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La tecnología desde la mirada antropológica
El antropólgo Andrés López analiza las consecuencias de los avances de la tecnología en el desarrollo del ser humano
Las nuevas tecnologías (NNTT) se han convertido en uno de los pilares más fuertes de nuestras vidas, y no sería fácil desprenderse de cualquier medio tecnológico de los que actualmente utilizamos.
La mirada antropológica nos hace ver cómo la humanidad a lo largo de miles de años ha ido “evolucionando”, y tanto es así, que en la última década nuestra especie -homo sapiens- ha hecho “grandes” descubrimientos con las tecnologías, como es el caso de la comunicación mediante la telefonía, internet y otros sistemas informáticos o programados, pero este fenómeno lo ha hecho a una
velocidad vertiginosa, alterando nuestras formas de vida y con ello el trabajo –mejorándolo o no- pero ha transformado nuestros hábitos más humanos y la faz de la tierra de manera progresiva, sin interrupción, y por supuesto, sin poder dar marcha atrás.
Y si bien es cierto, nuestros ritmos de vidas también lo han hecho a cuasi a la misma velocidad, aunque no en todos los tiempos y para todos/as las personas. Cada uno intenta sobrevivir en esta era de la
información adaptándose a las nuevas fórmulas que las tecnologías nos “obliga” a seguir en sus procesos de renovación continúos. Nadie puede escapar de la huella digital, del táctil manejo de escribir mecánicamente (según un estudio realizado en España, hay personas que a pesar de escribir a través de la digitalización, puede pasar meses sin escribir en papel con su puño y letra), de carecer de telefonía, y otras tecnologías que hemos hecho “necesarias” en nuestras vidas. Por eso la tecnología marca un antes y un después en nuestras condiciones de vida. Digamos que sucede como en las distintas partes que hemos divido la historia de la humanidad para conocer nuestro pasado y nuestra practicas humanas en interacción con el medio natural. Pues con la era de la información ha sucedido lo mismo, y la humanidad una vez más, ha ido aceptando las pautas de una nueva cultura que nos ha hecho más global, y con ello un mundo donde imaginariamente desaparecen las fronteras geográficas.
Y digo esto último, porque a pesar de todo lo global que somos, es cierto que las fronteras políticas siguen estando ahí, siguen imperando las normas de los países hegemónicos con sus controles transfronterizos a pie de cañón, pero sus normas no pueden vencer a lo invisible, ya no pueden construir muros contra la información/comunicación tecnológica de otros lugares remotos. Ahora la humanidad –para bien o para mal- está más informada que nunca, no se le puede mentir sencillamente, pues conoce lo que sucede en otra parte del mundo (su mundo), conoce perfectamente quiénes son los países más poderosos, más ricos, más pobres, etc. De manera que junto a la tecnología también se está creando un nuevos espacio imaginario de flujos migratorios, con conocimiento, por encima o por debajo, pero derribando las fronteras que limitan los países. Ya nada podrá detener a la especie humana de ejercer su más apreciado derecho a la libertad de circulación e información, que junto a la tecnología, ha hecho una sociedad más cercana y comunicativa.
A pesar de este gran “salto” de la humanidad y sus continuos avatares tecnológicos, también habría que preguntarse, si nuestra evolución psicológica también lo ha hecho a la misma velocidad, si
realmente estamos preparados para soportar todo ese flujo de información/desinformación. Pues deduzco que desde una mirada antropológica, no hemos aprendido mucho a pesar de estos repentinos cambios, donde una sociedad más conectada, también es una sociedad más esclavizada. Cabría preguntarse si la tecnología nos hace más feliz y más libre frente a otras sociedades que no disponen de ella.
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