan las actividades públicas promovidas por mujeres. Así que conseguí desechar todos mis prejuicios sobre campañas electorales, sobre partidismos y más que nada, sobre mentiras, propuestas, falsas promesas y falsos propósitos de enmienda, que es lo que se suele barajar en los períodos electorales y me fui hacia allí.
Me siguió sorprendiendo que la sala, con un aforo de unas mil personas, se fuera llenando de un público heterogéneo, mujeres en su mayoría, pero también muchos hombres, mayores, jóvenes y hasta algunos niños. El inicio del acto se retrasó bastante, casi una hora, pero nadie estaba enfadado, había un ambiente flexible y distendido. Y también emocionante.
Y terminé de sorprenderme cuando aparecieron las ponentes y también las invitadas y lo que se había convocado como un acto electoral de Podemos, resultó ser en realidad una confluencia de mujeres normales, todas ellas profesionales que ya desempeñan o han desempeñado puestos de relevancia en la vida política, social, jurídica, intelectual o artística de nuestro país. La presentadora, Laura Casielles, y las ponentes, eran todas políticas de Podemos o de coaliciones afines, como Ada Colau, Mónica Oltra, Rita Maestre, Clara Serra y también la jueza actualmente incorporada a la política Victoria Rosell. Y entre las invitadas, había igualmente políticas del partido, como Irene Montero, Tania González y Tania Sánchez, pero también estaba Marina Subirats, que es además filósofa y socióloga, y las actrices Cristina Rota y Rosario Pardo.
Todas ellas hablaban con sencillez, como si estuviésemos charlando entre amigas en el salón de nuestra casa. Eran mujeres normales, que trataban los asuntos de Estado como cosas cotidianas, contándolas de forma que todo el mundo las pudiese comprender, porque los asuntos de Estado atañen a todas las personas. Y desde el primer momento, desde la presentación, se empezó a hablar en presente o en pasado, olvidando a veces el futuro y sobre todo esos incómodos “hay que” o “tenemos que” o “vamos a” a los que nos tiene acostumbrados esta sociedad moralista, sustituyéndolos por “hemos hecho” o “estamos haciendo” o “nos estamos encontrando con”.
Si bien algunas se han incorporado recientemente a sus funciones públicas, sobre todo las más jóvenes, todas atesoran ya una experiencia basada en la realidad y nadie puede acusarlas de hacer castillos en el aire ni de protagonizar el cuento de la lechera desde su inexperiencia, porque desde los lugares que ocupan, ya todas le han visto las orejas al lobo y han comprobado en propias carnes que el camino no está siendo corto ni fácil y que aún queda mucho por hacer.
No obstante, todas ellas en persona son una prueba de que algo, no solamente está empezando a cambiar, sino que ya ha cambiado en nuestra sociedad. Porque las mujeres que acceden al poder ya no son dóciles, ya no imitan las actitudes de los machos alfa. Las de ahora son valientes que se atreven a mirar con mirada de mujer a esos hombres que hasta ahora actuaban para otros hombres porque estaban acostumbrados a ser mirados con mirada de hombre, ahora les exigen cuentas desde una mirada femenina.
Esto no quiere decir que haya que ser mujer para darse cuenta de que las decisiones políticas tienen un efecto diferente en hombres y mujeres, no es cuestión de ovarios, también los hombres pueden aprender a mirar así. Visibilizar que las decisiones políticas tienen impacto de género suele pasar desapercibido para la mayoría de los gobernantes masculinos y estas nuevas mujeres que han tomado la voz en los espacios públicos, están dando un vuelco de transformación a las instituciones, al exigir estudios de impacto de género en todos los ámbitos de la vida institucional, que, en el mejor de los casos, terminan siendo comprendidos y aceptados por la mayoría dominante.
Sin ir más lejos, los debates y las tertulias entre hombres no son tan bellos. Aquí, en este teatro, no había figuras todas similares, uniformadas en trajes grises o azul marino, o, los más osados, en mangas de camisa, con corbata o sin ella todo lo más, aburridos, en resumen. Aquí, en esta charla de mujeres, había colorines y matices ondulantes, que fluían en un alarde de flexibilidad y de comunicación. Desde el lenguaje corporal en el escenario, pasando por la ropa, el pelo, cuyos colores y formas rendían culto a la diversidad, hasta la actitud inclusiva y cómplice de las féminas al dirigirse unas a otras y al auditorio marcaban la diferencia entre los que quieren imponer y seducir para dominar y las que respetan para complacer y solucionar, o sea entre el poder salvaje y autoritario y el poder de transformar haciendo cosas.
¿Y qué decir del lenguaje? Desde la voluntad de arreglar las cosas, curiosamente todas las participantes terminaron coincidiendo en los mismos puntos, desde sus diferentes y diversas experiencias. Se utilizaron palabras y expresiones como conciliar, confluir, cooperar en vez de competir, compartir, jerarquía horizontal, reconocimiento del otro, reconocer y mirar, educar de raíz, no acceder al poder a codazos para que se nos vea bien, de ejercer la autoridad mientras seas útil y aceptar que te la quiten cuando ya no lo seas.
El acto tuvo un bonito colofón con la actuación de un grupo flamenco de mujeres gitanas feministas por la diversidad, gritando sin miedo a la libertad.
El empoderamiento de la mujer, al tomar el espacio público y la voz es terapéutico para toda la sociedad, también para ellos. Ahora sólo queda que ellos se vayan dando cuenta.
Se podrá ver y escuchar el acto completo accediendo al siguiente enlace: