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Toño Fraguas: “Nos han enseñado que la insatisfacción se cura comprando cosas”

El filósofo y periodista reflexiona en su libro '¿Existe la felicidad?' sobre las maneras de conseguirla

Foto: Xosé Castro.

Toño Fraguas estudió Filosofía, aunque ha centrado su labor en prensa, radio y televisión. Actualmente compagina su labor en Hoy por Hoy de la Cadena Ser con su faceta de colaborador en revistas como Harper´s Bazaar, El Estado Mental, Actúa o La Marea, donde escribe una columna cada martes. Acaba de publicar el libro ¿Existe la felicidad? (Plaza & Janés), que surgió a raíz de una serie de 13 reportajes para La 2 de TVE. En él repasa, como filósofo, las supuestas claves para alcanzar la felicidad: hedonismo, espiritualidad, creatividad, vida sencilla y buen humor, entre otras.

En su primera acepción, la RAE define la felicidad como el «estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien». ¿Nos han engañado con lo de que para ser felices hace falta tener muchas cosas?

Así es. Nos han enseñado que la insatisfacción crónica con la que en Occidente venimos al mundo se cura comprando cosas. Esa insatisfacción tiene raíces judeocristianas (la explusión del Paraíso, la culpa…). Existe una distancia entre cómo somos y cómo nos gustaría ser, y este tinglado que llamamos ‘sociedad de consumo’ nos promete a diario que si compramos cosas conseguiremos llegar a ser como nos gustaría ser. Nos prometen el paraíso, vaya. Por eso la publicidad tiene un sentido ‘aspiracional’: se trata de que aspiremos a ser como la gente que sale en los anuncios. Sé que es contradictorio que diga que no debemos comprar cosas y que vaya yo y saque un libro a la venta. Así que animo a los lectores a que pidan el libro en su biblioteca municipal o a que alguien se lo preste. Hubo un tiempo en que nos prestábamos libros.

Más del 70% de los españoles se consideran felices. ¿Y tú? ¿Qué es exactamente ser feliz?

Los españoles responden masivamente en las encuestas del CIS que son felices, lo que me lleva a pensar que, o bien no sabemos qué es ser feliz, o bien a la gente le da vergüenza reconocer que no es feliz. Además, es frecuente que a la pregunta sobre la felicidad muchas personas respondan: ‘yo no me puedo quejar’. Una cosa es tener las necesidades básicas cubiertas (no tener queja) y otra cosa es ser feliz. En cuanto a qué es exactamente ser feliz, sólo te diré que si no hay dos personas iguales, tampoco hay dos felicidades iguales, por mucho que se harten de vendernos métodos infalibles de autoayuda.

De cara al programa de televisión, estuviste con monjas de clausura de Valladolid, con payasos, con un ermitaño… y todos ellos aseguran ser felices. ¿Cada cual tiene su secreto?

Cada cual dice haber llegado a la felicidad por una de las vías clásicas. Siempre mantuve mi escepticismo, porque una cosa es que digan que son felices y otra que de verdad lo sean. En todos ellos sí había un ingrediente común: habían tomado las riendas de sus vidas y, de alguna manera, estaban permanentemente construyéndose a sí mismos, aprendiendo y empleando lo aprendido en ellos mismos.

Estamos obsesionados con aparentar, especialmente en redes sociales, que nuestra vida es maravillosa. ¿Nos engañamos a nosotros mismos, y unos a otros?

En el mundo del marketing, de la comunicación y del emprendimiento se hace mucho hincapié en que cada uno debemos tener una ‘marca personal’. Antes, que yo sepa, sólo tenían marca los productos. Ahora parece que también la tienen los países (la dichosa ‘marca España’) y las personas. Supongo que si los individuos ahora tenemos ‘marca personal’ será porque nos hemos convertido un poco en productos. Me temo que, en cierto sentido, Twitter, Instagram, Facebook, etcétera, funcionan como los escaparates donde vendemos el producto en el que nos hemos convertido.

Tú eres, precisamente, muy activo en redes sociales. ¿En qué te han cambiado la vida? ¿Dirías que lo han hecho para bien?

Me gusta matizar el concepto de ‘red social’. Las redes sociales han existido siempre. Me explico: en realidad una red social es la familia, el parentesco; también lo son las amistades, el uso de una lengua común o las actividades dentro de un gremio profesional. Quien establece relaciones interpersonales siguiendo unas determinadas reglas construye y pertenece a una red social en sentido estricto. El ser humano teje redes sociales desde que viene al mundo. Ahora, lo que hoy en día llamamos ‘redes sociales’ (Twitter, Instagram, Facebook…) en realidad son herramientas para potenciar la creación y el crecimiento de esas auténticas redes sociales previas de las que hablaba. En resumen: Twitter no es una red social, sino una herramienta que permite crear y potenciar diferentes redes sociales. Sé que este matiz es un poco cacofónico, pero creo que se me entiende. En este sentido, esas herramientas sí me han cambiado la vida. Y no sólo a mí. En tanto que herramientas, son neutras: su bondad o maldad depende del uso que se haga de ellas. Bien utilizadas sirven para informarse, reírse, conocer gente, hacer amigos y aprender. Y en mi caso, que soy autónomo, a veces también sirven para encontrar trabajo. O sea, para venderse. Lo que me temía.

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