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Un libro denuncia manipulación de perfiles genéticos en el caso de los bebés robados

Un libro denuncia manipulación de los perfiles genéticos en el caso de los bebés robados.

Manifestación por los bebés robados en San Sebastián.

Alejandra -nombre ficticio- acudió a tres laboratorios distintos para cotejar su ADN con el del hijo que le habían robado. Sólo una prueba dio positivo, pero finalmente el laboratorio en cuestión se desdijo. También dio negativo la que se hizo su hijo pequeño para comprobar lo que suponía: que estaban manipulando su perfil genético. Según sus sospechas, los laboratorios forman parte de una trama para ocultar que los niños robados están vivos.

El testimonio está recogido en Los hombres del saco (San Pablo), un libro en el que su autor, el periodista José Luis Gordillo, sostiene que el robo de bebés en España ha sido una medida política, social e ideológica de principio a fin, desde la dictadura hasta bien entrada la democracia. Pero va más allá. Gordillo asegura que la trama se ha reorganizado en la actualidad para impedir el reencuentro. Según el autor, la mujer -que prefiere no identificarse por el momento- llevará a los tribunales a los laboratorios, que tampoco identifica para no malograr su estrategia judicial.

“El caso de Alejandra se asemeja al de otros miles denunciados en toda España, con tantas contradicciones en el expediente que no puede pensarse más que se realizó un esfuerzo en su confección para ocultar algo. Pero, lo que lo diferencia radicalmente de los demás es lo ocurrido en los últimos años, en pleno siglo XXI, en lo que ella denomina la ‘trama paralela’ de los bebés robados, la que cree que opera en la actualidad”, argumenta Gordillo, que ha investigado y escrito durante cuatro años sobre numerosos casos en periodismohumano.com.

En su intento por ayudar a Alejandra, el periodista la puso en contacto con una genetista, “amiga de un amigo”, de la Universidad de Sevilla. Al revisar los exámenes realizados en los tres laboratorios, la investigadora afirmó: “Esto se puede hacer bien, mal, muy mal y como lo ha hecho esta gente”. Las pruebas que dieron como resultado negativo habían sido practicadas sobre regiones distintas de la cadena de ADN en la madre y en el hijo, según cuenta en el libro. “De forma implícita, la genetista estaba intentando transmitir a Alejandra la idea de que aquel chico era su hijo, y que por tanto dejara de darle vueltas al asunto”, narra Gordillo. Además, destaca los “extraños y contradictorios análisis” que se están realizando de los restos procedentes de la exhumaciones, tanto por parte de laboratorios públicos como privados.

En esa supuesta conspiración, los afectados creen que las comunicaciones también están intervenidas. Cuenta Gordillo que los correos electrónicos -los suyos incluidos- cambian con frecuencia de orden y de fecha y que muchos entrevistados le han pedido no sólo apagar el teléfono sino quitarle la batería. Alejandra, además, asegura que mandó su perfil genético a dos laboratorios en el extranjero: a Londres y a EEUU. El primer paquete se perdió -en un nuevo envío dio negativo- y el segundo fue retenido en la aduana debido a un “control policial aleatorio”, según su testimonio. “Estaríamos hablando por tanto de una resurrección en toda regla en nuestros días de la trama de los bebés robados, esta vez no para seguir robando, sino para perpetuar su impunidad”, concluye el autor.

Para escribir un libro como Los hombres del saco, editado paradójicamente por una firma católica, “hay que tener lo que hay que tener”, afirma en el prólogo el reportero Antonio Ramos Espejo. Según explica, la osadía de Gordillo le ha recordado a la fuerza del abogado Darío Fernández, que demostró que los tres jóvenes asesinados del denominado caso Almería no eran etarras. Cuatro guardias civiles fueron sentados en el banquillo y condenados. De momento, en este caso, sólo hay dos personas condenadas: Baltasar Garzón -que destapó la trama al tratar de investigar los crímenes del franquismo- y una mujer que acusó a una monja de organizar su adopción.

Los familiares van a recurrir al Papa para exigir a los obispos que abran los archivos. “Quedan en el camino -añade Gordillo- decenas de miles de españoles con identidad falsa y otras tantas familias destrozadas a las que se les ha arrebatado uno o varios de sus seres queridos”. El periodista escribió el libro tras la muerte de su padre, como un acto de duelo: “Yo al menos los he tenido [a mi padre y a mi madre], y también a mis hijas, conviviendo a diario con ellas. Comprendo que a las víctimas, que no los han tenido, les cueste perdonar esa privación”. La Justicia, hasta ahora, les ha mutilado la esperanza con el archivo de sus historias.

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