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Cuando éramos jóvenes

"Creo que no deberíamos abandonar las calles nunca, que los cambios proceden de la lucha ciudadana y no al revés", afirma la autora

Para los que creemos que los cambios vienen acompañados de la movilización social y creemos que ésta es imprescindible, nos preocupa esta desmotivación callejera cada vez más latente. Hay quien asegura que no es tal, y que se siguen haciendo cosas, y por supuesto, hay clara muestra de ello. Sin embargo, no percibo ese sentir que tuvimos estos últimos años, donde había varias manifestaciones en el mismo día y tenías que elegir a cuál ir, con pena de no poder duplicarte e ir a ambas. Ahora cuando hay una mani, casi se convierte en un momento de celebración, de que ahí seguimos, de que la raíz quedó plantada hace tiempo y no ha desaparecido. Sin embargo, hay que regarla. No seré la primera ni la última que ha escrito de la necesidad de un acompañamiento de presión ciudadana a distintos niveles, que parta desde abajo para reconstruir lo de arriba y que no surja únicamente de las propuestas más institucionalizadas.

¿Es hartazgo, es desesperanza, es por el contrario esperanza en un cambio que venga por parte de los nuevos partidos y posibles confluencias que -dicen- recogieron los frutos del 15M? No dudo que haya buena intención y mucho trabajo en esa esfera política, pero un cambio real viene acompañado de protestas, de reinventar la sociedad y reinventar nuevas fórmulas ajenas al capitalismo imperante. Si no es así, no nos engañemos, estaremos dejando de fumar tabaco industrial para fumar de liar.

Uno de los análisis que me atrevo a hacer es la migración de muchos activistas o gente que participaba en procesos asamblearios… a los círculos de Podemos. Algunos, cansados ya de no ver frutos en la lucha diaria, represión mediante, vieron como una oportunidad de lo más respetable y con nobles intenciones -en su mayor parte- del “hay que cambiar las cosas desde dentro”. Sorprende quizá de algunos que se consideraban apartidistas entrar en este otro proceso democrático, pero la emergencia del momento pudo hacerles ver la necesidad inminente “del cambio”.

Sin embargo pasan los meses y la burbuja de Podemos comienza a desinflarse, fruto de varios motivos, el último probablemente la derrota de Syriza por parte de la troika. Y es cierto que una se permite dudar sobre si actualmente y sin que exista aún una liga de países del Mediterráneo somos capaces de dar el salto y derrocar a La Mafia.

Admiro a los bienintencionados que han elegido ese proceso para aportar su granito de arena a la hora de tratar de conseguir la justicia social y devolver -si eso ya es posible- el llamado Estado de Bienestar. Sin embargo, no puedo perder de vista la idea de que falta alboroto y presión popular en las calles de cara a un buen resultado. Ahora, a unos meses de las elecciones, con promesas y caciquismos, datos de recuperación económica que no muestran lo que hay tras las cortinas del telón… veo complicado un resultado positivo a nivel electoral por parte de “la nueva izquierda”.

Creo que no deberíamos abandonar las calles nunca, que los cambios proceden de la lucha ciudadana y no al revés. Si nos vamos, si nos echan, Ley Mordaza mediante, habrán ganado los malos.

Cuando viví en Uruguay preguntaba cómo habían sido capaces de ganar a la derecha. Ellos decían que habían pasado arduos años de cartelería en las calles, pintada de fachadas con creativos murales, el puerta por puerta…También es cierto que supieron confluir y se presentaron como un Frente Amplio que aún gobierna.  Por supuesto cada país tiene sus particularidades, pero creo que por la emergencia social actual estamos dejando de lado a marchas forzadas lo que hemos sido, cuando éramos jóvenes. Había en la Puerta del Sol un famoso lema que rezaba “Vamos despacio, porque vamos lejos”. Parece que de pronto hemos pisado el acelerador y hemos dejado de mirar por el retrovisor de dónde veníamos. Tampoco parece claro a dónde vamos.

No obstante, antes de irnos desmotivados, conviene señalar varias acciones que han tenido lugar en el último mes de septiembre en la esfera de los movimientos sociales.

Por un lado tuvo lugar la lucha de los activistas y animalistas para impedir la muerte de Rompesuelas. Además de ello, una marea humana se manifestó para exigirle al Gobierno soluciones para los refugiados sirios. Muy interesante también el uso del ingenio contra el miedo a través de una propuesta creativa contra la Ley Mordaza que bajo el lema #DibujandoMordaza ha conseguido reunir a más de 60 artistas profesionales. De momento pueden visitarse en la Puerta del Sol o en la Acampada Mordaza de la Plaza Cibeles.

También ha sido un mes de victorias como las fórmulas que está trabajando el Ayuntamiento de Málaga de cara a una cesión directa del uso de La Casa Invisible. Se produjo también la absolución a los dos personas de la Corrala Utopía de Sevilla al no apreciar delito alguno de usurpación. Y estoy segura de que me dejo unas cuantas victorias más en el tintero.

Cuando éramos jóvenes nos llamaban utópicos, perroflautas, feos manifestantes, filoetarras… ahora directamente no nos llaman. Nos han borrado del mapa haciendo un buen fregao, que no quieren que les pisemos bajo ningún concepto.  Depende de nosotros bailarles el agua o… volver a ser jóvenes.

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