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Cañizares y el “trigo limpio”

A propósito de las palabras del cardenal-arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares sobre los inmigrantes sirios que intentan rehacer su vida en Europa

Marc Cabanilles* // Quisiera agradecer al camarada Cañizares (lo de camarada es por su vestimenta, con capa de siete metros incluida, totalmente roja), la nueva oportunidad que me brinda para que hablemos de «trigo limpio», condición de la que ha despojado el preboste, a los inmigrantes sirios que intentan rehacer su vida en Europa.

Se dice que alguien no es trigo limpio cuando simula algo que no es, alguien malo que va de bueno, alguien de quien no te puedes fiar porque no es realmente sincero.

Ya resulta curioso que con la que está cayendo por todos lados (paro, corrupción, desahucios, precariedad laboral, abandono de dependientes, aumento de violencia de género, emigración de jóvenes por falta de futuro,…. ), al camarada Cañizares, sólo se le ocurre abrir la boca para decir que los refugiados no son trigo limpio y que no hay más pobreza porque él no ve más gente durmiendo debajo de los puentes que el año pasado.

No hemos oído al camarada hablar sobre los casi cinco millones de parados, de los cuales más de la mitad no reciben ninguna tipo de prestación. Digo yo que serán trigo limpio, porque de lo contrario, el camarada nos hubiera puesto en aviso.

No hemos escuchado al camarada condenar la corrupción, que durante años lleva campando a sus anchas por instituciones, partidos políticos, empresarios.

No hemos visto al camarada poner el grito en su cielo por la violencia que suponen los desahucios ejecutados por unos bancos a los que se ha rescatado con el dinero de todos, y que igual dejan en la calle a una familia con menores, que a gente mayor que viven solos.

No hemos notado que al camarada le moleste la precariedad que supone encadenar durante años y años, unos contratos laborales que duran horas, días o semanas, y que impiden a las personas realizar un proyecto de vida acorde a las necesidades.

Tampoco parece haberse enterado el camarada del abandono de los dependientes, muchos de los cuales han fallecido si haber recibido ninguna ayuda.

No recuerdo tampoco ninguna palabra del camarada en relación a la violencia de género, ni sobre los casos del abuso de menores por parte de miembros de su secta católica.

Todavía esperamos palabras de aliento y ánimo por parte del camarada para los miles de jóvenes que, por falta de trabajo, de futuro, dejan su tierra para ir a buscarse la vida en otros países.

Nuestro insigne camarada, parece no ver, porque no habla de ello, que la pobreza cada vez es más extensa, más intensa y más crónica, con lo que difícilmente se dará cuenta que vivimos en una sociedad cada vez más pobre, más desigual y más injusta socialmente.

Mi estimado camarada, déjeme decirle que después de estas reflexiones, a mi me parece que, con total seguridad, aquí el único que no es «trigo limpio» resulta ser usted, pues cumple las tres condiciones básicas de su definición:

Simula ser lo que no es.

Es usted alguien malo que va de bueno.

No es usted de fiar porque no es sincero.

Por si no se había dado cuenta, quisiera hacer notar al insigne camarada, que su reflexión sobre quienes son o dejan de ser «trigo limpio», ha sido su más valiosa aportación intelectual al reconocimiento que la situación actual es extremadamente compleja, y no dudamos en que próximamente nos iluminara con sus reflexiones sobre cómo hacer sacrificios comunes encaminados a hacer una sociedad más justa. Y digo sacrificios comunes, porque hasta ahora los únicos sacrificados ha sido la ciudadanía más humilde (hablo de humildes y no de trabajadores y trabajadoras, porque igual estas palabras, el camarada no las entiende, y sería una pena).

Espero también, que el camarada haya reparado en que he procurado no hablar de la secta católica en su conjunto, de su papel a través de los siglos participando en cuantas guerra ha habido, poniendo y quitando reyes, colonizando a sangre y fuego otras culturas, aterrorizando y asesinando con su inquisición, envenenando mentes, prohibiendo unos comportamientos e imponiendo otros, ……. todo con el fin de obligar a sus fieles, y a quienes no lo somos, a cumplir unos principios que usted cree dictados por un dios, que no es más que una más entre las miles de divinidades que la humanidad ha inventado en todos sus siglos de existencia.

Observar al camarada, ver lo que hace, lo que dice, como actúa, con quien se relaciona, a quien se dirige, ver como viste, …… es suficiente para llegar a entender todo lo que la dirección de su secta católica, lleva haciendo en este desdichado mundo desde hace 20 siglos. Y no me vengan con que el actual papa Francisco es distinto. Este señor no es más que una pieza del monstruoso y complicadísimo engranaje de la estructura eclesial, cuyo objetivo no ha variado en dos mil años: Mantener y aumentar su poder en la Tierra, porque en su cielo no pueden, dado que ya lo acapara su dios.

Dios, del que no puedo entender cómo se las arregla allá en su cielo, sin contar con la presencia de tan insigne camarada, para que le oriente y asesore sobre cómo conseguir que ese cielo valga la pena, permitiendo con sus acertados consejos, que únicamente entren almas que sean «trigo limpio», no sea cosa que lo echen a perder.

* Marc Cabanilles es miembro de AVALL (Asociación Valenciana de Ateos y Librepensadores)

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