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El machismo en la izquierda
Ninguno de los programas que a las pasadas elecciones autonómicas y municipales presentaron Podemos e Izquierda Unida incluía la palabra feminismo.
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El machismo de la izquierda se caracteriza por poner en segundo lugar la lucha emancipadora por antonomasia: el feminismo. Ninguno de los programas que a las pasadas elecciones autonómicas y municipales presentaron Podemos e Izquierda Unida incluía la palabra feminismo. Esta exclusión pone de manifiesto uno de los grandes males de la vieja y la nueva izquierda para con la causa feminista: promover la invisibilización del feminismo y tutelar a las mujeres y la prioridad de las luchas.
Es común entre las mujeres que participan de forma activa en las organizaciones políticas de izquierdas comprobar cómo actúan sus compañeros cuando ejercen su libertad de expresión de forma diferente a lo que se considera aceptable por parte del subconsciente masculino. Una mujer que levanta la voz en una asamblea de forma vehemente y provoca una disputa dialéctica encontrará apoyos de forma inmediata entre el género masculino, que «traducirán» sus palabras para apaciguar el confrontamiento: “Lo que la compañera quiere decir…”.
Estas tutelas condescendientes en el comportamiento cotidiano político trascienden al plano del hábito para instaurarse en las políticas. Uno de los comportamientos eminentemente machista es la crítica constante a los espacios, actuaciones y manifestaciones no-mixtas. El machismo de izquierdas se siente concernido cuando las mujeres se organizan y lideran su propia lucha. Criticar este tipo de luchas nomixtas es criticar la esencia misma del marxismo que aseguran defender. Karl Marx en el año 1864, en una recepción en el Stuart Hall de Londres, aseveró: ”La emancipación de los trabajadores será obra de los mismos trabajadores.”
Aun así, el machismo de izquierdas se siente incapaz de comprender, aceptar y defender que la emancipación de las mujeres será obra de las mujeres. Este rechazo en la izquierda a aceptar el liderazgo de la mujer en su propia lucha denota un machismo derivado del rechazo a la ruptura del paternalismo que el hombre ha mantenido en la militancia política progresista. Aderezado además con la no aceptación de que la mujer ejerza como conciencia del machismo de esa militancia. No sólo no necesita de la tutela del hombre para emanciparse sino que además muestra lo imperfecto de su idealismo, le dice que está equivocado, que no es tan diferente a aquello que dice combatir.
Mariucha Fontana explica en un artículo de la revista teórica de la LIT-CI la imposibilidad de considerarse de izquierdas relegando el feminismo a un segundo plano: “El fin de la opresión sobre la mujer es parte del programa y de la visión de mundo de los revolucionarios por dos razones muy simples: la primera es que un mundo socialista debe acabar con toda explotación y toda opresión y, en ese sentido, liberar a toda la humanidad.
La segunda es que para derrotar a la burguesía y tomar el poder es preciso unir a la clase obrera y ésta acaudillar (dirigir) todos los demás sectores explotados y oprimidos en la lucha por el socialismo y por la revolución y, para eso, debe ser la vanguardia de la lucha contra toda opresión y preconcepto. En el caso de las mujeres, éstas son como mínimo la mitad de la humanidad y de la propia clase trabajadora y, además, su sector más explotado. El machismo divide a la clase y beneficia a la burguesía en todos los sentidos”.
El machismo es una ideología en sí misma, un conjunto de reglas, estructuras y comportamientos que sólo pueden ser combatidas desde el feminismo. Negar su oportunidad, no integrarlo en cualquier proceso progresista de lucha es el modo que la izquierda tiene en promover que el machismo perdure. Un suceso ocurrido durante las movilizaciones del 15-M ejemplificó esta actitud cuando varias personas colgaron una pancarta en la noche del 19 de mayo con el lema “la revolución será feminista o no será”. La acción provocó abucheos y gritos de “fuera, fuera” y comenzó a escucharse una proclama «la revolución es de todos, la revolución no tiene sexos, que la quiten”, hasta que unos individuos quitaron la palabra feminista de la pancarta.
La izquierda tiene en su ideario como objetivo último el fin de la opresión. Cuando no se incluye de manera primordial la emancipación de la mujer está faltando a su cometido. Las mujeres son el colectivo más oprimido. Así que si la izquierda no es feminista, es machista.