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Así afecta la contaminación ambiental a nuestra salud
Madrid ha vuelto a activar la fase 2 del protocolo contra la contaminación ambiental. Los expertos alertan de las graves consecuencias para la salud del aire que respiramos.
El tráfico de la madrileña M-30 discurre extrañamente fluido, algo más lento de lo habitual: es la consecuencia directa de la activación de la primera fase del protocolo de actuación contra la contaminación, puesta en marcha este miércoles por la alcaldesa de la capital, Manuela Carmena. Los automovilistas parecen respetarlo y, sin embargo, muchos lo critican con dureza cuando tienen ocasión. «¡Hay que ver la que está liando la Carmena», exclama un taxista en la barra de un bar. «Pues espérate a que mañana no vuelva a prohibir aparcar, como la otra vez…», contesta otro parroquiano. Así ha sido: este jueves se activaba la fase 2, que restringe el aparcamiento a los no residentes en la conocida como almendra madrileña, es decir, en el centro de la ciudad.
Los reproches furibundos a la activación del plan de Carmena -aprobado por el anterior equipo municipal- parecen obviar lo esencial, que en el caso de la capital estos días no es precisamente invisible a los ojos: una densa capa de contaminación se cierne sobre las cabezas de los madrileños. Es la tristemente célebre ‘boina’, que sólo parece disiparse cuando llueve, y que se percibe también a través del olfato nada más salir a la calle, con ese perenne olor a tubo de escape. Pero más allá de lo desagradable para los sentidos, existen toda una serie de riesgos para la salud directamente relacionados con la contaminación ambiental.
«Tenemos que estar preocupados todo el año, no sólo cuando se producen los picos de contaminación», explica el doctor Jose Miguel Rodríguez González-Moro, neumólogo y director de relaciones institucionales de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), con sede en Barcelona. «Estar constantemente aproximándonos a los límites ya supone graves riesgos para la salud», asevera.
Entre esos riesgos, el doctor Rodríguez González-Moro enumera una lista casi interminable, desde tumores y enfermedades cardiovasculares hasta la enfermedad pulmonar obstructiva cronica (EPOC) o el asma. «No son sólo enfermedades relacionadas con las vías respiratorias», explica el neumólogo. «Las partículas pasan al torrente sanguíneo y se distribuyen por todo el cuerpo, por lo que afectan a todo el organismo». Más allá de los efectos a largo plazo, para González-Moro está «archidemostrado» que con los picos de contaminación «aumenta el número de asistencias médicas relacionadas con los problemas respiratorios agudos».
Desde las organizaciones ecologistas aportan datos que invitan a la reflexión. «Estamos ante un asunto de una gravedad extrema», denuncia Paco Segura, de Ecologistas en Acción.»La contaminación mata, y mata mucho: los estudios de la OMS demuestran que sólo en Europa se producen 500.000 muertes prematuras al año por la mala calidad del aire, 31.000 de ellas en España». En opinión de Segura, «asumimos esos muertos sin que sea un escándalo, cuando la realidad es que si trasladáramos ese número de víctimas a problemáticas como los accidentes de tráfico o la violencia machista nos llevaríamos las manos a la cabeza».
De cara al futuro, los expertos tienen claro que será necesario un cambio de hábitos, más que iniciativas puntuales para reducir los índices de contaminación. «Medidas como las adoptadas en Madrid sirven de poco, más allá de que se hable de contaminación en los medios de comunicación», opina el doctor González-Moro. «Los culpables de este problema somos los ciudadanos, no los gobiernos, aunque en ellos recaiga la tarea de tomar medidas para frenarlo. No se puede, sencillamente, coger el coche para desplazarse dos kilómetros. Tenemos que cambiar nuestras rutinas: sobre todo, porque no nos va a quedar otra opción».
¿Qué estamos respirando?
A la hora de hablar de contaminación ambiental, es necesario entender cuáles son los diversos componentes que la conforman y en qué sentido afectan a la salud. Son principalmente tres:
– Dióxido de nitrógeno (NO2). Es uno de los indicadores que ha levantado las alarmas en Madrid durante las últimas semanas, ya que se han superado con creces el límite marcado en 200 microgramos por metro cúbico. Se produce principalmente por los vehículos a motor como producto de la oxidación del NO.
– Partículas en suspensión. Son, por su reducido tamaño -inferior a diez micrones-, otra de las grandes amenazas para la salud, ya que están asociadas a cardiopatías, neumopatías y cáncer de pulmón, entre otras afecciones respiratorias. Los límites recomendados se encuentran entre los 10 y los 20 µg por metro cúbico de media anual.
– Dióxido de azufre (SO2). Mucho más nocivo que el anterior, el SO2 se produce fundamentalmente por la actividad industrial, aunque también en la combustión de los vehículos. Sus efectos son realmente perniciosos, ya que puede provocar lesiones en el tracto respiratorio y en las mucosas. La OMS fija el límite en 500 microgramos por metro cúbico.